Para la sección del blog Ancile, Editoriales amigas, traemos el título, Quien lee vive más, del poeta y escritor (y dilecto promotor y difusor literario) Javier Lostalé, en edición, abriendo el libro, un prólogo de Jesús Marchamalo y un epílogo, para cerrarlo, de Cristina Hermoso de Mendoza. Desde aquí recomendamos vivamente su lectura porque, en verdad, quien lee vive más y más plenamente. Estas páginas deliciosas darán fe de que la lectura es imprescindible para la vida vigorosa del corazón y el crecimiento más subido del espíritu. He aquí una breve pero intensa muestra de lo que con total entusiasmo recomendamos.
JAVIER LOSTALÉ, QUIEN LEE VIVE MÁS
EL BUEN LECTOR
EL buen lector es siempre agradecido y no
olvida el día en que unas palabras, un gesto
o la luz de un rostro trasmitiendo interior
felicidad, le condujeron a los libros como compañeros que ya no le abandonarían
nunca. No olvida al profesor que explicaba cada día la lección impartiendo no
sólo conocimientos, sino abriendo ventanas a la imaginación y creando un clima
en que cada alumno podía sentirse nombrado y dueño así de una vida apenas comenzada,
porque al lado de la disciplina que era necesario aprender no faltaba un
libro del que, en cada clase, leía una página, con
tal pasión que, enseguida, pasaba a ser parte de los sueños, deseos, soledades y amores de los discentes. Transcurridos los años, el buen lector levanta
un momento la mirada del libro y siente cómo la habitación se llena de una
difusa presencia, no de este tiempo sino de otro ya
lejano en que un profesor amigo no sólo leyó un texto en voz alta, sino
que después puso en sus manos aquel volumen, su cuerpo tan luminoso. Hoy
el buen lector no teme preguntarse por
la suerte de aquel profesor porque sabe que a través de la lectura estará siempre
con él, pues los libros
crean un territorio de solidaridad y amistad en el que nada de lo que fue se pierde. Es más, el buen lector
vuelve a escuchar ahora
sus pasos, la voz tan clara
de su silencio diciendo: «Quien lee vive más».
AMISTAD
Y LECTURA
JORGE Luis Borges dice en un bellísimo poema
dedicado a la amistad: «No puedo darte soluciones / para todos los problemas de
la vida, / ni tengo respuesta / para tus dudas o temores /
pero puedo escucharte / y compartirlo contigo ( ...
)». ¿No
podrían estos versos referirse a la compañía que nos hacen los libros? Durante
la lectura las palabras que alguien escribió
se integran tanto en nuestra vida que se comportan como otro ser que escuchara
el latido incluso de nuestros pensamientos. De ahí esa paz que sentimos con
frecuencia mientras dialogamos con un libro, fruto
de nuestro conocimiento de hallarnos no ante unas letras mudas sino ante un verdadero
interlocutor que en silencio nos escucha mientras nos entregamos a ellas con nuestra
biografía de vacilaciones, conquistas y
derrotas. Y en silencio también nos responde,
no con medicinas milagrosas sino abriendo puertas y ventanas a nuestro espíritu para que nos reconozcamos y aceptemos tal como somos, y algo se encienda
dentro de
nosotros que nos haga capaces de ver lo que antes no veíamos y de generar
ilusión por el mismo hecho de vivir. Ese soplo cálido que acompaña nuestra lectura es el
alma del libro, su invisible honda presencia que se comunica con nosotros como
un amigo verdadero que nos ayuda en cualquier momento a hacer realidad nuestro
lema: «Quien
lee vive
más».
Javier Lostalé, de Quien lee
vive más, 2013
Sin dudas, amigo, que leer es alargar la vida, y no solo cronológicamente, sino en carga vivencial, en conocimiento. Gracias por este aporte tan saludable. Un abrazo.
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