Me parecía ineludible la
cita en el espacio Amor y poesía del
blog Ancile, con la excelencia de la opima y extraordinaria tradición romancística
en nuestra lengua. No puedo sino reconocer con entusiasmo el indudable influjo
de esta poesía en mi vida poética y literaria (desde luego también personal,
maravillosos ratos de placentero deleite en su lectura y estudio lo avalan
seguramente); el patrimonio monumental de nuestro romancero en el ámbito de la
temática amorosa en modo alguno puede pasar desapercibida para aquel que busque
lo más granado y de vuelo más sublime al dictado del mejor verso. Como muestra
mínima y personal dejo este puñado de poemas para tanto avisados como curiosos. Desde
sus orígenes heroicos primitivos se han acendrado los más delicados versos que,
si bien entroncan con la canción épico lírica del occidente de Europa (que
diría el ilustre Ramón Menéndez Pidal), se establecen además como la producción más
genuina de nuestra lengua (junto al Cancionero Tradicional del que ya daremos
cuenta más adelante), mas también como
la expresión lírica más aquilatada que reconocerse cabe. De esta vena altamente
lírica damos cuenta en esta breve selección como renovada y modestísima Flor Nueva de Romances Viejos,
parafraseando de nuevo al gran Menéndez Pidal, e invitando a los que se
interesen a la delectación de estos delicados poemas, y animando para que
disfruten de los que aquí no se incluyen por razones obvias. Beban de las fuentes profundas, cristalinas y
frescas del romance en unas pocas de las más hermosas manifestaciones de la
poesía lírico amorosa de todo los tiempos.
EL ROMANCERO TRADICIONAL
EN "AMOR Y POESÍA"
FONTE FRIDA
Fonte frida,
fonte frida
fonte frida y con amor,
do todas las avecicas
van tomar consolación,
sino es la tortolica,
que está viuda y con dolor.
Por ahí fuera a pasar
el traidor del ruiseñor;
las palabras que le dice
llenas son de traición:
«Si tú quisieses, señora,
yo sería tu servidor.»
«Vete de ahí, enemigo,
malo, falso, engañador,
que ni poso en ramo verde
ni en ramo que tenga flor,
que si el agua hallo clara
turbia la bebiera yo;
que no quiero haber marido
porque hijos no haya, no;
no quiero placer con ellos
ni menos consolación.
¡Déjame triste, enemigo,
malo, falso, mal traidor;
que no quiero ser tu amiga
ni casar contigo, no!»
ROMANCE
DE ROSAFLORIDA
En
Castilla está un castillo,
que se llama Rocafrida;
al castillo llaman Roca,
al castillo llaman Roca,
y
a la fonte llaman Frida.
Almenas tiene de oro
Almenas tiene de oro
paredes
de plata fina;
entre almena y almena
entre almena y almena
está
una piedra zafira;
tanto relumbra de noche
tanto relumbra de noche
como
el sol a mediodía.
Dentro estaba una doncella
Dentro estaba una doncella
que
llaman Rosaflorida;
siete condes la demandan,
siete condes la demandan,
tres
duques de Lombardía;
a todos les desdeñaba,
a todos les desdeñaba,
tanta
es su lozanía.
Prendóse de Montesinos
Prendóse de Montesinos
de oídas, que no de vista.
Una noche estando así,
Una noche estando así,
gritos
da Rosaflorida;
oyérala un camarero,
oyérala un camarero,
que
ella por ayo tenía.
—«¿Qu'es aquesto, mi señora?
—«¿Qu'es aquesto, mi señora?
¿Qu'es esto, Rosaflorida?
»O tenedes mal de amores,
»O tenedes mal de amores,
o estades loca perdida».
—Ruégote, mi camarero
—Ruégote, mi camarero
que
de mí tengas mancilla,
llevásesme aqiestas cartas
llevásesme aqiestas cartas
a Francia la bien guarnida;
diéseslas a Montesinos,
diéseslas a Montesinos,
prenda que yo más quería;
que me venga a ver para
que me venga a ver para
la
Pascua Florida.
Si no quisiera venir
Si no quisiera venir
bien
pagaré su venida:
vestiré sus escuderos
vestiré sus escuderos
de
una escarlata broslida;
daréle siete castillos,
daréle siete castillos,
los
mejores de Castilla,
y si de mí más quisiere,
y si de mí más quisiere,
yo
mucho más le daría...
Daréle yo este mi cuerpo,
Daréle yo este mi cuerpo,
que
más lindo no lo había,
si no es el de una mi hermana,
si no es el de una mi hermana,
¡de mal fuego sea ardida!
si ella me lleva en lindez,
si ella me lleva en lindez,
yo
a ella en gallardía.
ROMANCE DE LA AMIGA DE BERNAL FRANCÉS
-Sola me estoy en mi cama
namorando mi cojín;
¿quién será ese caballero
que a mi puerta dice: «Abrid?
-Soy Bemal Francés, señora,
el que te suele servir
de noche para la cama,
de día para el jardín.-
Alzó sábanas de holanda,
cubrióse de un mantellín;
tomó candil de oro en mano
y a la puerta bajó a abrir.
Al entreabrir de la puerta
él dio un soplo en el candil.
-¡Válgame Nuestra Señora,
válgame el señor San Gil!
Quien apagó mi candela
puede apagar mi vivir.
-No te espantes, Catalina,
ni me quieras descubrir,
que a un hombre he muerto en la calle,
la justicia va tras mí.-
Le ha cogido de la mano
y le ha entrado al camarín;
sentóle en silla de plata
con respaldo de marfil;
bañóle todo su cuerpo
con agua de toronjil;
hízole cama de rosa,
cabecera de alhelí.
-¿Qué tienes, Bernal Francés,
que estás triste a par de mí?
¿Tienes miedo a la justicia?
No entrará aquí el alguacil.
¿Tienes miedo a mis criados?
Están al mejor dormir.
-No temo yo a la justicia,
que la busco para mí,
ni menos temo criados
que duermen su buen dormir.
-¿Qué tienes, Bernal Francés?
jNo solías ser así!
Otro amor dejaste en Francia
o te han dicho mal de mí.
-No dejo amores en Francia,
que otro amor nunca serví.
-Si temes a mi marido,
muy lejos está de aquí.
-Lo muy lejos se hace cerca
para quien quiere venir,
y tu marido, señora,
lo tienes a par de ti.
Por regalo de mi vuelta
te he dar rico vestir,
vestido de fina grana
forrado de carmesí,
y gargantilla encarnada
como en damas nunca vi;-
gargantilla de mi espada,
que tu cuello va a ceñir.
Nuevas irán al Francés
que arrastre luto por ti.
ROMANCE DEL CONDE NIÑO
Conde
Niño, por amores
es niño y pasó a la mar;
va a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
Mientras el caballo bebe
él canta dulce cantar;
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar;
caminante que camina
olvida su caminar,
navegante que navega
la nave vuelve hacia allá.
es niño y pasó a la mar;
va a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
Mientras el caballo bebe
él canta dulce cantar;
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar;
caminante que camina
olvida su caminar,
navegante que navega
la nave vuelve hacia allá.
La
reina estaba labrando,
la hija durmiendo está:
-Levantaos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
si no es el Conde Niño
que por mí quiere finar.
¡Quién le pudiese valer
en su tan triste penar!
-Si por tus amores pena,
¡oh, malhaya su cantar!,
y porque nunca los goce
yo le mandaré matar.
-Si le manda matar, madre
juntos nos han de enterrar.
la hija durmiendo está:
-Levantaos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
si no es el Conde Niño
que por mí quiere finar.
¡Quién le pudiese valer
en su tan triste penar!
-Si por tus amores pena,
¡oh, malhaya su cantar!,
y porque nunca los goce
yo le mandaré matar.
-Si le manda matar, madre
juntos nos han de enterrar.
Él
murió a la media noche,
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar,
a él como hijo de conde
unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;
las ramitas que se alcanzan
fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban
no dejan de suspirar.
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar,
a él como hijo de conde
unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;
las ramitas que se alcanzan
fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban
no dejan de suspirar.
La
reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar;
della naciera una garza,
dél un fuerte gavilán
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan a la par.
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar;
della naciera una garza,
dél un fuerte gavilán
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan a la par.
ROMANCE DE LA INFANTINA
A cazar va el caballero,
a cazar como solía,
los perros lleva cansados,
el halcón perdido había;
arrimárase a un roble,
alto es a maravilla,
en una rama más alta,
vido estar una infantina,
cabellos de su cabeza
todo el roble cubrían.
-Note espantes, caballero,
ni tengas tamaña grima.
Fija soy yo del buen rey
y de la reina de Castilla,
siete fadas me fadaron
en brazos de una ama mía,
que andase los siete años
sola
en esta montiña.
Hoy se cumplían los siete años,
o mañana en aquel día;
por Dios te ruego, caballero,
llévesme en tu compañía,
si quisieres, por mujer,
si no, sea por amiga.
-Esperáisme vos, señora,
hasta mañana, aquel día,
iré yo tomar consejo
de una madre que tenía.
La niña le respondiera
y estas palabras decía:
-¡Oh, mal haya el caballero
que sola deja la niña!
Él se va a tomar consejo,
y ella queda en la montiña.
Aconsejóle su madre
que
la tomase por amiga.
Cuando volvió el caballero
no
la hallara en la montiña:
vídola que la llevaban
con muy gran caballería.
El caballero, desque la vido,
en el suelo se caía;
desque en sí hubo tornado,
estas palabras decía:
-Caballero que tal pierde,
muy grande pena merecía:
yo
mismo seré el alcalde,
yo
me seré la justicia:
que
me corten pies y manos
y
me arrastren por la villa.
MAÑANITA
DE SAN JUAN (O LA MISA DE AMOR)
Mañanita
de San Juan,
mañanita
de primor,
cuando
damas y galanes
van
a oir misa mayor,
allá
va la mi señora,
entre
todas la mejor;
viste
saya sobre saya,
mantellín
de tornasol,
camisa
con oro y perlas,
bordada
en el cabezón;
en
la su boca muy linda
lleva
un poco de dulzor;
en
la su cara tan blanca
un
poquito de arrebol
y
en los sus ojuelos garzos
lleva
un poco de alcohol;
así
entraba por la iglesia
relumbrando
como el sol.
Las
damas mueren de envidia
y
los galanes de amor;
el
que cantaba en el coro
en
el credo se perdió;
el
abad que dice misa
ha
trocado la lición,
monacillos
que Le ayudan
no
aciertan responder, non
por
decir amén, amén,
decian
amor, amor.
ROMANCE
DE LA CONDESITA
Grandes
guerras se publican
por
la tierra y por el mar
y
al Conde Flores le nombran
por
capitán general.
Lloraba
la condesita,
no
cesaba de llorar:
acaban
de ser casados
y
se tienen que apartar.
-¿Cuántos
días, cuántos meses
piensas
estar por allá?
-Deja
los meses condesa,
por
años puedes contar.
Si
a los tres años no vuelvo
viuda
te puedes por dar.
Pasan
los tres y los cuatro,
nuevas
del conde no dan.
Ojos
de la condesita
no
cesaban de llorar.
Un
día estando en la mesa
su
padre le empieza a hablar.
¿Por
qué no te casas, hija,
por
qué no te casas ya?
Condes
y duques te piden,
te
debes, hija, casar.
No
lo quiera Dios del cielo
que
yo me vuelva a casar.
Carta
en mi corazón tengo
que
don Flores vivo está.
Dame
licencia mi padre
para
al conde ir a buscar.
Mi
licencia ya la tienes
mi
bendición además.
Se
retiró a su aposento
llora
que te llorarás.
Se
quitó medias de seda,
de
lana las fue a calzar,
quitó
zapatos de raso,
los
puso de cordobán,
y
un brial de seda verde
que
valía una ciudad.
Esportillas
de romero
sobre
el hombro se echó atrás.
Anduvo
siete reinados
morería
y cristiandad
Anduvo
por mar y tierra
no
pudo al conde encontrar.
Cansada
va la romera
que
ya no puede andar más.
Subió
a un monte, bajo a un valle,
un
castillo vio asomar.
Bajando
por unas piedras
gran
vacada fue a encontrar.
-Vaquerito,
vaquerito
te
quería preguntar
¿de
quién llevas tantas vacas
todas
de un hierro y señal?
-Del
conde Flores señora,
que
en aquel castillo está.
-¿El
Conde Flores es tu amo?
¿Cómo
vive por acá?
-De
la guerra vino rico,
mañana
se va a casar.
Están
muertas las gallinas
y
están amasando el pan.
Y
la gente convidada
De
lejos viniendo van.
-Vaquerito,
vaquerito,
por
la Santa Trinidad,
por
el camino más corto
has
de encaminarme allá.
Jornada
de todo el día
en
medio lo hubo de andar.
Llegando
frente al castillo
al
conde pudo encontrar.
Arriba
estaba la novia
en
un alto ventanal.
-Dame
limosna buen conde,
por
amor y caridad.
-Oh
que ojos de romera,
yo
en mi vida les vi tal.
-Sí
los habrás visto, conde,
si
en Sevilla estado has.
-¿La
romera es de Sevilla?
¿Qué
se cuenta por allá?
-
Del Conde Flores, señor,
poco
bien y mucho mal.
Echose
mano al bolsillo
Un
real de plata le da.
-Para
tan grande señor
poca
limosna es un real.
-Pues
pída la romerica,
que
lo que pida tendrá.
-Pido
ese anillo de oro
que
en tu dedo chico está.
Abriose
de arriba abajo
El
hábito de sayal.
-¿No
me conoces, buen conde?
Mira
si conocerás
el
brial de seda verde
que
me diste al desposar.
Al
mirarla en aquel traje
cayose
el conde hacia atrás,
ni
con agua ni con vino
se
podía despertar,
sino
con palabras dulces
que
la romera le da.
-Malhaya
la romerica,
¿quién
la trajo por acá?
-No
la maldigáis ninguno
que
es mi mujer natural
con
ella vuelvo a mi tierra.
Adiós,
señores, quedad.
Quédese
con Dios la novia,
vestidita
y sin casar,
que
los amores primeros
son
muy malos de olvidar.
ROMANCE DEL PRISIONERO
Que
por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba el albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba el albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.
LA
MORA MORAIMA
Yo me era mora Moraima
morilla
de un bel catar.
Cristiano
vino a mi puerta
cuitada,
por me engañar:
hablóme
en algarabía
como
quien la sabe hablar:
«ábrasme
las puertas, mora,
sí,
Alá te guarde de mal.»
«Cómo
te abriré, mezquina,
que
no sé quién te serás?»
«Yo
soy el moro Mazote
hermano
de la tu madre,
que
un cristiano dejo muerto
y
tras mí viene el alcalde:
si
no me abres tú, mi vida,
aquí
me verás matar.»
Cuando
esto oí, cuitada,
comencéme
a levantar,
vistiérame
un almejía
no
hallando mi brial,
fuérame
para la puerta
y
abríla de par en par.
EL ENAMORADO Y LA MUERTE
Un sueño soñaba anoche
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca
muy más que la nieve fría.
-¿Por dónde has entrado, amor?
¿Como has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
-No soy el amor, amante;
la Muerte que Dios te envía.
-¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
-Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy deprisa se calzaba,
más deprisa se vestía;
ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
-¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!
-¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio,
mi madre no está dormida.
-Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
junto a ti vida sería.
-Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
la Muerte que allí venía:
-Vamos, el enamorado,
que la hora ya está cumplida.
Gracias por este manojo de romances hermosísimos, amigo. Un fuerte abrazo.
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