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domingo, 1 de junio de 2014

EL EFECTO PERELMAN


Traigo a la sección de Poesía del blog Ancile el poema titulado El efecto Perelman, poema incluido en el libro inédito Poemas herméticos, que reposa hasta su próxima edición -todavía no asegurada-, versos, decía,  inspirados en el personaje y la obra científica del genio matemático Grigori “Grisha” Yákovlevich Perelmán, quien resolvió la Conjetura de Poincaré (entre otras aportaciones de excepcional importancia en el ámbito de las matemáticas) por la que se le concedió uno de los máximos galardones que puedan obtenerse, la Medalla Fields, que concede el Instituto de Matemáticas Clay como primer premio a la resolución de los problemas del milenio, que declinó aceptar junto al millón de dólares que comportaba su concesión.

Imaginaba en el poema que a continuación ofrezco a Perelmán por los Jardines de Verano de su San Petesburgo natal meditando sobre cosas diversas; he querido dedicarlo a mi amigo Carlos Ipiens, Catedrático de Matemáticas Aplicadas de la Universidad de Málaga y también poeta. 


El efecto Perelman, Francisco Acuyo, Ancile





EL EFECTO PERELMAN







El efecto Perelman, Francisco Acuyo, Ancile





A mi amigo Carlos Ipiens,
matemático y poeta



(Jardines de verano de San Petesburgo)


Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo [….]

Fray Luis de León


El humilde razonamiento de uno
vale más que la autoridad de muchos.

Galileo Galilei.


I


   YERTA la tarde interpela
al diálogo de las sombras,
o de la luz el discurso
en muy silente oratoria.

   Las luciérnagas primeras
de la noche son corolas
cuyos pétalos constelan
las siderales magnolias.

   No resplandor al silencio
música concede aroma,
si iluminó soledad
rosa azul y luz sonora.

   Soledad, digo, en los robles
que entre las ramas conforta
el jilguero que en un sueño
añil extasia la atmósfera.

   De alisos forma y alerces
el bosque lírica bóveda
donde el sabio los pasos
suena purpúrea aureola.

   Los abedules y abetos
la luz fatigan marmórea
pesadumbre  que se alarga
en el crepúsculo lóbrega.

   El paseo de la tarde,
donde el maestro reflexiona,
se diluye y, en el entorno,
telúrica su persona;

   y en esto, el bosque mismo
idéntica trayectoria
anduvo siguiendo el paso
del que en el olvido mora.

   El mármol de las estatuas
la luz desliza salmodia
como pálido silencio
de una silueta incorpórea.

   Así, el ámbito camina
etéreo, donde la forma
de la materia disuelve,
y en olvido la memoria

   cuando, de pronto, el acorde
azulado de la lógica
un pensamiento refulge
desde el fondo de las sombras.


El efecto Perelman, Francisco Acuyo, Ancile


                    II


   AL fin, ya de noche, a ras
de cielo que astros alfombra,
sus ojos en el infinito
silenciosamente posa.

   En este jardín conciso
la azucena de la lógica
corrige, prueba, demuestra
en cada pétalo idónea.

   De las esferas acorde,
por la soledad sonora,
en cada signo que inscribe
iluminado interroga.

   Así el asterismo enlaza
vívida idea que ahorma
del movimiento prosario
la lírica trayectoria.

   Sobre inasible sustento
una imagen elabora
el espíritu que inerva
en la materia la forma:

   la medida y la proporción
en el infinito acota
aquella ánima encarnada
en la razón creadora.

   Principio de lo terrible
fuese la belleza, armónica
simetría donde azar
seguro traza su axioma.

   El teorema de la luz
conjetura por las sombras,
tras examen minucioso
toma azucena la forma.

   La verdad indemostrable
entre los mirtos asoma
y, un rayo lunar resbala
otra imagen incorpórea;

   el matemático, en su éxtasis,
suspenso, la ceremonia
de la prueba en crisol
de lo bello proporciona:

   la finalidad sin fin,
el espíritu en la forma,
la quietud del movimiento,
la oscuridad de la aurora.


   Atenta escucha la luz
en la soledad sonora
que, por la noche, discurre
idéntica en su antinomia.

   La noche, si en el jardín
oscura cierra la fronda
que, sepulcro de la luz,
abre su lecho de sombras.





Francisco Acuyo, de Poemas herméticos (inédito)








El efecto Perelman, Francisco Acuyo, Ancile
Grigori "Grisha" Yákovlevich Perelmán

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