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domingo, 30 de agosto de 2015

KARL POPPER, DE LA CIENCIA Y SUS LÍMITES: METAFÍSICA DE LO INAGOTABLE, UN APUNTE (POÉTICO) EN SU HOMENAJE

Para la sección De juicios, paradojas y apotegmas, ofrecemos el post titulado De la ciencia y sus límites: Metafísica de lo inagotable, un apunte (poético) en homenaje a Karl Popper, del que se cumple aniversario de su fallecimiento en breve, el 17 de septiembre próximo. Homenaje singular al filósofo de la ciencia que tanto influyó en el pensamiento de quien suscribe estas líneas.



De la ciencia y sus límites: Metafísica de lo inagotable. Un apunte (poético) en homenaje a Karl Popper, Francisco Acuyo



DE LA CIENCIA Y SUS LÍMITES:
 METAFÍSICA DE LO INAGOTABLE,
UN APUNTE (POÉTICO) EN HOMENAJE A KARL POPPER.





RECUERDO hoy tan vivamente como cuando (hace ya treinta y cinco años desde que tuve noticia de lo que les cuento) era un jovencito muy curioso y nada indolente, que tuvo ocasión de leer la divertida anécdota ocurrida entre dos (tres, si tenemos en cuenta la encerrona del gran Bertrand Russel) gigantes de la filosofía del siglo XX en la sede de la Sociedad de la Ciencia Moral, entre Ludwig Wittgenstein y Karl Popper,[1] gracias a la cual empecé a interesarme vivamente por la obra y personalidad de Popper. Corrían los días en los que daba forma al que después habría de ser uno de mis libros preferidos de poemas.[2] Así, junto a los versos que decían:  […] La mano finge del viento // el silbo suave llevando,// del llanto perlas al sueño, //del sueño perlas al llanto,[3] hube de enriquecer mi espíritu con la lectura de las obras de Karl Popper.

                Eran aquellos momentos en los que la ciencia –la física, la astrofísica y la astronomía- (no sólo la poesía) colmaban mis intereses intelectuales y espirituales más inmediatos. Popper se alzaba entonces como el escrutador más lúcido, a mi juicio, de la teoría de la ciencia, de su dinámica y de su metodología. Aquella afirmación suya que decía que la ciencia será siempre una búsqueda, jamás un descubrimiento real. Es un viaje, nunca una llegada, hizo no más que confirmar mis intuiciones en torno a los límites de la ciencia que yo entreveía en mi humilde ejercicio de poeta.  Si a esto le unimos su reveladora visión sociológica de la comunidades humanas, por cierto, con la que también
De la ciencia y sus límites: Metafísica de lo inagotable. Un apunte (poético) en homenaje a Karl Popper, Francisco Acuyo
me identificaba plenamente, hizo de este genio del siglo XX uno de los parangones más altos en los que intelectualmente hube de mirarme. La Sociedad abierta y sus enemigos,[4] fue uno de los referentes críticos más importantes de todos los tiempos contra los totalitarismos, el cual dejó una huella más que profunda en mi pensamiento político.

                No deja, con las perspectiva que ofrecen los años, de sorprenderme cuán fecundo fue este influjo singular en mi personalidad intelectual y, cómo habría de calar, incluso, en la manera de concebir algo tan supuestamente alejado del rigor científico como es la poesía. De hecho, la severidad y cuidado con el que trataba el verso, si hizo aún más crítico, encontrando satisfacción en pocos de los poemas que pude dar (vacilantemente) por conseguidos.

                Fue uno de los  momentos claves de mi vida creativa y de pensamiento de calado filosófico. Nunca daba por terminados los versos y menos aún la composición poemática. Así surgieron creaciones muy peculiares que marcaron un momento de inflexión importante en mi vida de poeta, lector  y estudiante  impenitente y obstinado. Dan fe de ello aquellos versos que decían: […] Dos ángeles y el paisaje, // y la imagen de un retablo // que finge entre los espejos // combar el tiempo en sus manos.[5]
              Estos fueron momentos de lectura de obras del gran espejo del pensamiento donde mirarse como en pocos otros referentes: La lógica de la investigación científica, El yo y el cerebro (junto a sir John C. Eccles),  Conjeturas y Refutaciones: el Crecimiento del Conocimiento Científico, Teoría Cuántica y el Cisma en la Física, El Universo Abierto: una Discusión a favor del Indeterminismo, El Conocimiento y el Problema de la Mente y el Cuerpo: en Defensa del Interaccionismo,…. y que llenaron tan buenos momentos de reflexión y maravillosas horas de lectura.

                El cuestionamiento del método inductivo en la ciencia supuso un influjo incuestionable en mi manera de razonar no sólo la cuestión epistemológica, desde luego la manera de afrontar el fenómeno literario, artístico y poético, si en verdad pretendía tener un conocimiento al menos aproximado de su funcionamiento, construcción y estructuras de su particular configuración, moviéndome en un ámbito no muy acostumbrado en el dominio de los estudios literarios en ese momento y, desde luego, de las amistades que compartían conmigo el gusto por la literatura, el arte y la poesía.

                Momento especialmente grato para mí fue encontrar alguien de talento tan contrastado con el que coincidir en relación a materias relacionadas con el conocimiento, configuradas equívocamente desde una óptica dualista en las que sólo las proposiciones científicas habrían de ser significativas, no así, la otra parte de esa dualidad, la metafísica (que en tantos momentos había yo emparentado con la poesía como fenómeno puramente creativo), que en modo alguno tendrían significación relevante;
turar de manera material, aun cuando la ciencia –física- reconoce que la nada –el vacío, como sucedáneo de aquella-  es origen del universo material conocido.[6]  En otra ocasión contaba al respecto::puede inferirse una analogía que, por sorprendente, no tiene por qué resultar disparatada, y es que, si del silencio y de la nada pudo surgir (a través de la singularidad del big bang) el universo en virtud de su enigmática capacidad generadora –creativa-,[7] y que relacionaba con mi singular concepto de la conciencia. Era algo fundamental esta crítica a los dogmatismos positivo reduccionistas del método científico, mediante el que anular cualquier otro tipo de discurso gnoseológico.

Su controvertida relación con el Círculo de Viena[8] se puso definitivamente de manifiesto en su cuestionamiento del criterio de verificación, trayendo tan oportunamente una extraordinariamente bien razonada oposición: la ciencia no puede (como Hume afirma anteriormente)  operar por inducción ya que la base verdaderamente empírica de la ciencia es la falsación en un proceso abierto que marcará el auténtico discurso científico. Los criterios de demarcación entre la ciencia y la metafísica quedarían delimitados en virtud de este criterio de falsación, para estimar si se puede diferenciar el ámbito de estudio de una u otra disciplina. Esta famosa ley de la refutación será la que establezca las diferencias entre uno y otro discurso.

Es así que, de todo lo tan apresuradamente expuesto, puede inferirse la vertiginosa ascendencia de la ciencia (y la tecnología) que, a su vez expone el enorme desfase de este avance en relación a otros campos del conocimiento, todavía prácticamente anclados a las sistemáticas clásicas de pensamiento, denuncia que no nos cansamos de hacer desde nuestro humildísimo foro. La superación de las contradicciones entre empirismo y racionalismo acaso sea la baza a jugar más importante para ello, por eso, las teorías, pensaba Popper, -no los hechos- son el fundamento del racionalismo, mientras que será bajo su óptica mediante la que nos fijaremos en los hechos que, posteriormente, necesitarán, mediante la experiencia, que teorías son o no aptas, por lo que la ciencia no confirma leyes, sino que descarta las proposiciones iniciales (teóricas) cuando la experiencia las pone a prueba.

De la ciencia y sus límites: Metafísica de lo inagotable. Un apunte (poético) en homenaje a Karl Popper, Francisco AcuyoSe me hubo de presentar esta cavilación poperiana como una  sutilísima exacerbación del criticismo kantiano  mediante el cual dar a la caza alcance, alcance, digo, a las condiciones epistémicas del conocer humano que no son tan rudimentarias como el más radical y reduccionista positivismo materialista ha querido imponer al conocimiento humano, así los juicios a priori –universales- son posibles en virtud del sujeto, o lo que es lo mismo, de la conciencia como fuente Königsberg pues, era la poesía una suerte de metafísica de la naturaleza que se me ofrecía de manera clarividente, en virtud de mi intuición de poeta y del acercamiento sublime intelectual de Popper  sobre lo que la ciencia puede y no puede decir acerca de la realidad, por eso  en aquellos momentos, ahora tan vívidos, yo escribía: […]  Este juego no es muy serio. // El poeta no es el poeta,// mas el poeta, sin embargo,// fundió de toda materia // con su celeste albedrío // del espíritu la arena, // y sobre el mar nos aguarda // todo cubierto de estrellas. // Transitoria luz y tibia // deslizaron para el poeta // entonces miles de historias:// Y el hombre habitó en la tierra.[9]


                                                                                           Francisco Acuyo




 [1] Cuentan que Bertrand Russel emplazó a Wittgenstein y a Popper a un debate bajo el título ¿Existen problemas filosóficos?. Cuenta Popper que Wittgenstein había estado jugueteando nerviosamente con el atizador de la chimenea […] para subrayar lo que decía y cuando se planteó la cuestión del estatuto de la ética, […], Wittgenstein me desafió a que pusiera un ejemplo de norma moral. Yo le repliqué: No amenazar a los conferenciantes con un atizador. Ante lo cual, Wittgenstein, en un ataque de ira, arrojó el atizador al y abandonó violentamente la sala dando un portazo.[…].
[2] No la flor para la guerra, en la que sería su primera edición, Pliegos de vez en cuando, Granada 1987,
[3] Romance del avellano, Pliegos de vez en cuando, Granada 1987,
[4] Popper, K.: La sociedad abierta y sus enemigos, Paidós, Buenos Aires, 1967.
[5] Dos luces dos sonidos, 2ª edición de No la flor para la guerra, Extramuros, Granada, 1997.
[6] No referimos a la Teoría del Big Bang y del Universo inflacionario como conjunto de propuestas en el marco de la física teórica para explicar la expansión ultrarrápida del universo en los instantes iniciales.
[7] El ser y la nada, o la conciencia de la nada en el ser del mundo, Blog Ancile: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2015/08/el-ser-y-la-nada-o-la-conciencia-de-la.html
[8] Círculo de Viena, organismo científico y filosófico formado por Moritz Schlick, cuyo nombre original era: Círculo de Viena para la concepción científica del mundo, que se ocupaba principalmente de la lógica de la ciencia, considerando la filosofía como una disciplina encargada de distinguir entre lo que es ciencia y lo que no, y de la elaboración de un lenguaje común a todas las ciencias.
[9] Laberinto y planeta, 2ª edición de No la flor para la guerra, Extramuros, Granada, 1997.



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