Para la sección de Juicios, paradoja y apotegmas del blog Ancile, subimos una entrada que incide nuevamente en la cuestión del amor y sus relaciones con la poesía. Es un brevísimo capítulo de la obra inédita de El tiempo poético, de quien modestamente suscribe estas líneas introductorias.
AMOR Y POESÍA, NUEVA Y MUY BREVEMENTE
SI AL
ESCRIBIR UN POEMA, aun, o sobre todo, si se
trata un tópico inveterado
como es el del amor, y si pretendemos acompañar junto a lo sorpresivo, la
novedad expresiva y la consecución de lo inesperado, no debemos nunca olvidar
que debe sostenerse sobre aquellos valores signados como eternos. Pero para el
poeta inspirado esto no debe ser motivo de inquietud, pues será consciente de
que la poesía genera su propia novedad, conforme avanza, en virtud de una ley
que, sin embargo, es impredecible.
Acaso
el amor y la poesía participan conjuntamente de aquella dimensión mágica fascinum,
cuyo sortilegio provocador de la febril pertubatio, prende sutílmente en
la sangre del que escribe el verso y del que ama igualmente, como luz vital
materializada con la que observar el mundo. 1
El
amor y la poesía participan, como cosa común de una misma dinámica, y acaso en
virtud de la reconstrucción de una unidad primordial que fue principio y fin de
todas las cosas; quizá de aquella extinguida raza andrógina platónica que no
genera el deseo, y que tiende al estado de compleción o unidad pura. 2
A mi juicio, tanto en el amor como en la poesía, la tendencia trascendente y a
la vez primigenia, es ontológica, definitiva, absoluta.
Mas
su manifestación interpretativa es contradictoria: y la naturaleza, de la
poesía y del amor digo, estrechan su vínculo en la fuente común de donde beben
la misma sustancia, tal vez desvelada por el mito de Poros y Penia: 3
cuando cree obtener satisfacción, el deseo confirma la privación. Es la
dirección involutiva del Eros, del amor como deseo, y de la poesía como
conciencia razonable.
Puede
que el dolor también sea cosa compartida en su naturaleza por la poesía y el
amor: su sufrimiento no se apoya en elementos empíricos o psicológicos, sino
trascendentes; no ha sido el yo lo que quedó vulnerado en su precaria
finitud, sino que la herida, similar al juicio schopenhariano, está abierta en
el seno de lo esencial y eterno que el amor contiene.
Es
natural que el sentimiento amoroso, en tanto que con el amor quiere ser,
presienta con angustia, la angustia de que todo lo sublime pueda, con la
pérdida del objeto amoroso, así mismo desaparecer. Así, con Novalis,
puede afirmarse que: El que ama debe sentir eternamente la ausencia, debe
guardar abiertas siempre las heridas.
Francisco Acuyo
1 Levi, E.: Philosophie occulte, Premiêre
sèrie, La sciencia des sprits, Paris, 1865.
2 Evola, J.:. Metafísica del sexo. Edizione Mediterranee. Roma 1997.
2 Evola, J.:. Metafísica del sexo. Edizione Mediterranee. Roma 1997.
Amor y Poesía, íntimamente relacionados compartiendo la experiencia del dolor, la angustia de la pérdida y la ausencia. Tan ciertas tus palabras. Gracias, Francisco por este tan interesante capítulo de tu obra.
ResponderEliminarUn cordial saludo desde Miami.
Jeniffer Moore
Breve, pero rico en sustancia, amigo. El Amor, en esencia, es sentimiento universal. La atracción carnal o erótica tiene más de emoción que de sentimiento en sí. El Amor trasciende y tiene mucho de almático y de desapego, más de dar que de recibir a cambio. Un abrazo y gracias por el regalo.
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