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martes, 21 de septiembre de 2010

FRAGMENTALIDAD Y POESÍA: UN APUNTE SOBRE D. RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL. EL ROMANCE DE ABENÁMAR

Completando el artículo anteriormente ofrecido en relación al romance presentamos este otro con la figura del excelso hispanista Ramón Menéndez Pidal como eje vertebrador de uno de los aspectos más singulares de esta forma métrica y poética en nuestras letras, y todo en relación al celebérrimo romance de Abenámar.




FRAGMENTALIDAD Y POESÍA: UN APUNTE 
SOBRE D. RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL. 
EL ROMANCE DE ABENÁMAR



Fragmentalidad y poesía: un apunte sobre D. Ramón Menéndez Pidal. El romance de Abenamar, Francisco Acuyo






"¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había!

Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida:
Moro que en tal signo nace
no debe decir mentira."

Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que decía:
"Yo te lo diré, señor,
aunque me cueste la vida,

porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho,
mi madre me lo decía:

que mentira no dijese,
que era grande villanía:
por tanto, pregunta, rey,
que la verdad te diría."

"Yo te agradezco, Abenámar
aquesa tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos?
¡Altos son y relucían!

"El Alhambra era, señor,
Fragmentalidad y poesía: un apunte sobre D. Ramón Menéndez Pidal. El romance de Abenamar, Francisco Acuyo
y la otra la Mezquita;
los otros los Alixares,
labrados a maravilla.

El moro que los labraba
cien doblas cobraba al día,
y el día que no los labra,
otras tantas se perdía.

El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía."

Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
"Si tú quisieses, Granada,
contigo me casaría;

daréte en arras y dote
a Córdoba y Sevilla."
"Casada soy, rey don Juan,
casada soy, que no viuda;

el moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería."

Anónimo del siglo XV





FRAGMENTALIDAD Y POESÍA




CUANDO D. RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL, en aquella deliciosa Flor Nueva de Romances Viejos suya contaba, con grande amenidad por otra parte, que los romances son poemas épico líricos breves que se cantan al son de un instrumento, no hacía sino introducir y poner en antecedentes al lector interesado para avisar que, si cada país tiene sus genuinas formas de expresión lírica (la narración épico lírica francesa, o la balada inglesa, o las viser suecas o danesas, o los cantos narrativos del norte de Italia, de Alemania, Grecia, Finlandia, etc...), España será sin duda el país del Romancero.

El Romance de El Rey Don Juan ante Granada, pertenece a aquella tradición tan memorablemente estudiada por el avisado filólogo y maestro, cuyos orígenes heroicos parecen a todas luces evidentes, aunque la antigua epopeya española se distingue por tener un campo de inspiración más moderno y, a la vez siendo más tradicionalista. Así, algunos romances viejos no serán otra cosa que un fragmento de un poema de la vieja tradición heroica que, conservado en la memoria popular, tiende a tomar vida independiente.

Fragmentalidad y poesía: un apunte sobre D. Ramón Menéndez Pidal. El romance de Abenamar, Francisco AcuyoLas largas tandas de versos y escenas de las grandes epopeyas tienden a desaparecer para dejar solamente aquel exquisito aroma lírico del que gustaba tanto saborear D. Ramón. En este poema que nos ocupa, al igual que en otros tantos del momento, observamos cómo los elementos objetivos tienden a ir disolviéndose para ir dando paso a aquellos subjetivos de naturaleza sentimental, y donde el estilo épico narrativo va a dar paso a un estilo épico lírico, donde predominan los elementos de carácter dialogístico (así se abre nuestro poema Abenamar, Abenamar...), gracias a lo cual pudieron perdurar personajes y héroes de nuestra epopeya nacional.

Es de destacar en las tiradas de versos octosílabos, rimadas en los versos alternos en asonante i-a, aunque en su origen sean realmente tiradas de dieciséis sílabas con asonancia monorrima, metro tan característico de este momento que le entroncan con los temas de la epopeya medieval, resaltando el espíritu (de nación) que gustaba poner énfasis, parafraseando a Menéndez Pidal, por mediación de Federico Schlegel, como exaltación primera en el mundo.

Que digamos que nuestro célebre poema está dentro de aquella tradición que intentaba informar al pueblo de los diversos sucesos que acontecían y preocupaban a la nación, tales como así nos lo muestran los romances fronterizos y moriscos, no debe resultarnos en absoluto cosa inaudita, distinguiendo a esta composición su singular nobleza histórica, rasgo este que en verdad hacen diferentes estos poemas en el trato de sus personajes que, a diferencia de tradiciones tales como la inglesa o francesa, siempre tienen un fondo histórico.

Debemos incidir también, aunque no cabe ante la observación de nuestro poema, en que la temática del romance en otros muchos casos, adopta los temas líricos, como la serranilla o la pastourelle francesa, o el de la malcasada.

Creo oportuno volver a insistir en el carácter fragmentario de los romances, y que a mi juicio es verdaderamente fácil de detectar en nuestro poema, y que se manifiesta en el propio estilo que se muestra sencillo y de simples recursos, en la sobriedad de los versos expresa en la parca ornamentalidad de los mismos y con una austeridad que gustaba a D. Ramón de denominar realista, en virtud de todo lo cual habrían de alcanzar una gran agilidad y un gran aliento lírico. Mas, como decía, también resaltar ese rasgo de fragmentalidad que es tan característico de esta poesía. Presentar el poema como algo inacabado, como un callar a tiempo que parece decir: tiende a tomar vida independiente y que reviste en esta brusquedad sin fin carácter verdaderamente creativo y poético.


Fragmentalidad y poesía: un apunte sobre D. Ramón Menéndez Pidal. El romance de Abenamar, Francisco Acuyo
Ya Montaigne hacía loa de esta poesía de naturaleza popular, o Sidney o Ben Jhonson, que ante composiciones de esta naturaleza sentían una profunda emoción. Lo mismo cabe decir de composiciones como esta, que aún el inexorable paso del tiempo no ha hecho sino asentar sobre ellas un aire todavía más sutil por sobrio y fragmentario.

Corría el año 1431 cuando el rey Juan II de Castilla, con el infante Abebalmao que según cuentan las crónicas históricas del momento, llegan a la ciudad nazarí de Granada, la cual había ofrecido para ser rey. La inspiración morisca es del clara, así resalta Menéndez Pidal que los poetas árabes llamasen con frecuencia esposo al señor de una región determinada, por lo que la ciudad de Granada se observa como una novia, imagen que, como también resalta el insigne filólogo, es del todo peculiar de nuestra literatura, y que, posteriormente, los soldados españoles llevarían consigo a través del Romancero, fuera de España y denominarían novia a la ciudad sitiada.

No es del todo baladí hacer notar el hecho del poderoso influjo de nuestro Romancero más allá de su tiempo y fronteras espaciales, así lo veremos florecer de forma excelsa en poetas posteriores como Lope de Vega o Góngora, o contemporáneos como Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado o Federico García Lorca, entre otros muchos, y cuya marca puede ser considerada como realmente indeleble en el alma sublime del poema auténtico y que, como signo inequívoco, descollará cual manifestación singular de verdadera poesía.





                                                                                                               Francisco Acuyo




Fragmentalidad y poesía: un apunte sobre D. Ramón Menéndez Pidal. El romance de Abenamar, Francisco Acuyo



1 comentario:

  1. Te faltó mencionar a Francisco Acuyo entre los actuales engrandecedores y continuadores del romance, amigo mío. Este género es el que mejor se adapta a nuestro hablar. No todos los romances son breves. Yo traté de aprenderme de memoria "A buen juez, mejor testigo " de Zorrilla, pero a pesar de el encantamiento, no lo logré...Aún me queda a quello de "Entre pardos nubarrones...." Muchas gracias por esta entrega. Un abrazo.

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