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sábado, 2 de mayo de 2015

EL SÍMBOLO: ANTHEREDON, ANTHROPOS

Ofrecemos la segunda entrega de Etimología y símbolo de los insectos en el ámbito literario. Una breve aproximación, esta vez vez bajo el título de El símbolo: antheredon, anthropos, para la sección De juicios, paradojas y apotegmas, del blog Ancile.








ETIMOLOGÍA Y SÍMBOLO DE LOS INSECTOS 
EN EL ÁMBITO LITERARIO.

ALGUNAS BREVES APROXIMACIONES II



El símbolo: antheredon, anthropos, Francisco Acuyo




EL SÍMBOLO: ANTHEREDON, ANTHROPOS
           



El símbolo: antheredon, anthropos, Francisco Acuyo



            El anthredon (tipo de abeja silvestre), según algunos lingüistas, tiene el mismo origen que anthropos (hombre), de lo que puede inferirse la comunión del hombre minoico[1] con la naturaleza, así como la no del todo casual coincidencia de dicho supuesto origen. En cualquier caso, no poca de la etimología referente a los insectos está resueltamente implicada con determinados símbolos, y estos, a su vez, dinámicamente entrelazados con propuestas simbólicas psicológica y universalmente asociadas a la conciencia de los hombres.

            La etimología puede ofrecernos la ruptura ambivalente de lo que una vez fue signo (lingüístico) y ahora es imagen que fija y rige la energía psíquica que une un pensamiento, una palabra, a un sentido latente (que diría Freud), o la imagen más apta para designar lo mejor posible la naturaleza oscuramente sospechada del espíritu, que añadiría Jung.

            Acaso en las manifestaciones etimológicas, primero, y simbólicas, después, de los insectos, puede verse la vívida naturaleza del símbolo unido a una sección de nuestra psique siempre en movimiento y transformación. Veamos algunos casos más representativos, que no los únicos, de este genuino movimiento transformador de los símbolos en los insectos.

El símbolo: antheredon, anthropos, Francisco Acuyo            El escarabajo –coleóptero- (del latín scarabaeus y del griego karabos, skabarábeios,) de la familia de los scarabeidae, es archiconocido símbolo egipcio, que si bien representa el carácter cíclico del ser, emparentado a la divinidad Khepri (sol naciente), también se le reconoce como imagen simbólica de la resurrección[2], no en vano Aristófanes veía en el coleóptero coprófago la función vehicular o transportadora del ser humano a la morada de Zeus. Era también muy frecuente encontrar los amuletos de escarabajos usados como peculiares y potentes talismanes. En China se le reconocen atributos simbólicos similares –Tratado de la flor de oro-. En el Chilam Balam maya se muestra como el lodo que, a pesar de su pútrida naturaleza, acabará transformándose en divinidad.

            La abeja (apicula, del latín), es símbolo proverbial en el lenguaje jeroglífico egipcio, y análogo a las ideas de creación y laboriosidad, siendo en Grecia emblema de trabajo y obediencia[3]; de particular influjo en la tradición Románico-Cristiana simboliza la diligencia y la elocuencia; siendo reconocida como símbolo real en la cultura Caldea y en Egipto, amén de símbolo solar; incluso como portadora de almas en la tradición mítica de Cachemira y Bengala[4]; relacionada con los cultos a Artemisa, estando muy relacionados en Grecia con la poesía; mas también como emblema de Cristo: miel y aguijón, como misericordia y justicia respectivamente; también como símbolo del Espíritu Santo en la Edad Media (Bernardo de Claraval). No menos curiosa es la relación de la abeja con la palabra según la correspondencia etimológica hebrea, dbure (abeja), que deriva de la raíz dbr, palabra, cuya relación entre el verbo y la abeja resulta especialmente significativa; siendo, en fin, traída de consuno por filósofos y literatos (Platón, Píndaro, Virgilio…) hasta nuestros días.

            El caso de la mariposa (del griego psyche, psuché, alma), en modo alguno resulta ser menos fascinante. La ausencia de cualquier alusión a este lepidóptero en la poesía: lírica, trágica o fabulística en Grecia, es algo misterioso que muy bien pudiese tener relación con el carácter místico religioso de la mariposa (era el vehículo del alma después de muerto el cuerpo).[5] Así pues, como emblema del alma[6], y de atracción hacia lo luminoso y de ligereza e inconstancia,[7] la etimología griega muestra claramente ese vínculo etimológico simbólico que tanta fascinación nos causa, pero si seguimos indagando, incluso en momentos de aparente contradicción de significado, vemos que acepciones reconocidas en los diccionarios de símbolos emparentan con el psuché –psyche- del alma, mas también con otras raíces etimológicas diversas que, al final, acaban casando con sus respectivos
El símbolo: antheredon, anthropos, Francisco Acuyo
símbolos. He aquí que mariposa se emparentan con el primitivo phallaina, cuyo origen se acerca más a la descripción de la mariposas como representación del amor y los placeres[8], no en vano phallaina proviene de phalos[9], cuya connotación sexual era señalada por Freud tiempo atrás.

            Así, si las mariposas que se apresuran a la muerte en la llama brillante, Bhagavad Gita, serán también símbolo en extremo oriente de la mujer y la felicidad conyugal (Japón y China), pero también lo será de la metamorfosis por excelencia y acaso bien pudiera ser emblema del símbolo mismo, pues en él vemos como lecturas tan distantes coinciden en sus representaciones simbólicas (los aztecas también tenían a la mariposa como símbolo del alma y del aliento vital, hasta las creencias populares grecorromanas, en las que el alma del muerto tomaba la forma de mariposa para salir del cuerpo).

            Así las cosas, si bien de un tiempo a otro, de una cultura a otra, cambian las representaciones de los insectos, no obstante, en la trasmisión simbólica permanece la imagen vívida que ha impregnado durante siglos la psique de los seres humanos hasta nuestros días. Así puede constatarse de los vestigios más antiguos de los textos literarios hasta la contemporaneidad, cuyos símbolos mantienen viva la llama de la sabiduría.

            Por todo esto que exponemos es por lo que la conciencia total (a la que aludía Elíade), adquiere en virtud del símbolo carta de naturaleza en el universo de lo consciente –y que incluye lo inconsciente-, en el que todos y cada uno de los individuos participa activamente en el mundo de lo visible e, incluso, o sobre todo, de lo invisible. Por eso, aquella epifanía[10] simbólica de la que participa la literatura (y sobre todo la poesía), es la manifestación más evidente del mundo del espíritu que, de manera inevitable, acompaña nuestra existencia, y que desde luego acompaña al mundo singular de lo simbólico en los insectos, cobrando estos, a tenor de lo que el símbolo transforma y vivifica, una realidad trascendente que puede, y de hecho así lo hace, transformar y enriquecer hasta lo más íntimo y profundo de nuestra vida psíquica.


Francisco Acuyo
           
           







[1] Ibidem, pp. 332
[2] Chevalier, J. y Gheerbrant, A.: Diccionario de los símbolos, Herder, Barcelona, 1988, p. 460.
[3] Cirlot, E.: Diccionario de símbolos, Siruela, Madrid, 2005, p.63.
[4] Chevalier, J. y Gheerbrant, A.: Diccionario de los símbolos, pp.40-41
[5] Moret, P.: Los insectos en la mitología y la literatura de la Grecia Antigua, p. 333.
[6] Cirlot, E.: Diccionario de símbolos, p.306.
[7] B.M.P. Diccionario Universal de la mitología, Barcelona, 1835, p. 236.
[8] Ibidem, p. 236
[9] Moret, P.: Los insectos en la mitología y la literatura de la Grecia Antigua, p.334,
[10] Chevalier, J. y Gheerbrant, A.: Diccionario de los símbolos, p. 25.




El símbolo: antheredon, anthropos, Francisco Acuyo

1 comentario:

  1. Interesantísimo trabajo, amigo mío. La imagen inicial es magnífica, hermosa. Gracias por el regalo de tu sabiduría. Un abrazo.

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