SENTIDO Y POESÍA
NO
VENDRÍA NADA MAL a estas alturas de nuestra exposición concertar con aquel que,
de manera más o menos asidua, toma contacto con el fenómeno poético, bien como
lector, bien como (inopinado e ingenuo)
estudioso, pues la poesía no es sólo un vehículo de afectividad donde creer
equivocadamente que las ideas claras pueden nacer de emociones confusas;
es en este punto donde creemos que la lógica poética debe ser atendida,
pero más allá de aquella dialéctica tradicional que ofrece una oposición entre
el pensamiento estrictamente lógico y el pensamiento que impulsa la idea
poética (¿acaso de manera similar a como se inquiere a través del el mito?)
como una suerte de ciencia de la parodoja, cuyas unidades epistemológicas vienen a
operar, a nuestro juicio, en un nivel superior al lingüístico, y que se
muestran como diacrónicas y sincrónicas, como tiempo (estructura) reversible,
mas también como tiempo irreversible (relato), pues la poesía, como el mito,
nos hacen confrontar de forma peculiar el viejo problema del sentido de la
significación.
Cabe
reflexionar sobre la poesía como fenómeno literario e histórico, y todo para
contemplar que, desde luego no se agota aquella en este punto, pues diríamos
que es algo consustancial al proceso mismo de pensar y aun de percibir el
mundo. Obsérvese como el proceso del pensamiento poético no difiere tanto como
cabía pensarse en un principio de aquel que otro que exhibe su estricta lógica,
salvo en que las proposiciones pueden sustituirse por símbolos, imágenes, y
variantes diversas por las cuales poder equiparse al rigor de una formulación
matemática (véase las relaciones de equivalencias jakobsianas de la función
poética).
Es
pues inevitable que tengamos en este punto que concertar el mito y el poema:
ambos suceden grados de notable similitud, así veremos que si uno relata o
repite un mito (o un poema acaso)
mostrándose ignorante de su significado, y todo a resultas de que el mito (o la
poesía) comunican sin que los hombres muchas veces sean totalmente conscientes
de ello; idea esta que nos retrotrae al romanticismo (y al surrealismo), donde
el poeta no es quien utiliza el lenguaje, sino que será el lenguaje quien hable
mediante el instrumento que representa el poeta (aun cuando éste, el poeta,
tenga perfecta conciencia de su intrumentalización, cosa que no sucede con
aquel que hace uso del mito); aunque tantas veces cabría preguntarse si el
poeta, igual que el hombre que acude a una mitología sabe lo que esta
significa; cuántas veces el poeta se acerca a la inscripción del poema sin
saber lo que es la poesía.
Nos
parece algo más discutible que, si el mito verdadero puede emparentarse con la
música por intraducible, también pueda situarse muy cerca de la poesía, no sólo
por las relaciones establecidas desde muy antiguo de aquella con la
música, también porque la poesía
participa en muchos momentos de aquellas características del lenguaje del mito:
en ser a menudo una estructura inconsciente y presignificativa, amén de ser
ambos, mito y poema, constructos verbales: uno está hecho de mitemas, otro de
metáforas o equivalencias.
Creemos
que la poesía participa (como tantas veces el mito) con el espíritu humano para
ser un punto de inflexión ineludible que obedece en todas la culturas y
civilizaciones de forma activa a la ley de la perpetua transfiguración (o
devenir) de las cosas y del mundo. Participamos de la opinión de Octavio
Paz respecto de la afirmación que hizo
en su momento sobre Mallarmé sobre la poesía y forma de entender: y es que aquella parte del pensamiento
salvaje (lógica poética) hacia el lógico, mientras que Levi-Strauss, respecto a
los mitos, lo hace del pensamiento lógico hacia el salvaje.
No
obstante colegimos nosotros que la dialéctica entre Le cru et le cuit como oposición, cabe observarla similar como
acontece en la matemática, donde se suceden símbolos en contradicción, la
percepción sensitiva (y cognitiva) se transforman en auténticas categorías
lógicas que no sólo se acaban por convertir en una metáfora de la cultura, sino
en un mediador esencial entre aquella y la naturaleza misma, garantizando el
equilibrio necesario para la libre creación y el conocimiento más pleno.
No
es ninguna extravagancia extraer de aquellas reflexiones anteriores que, si
ambos (la poesía y el mito) están conformados y prefigurados por el
lenguaje, veamos en ellos el prisma necesario para la filtración de la realidad
como signos, nombres y cualidades aptos para su comprensión, y donde el
espíritu, como privilegiado intérprete vive en la poesía (como en el
mito), como singular mediador más allá del devenir y provisionalidad de lo que
acontece, y todo para conocer y ser en el mundo.
Francisco Acuyo
Y ese espíritu que vive en la Poesía, ilumina tus palabras, querido Francisco y a nosotros, cuando leemos ensayos como este.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu entrega al Arte y a la Ciencia. Seguimos tus huellas.
Un cordial abrazo desde Miami.
Jeniffer Moore