En la sección, Pensamiento, del blog Ancile, incluimos el fragmento titulado, La conciencia y la imagen poética, que forma parte del trabajo general, Imagen y poesía, del que hemos adelantado algunos otros fragmentos en entradas anteriores para esta misma sección.
LA CONCIENCIA Y LA IMAGEN (POÉTICA)
En cualquier indagación sobre la realidad (artística o no
–pongamos también científica), la imagen a la que nosotros invocamos, ya lo
advertíamos anteriormente, será la que pueda apercibirse materialmente (sin
renegar de otras realidades no perceptibles –abstractas- que conforman inevitablemente
la realidad de nuestra conciencia, sobre todo, si en verdad queremos trascender
lo mera o materialmente perceptible), pues es esta realidad la que pone en evidencia la
fenomenología singular entre determinadas imágenes (poníamos como ejemplo las
imágenes sinéstésicas y ecfrásticas), la realidad sensorial de las mismas y la
conciencia perceptora, o, mejor, integradora del poeta.
Se dice que los procesos que intervienen en lo que
denominamos conciencia tiene lugar, desde una óptica neurobiológica, a escala
microscópica (en la sinapsis) entre neuronas y redes neuronales y agregados
celulares diversos. Las aproximaciones filosóficas al fenómeno de la conciencia
son, claro está, inevitables, así lo muestra la propia historia de los
diferentes sistemas, los cuales no se caracterizan por una convivencia
precisamente pacífica. Como vemos ya de inicio, la conciencia tiene un sustrato
material que, para el neurocientífico no tiene asomo de duda, siendo aquella,
la conciencia, un epifenómeno del cerebro. Sin embargo el dualismo imperante
mente-cerebro, durante tanto tiempo (persiste en nuestros días) entre filósofos
y científicos de la mente expone una problemática –fascinante- entorno al mismo
concepto de lo que conciencia sea. La imagen (poética) tiene mucho que decir
respecto a una cuestión que en modo alguno está superada.
Las muy diversas (y en muchos casos) controvertidas
aproximaciones a la fenomenología de la conciencia, pueden servirnos de fiel
referente en cuanto a la enigmática complejidad que la caracteriza y de la cual
debaten desde las ciencias de la cognición, la neurociencia, la psicología, la
filosofía e incluso la misma física (cuántica). Si la abarcamos en el ámbito
exclusivo del estado mental es inevitable reconocer su protagonismo no sólo en
el dominio de la vigilia, sino también en el del sueño y sus componentes
irracionales, traída al ámbito de lo interno y subjetivo, mas,
irremediablemente distinguida de la realidad física explicitada por la ciencia
(Galileo, Descartes…), la cual ha mostrado su empeño de discriminación y
diferencia del mundo del espíritu (del alma, de la mente); ¿mas, que tendría
que decir la imagen –poética- en relación a este dualismo tan insistente?
Las visiones derivadas del materialismo positivista más contundente,
la imagen, como derivación de la creación –consciente e inconsciente-, no sería
más que producto de la conciencia que, a su vez, no es más que un epifenómeno
biológico del cerebro, por lo que se diría que ya está conjurado y
superado el
dualismo tradicional[1], aunque en verdad ni mucho
menos esto es cierto, no pocos y destacados científicos modernos no acaban de
soltar el supuesto lastre del dualismo mente-cerebro (como ejemplos ilustres
están John Eccles o el mismísimo Roger
Penrouse),[2] en cualquier caso la
imagen se verá emparentada muy estrechamente a una realidad subjetiva que en
modo alguno tampoco está exenta de controversias, véase la problemática no del
todo resuelta de los qualia.[3] De todas formas la actualidad mental que una determinada
imagen –poética- ofrece o puede ofrecer, no puede circunscribirse únicamente al
territorio de los símbolos formales, de hecho el lenguaje mantiene una relación
entre significante y significado que denota el ámbito semántico mediante el que
no puede reducirse dicha imagen como un reducto simbólico –informático- que en
modo alguno garantizaría el contenido semántico que interviene en toda
actividad mental, y es que las operaciones sintácticas –programáticas- para
alcanzar un nivel semántico que avisamos.
Al margen de que la identidad humana sea o no un vasto
agregado de células nerviosas[4] y moléculas a ellas
asociadas[5], nos remitiremos nosotros
al hecho del innegable influjo de la imagen –poética- en determinados estados
de conciencia, siendo incluso propios o genuinos de su influencia[6]. De hecho, las imágenes poéticas, y de manera
similar a lo que sucede con los qualia,
ponen en evidencia que la sensación de ellas extraídas no puede ser reducida a
la mera actividad neuronal,[7] y es que no nos satisface
la explicación de los correlatos neuronales como explicación de la conciencia,
y de ello da fe precisamente la imagen y su funcionamiento ya que no nos parece
que la experiencia sensitiva[8] (visual o no) sea un
cúmulo de descripciones del mundo,[9] mas bien que la conciencia
sensitiva (sensorial) responde a estímulos exteriores que desencadenas procesos
neuronales[10]. La imagen (por ejemplo
sinestésica) nos habla no sólo de la unidad trascendental de la percepción
kantiana[11] por parte del cerebro
sobre determinado objeto, también de la singular sincronización (lo que en el
fenómeno de la sinestesia se denomina simultaneidad cruzada) de emisiones de
señales racionales que dan noción de las características de determinado objeto
traído por la imagen sinestésica que nos traerán sensaciones no solo visuales,
olfativas, sonoras… también cenestésicas (movimiento), de forma…
Lo que pretendemos, en fin, es mostrar que el fenómeno de
la conciencia, en virtud de lo observado a través de los fenómenos de la imagen
(sinestésica, ecfrástica…) no debieran reducirse al ámbito neurológico,[12] de hecho hay sectores de
estudiosos que abogan por la implicación física de la conciencia. [13] El mundo de la imagen
–poético creativa- nos muestra el cruce, la mezcla sensorial como paradigma
claro de disolución de fronteras de la percepción sensorial bajo una
representación global de los objetos del mundo, e incluso de las ideaciones
abstractas, que pueden ir sujetas a determinadas percepciones, es más, a través
de las imágenes pueden aparecer vinculadas en una conciencia que no distingue
las sensaciones físicas de las emocionales o sentimentales o de aquellas
profunda y esencialmente abstractas. La sinestesia, por ejemplo, pone en
interrelación la conciencia primaria (sensaciones y experiencias) con las
consideradas a la conciencia superior como el lenguaje y la conciencia de sí.
Es más, incluso el pensamiento simbólico y todos sus derivados abstractos no
están
separados de los netamente sensoriales, por lo que la imagen –poética- no
se sustrae sólo al funcionamiento de la mente en su percepción sensórea sino
que está implicado en un orden singular
que integra el símbolo, los mecanismos del lenguaje y otros fenómenos
reconocidos como de abstracción pura. En el fenómeno de la imagen sinestésica y
metafórica dan cuenta puntual de lo que exponemos por lo que no debe
resultarnos extraño encontrarnos en este territorio de la imagen con términos
aparentemente contradictorios como el de
abstracción sinestésica[14], y desde donde podemos
constatar que las denominadas leyes del espíritu pueden imperan en el mundo de
lo externo, es más, la imagen se nos ofrece como una vía de superación de la
imagen cartesiana del mundo. La imagen en su capacidad de abstracción nos
muestra una realidad que va más allá del concepto que ofrece la intuición para
apreciar un orden implícito en el caos de las sensaciones.
Advertíamos[15] de que el poder de la
imagen –poética- en el territorio de la cognición, es siempre creativo, si es
capaz de hacer interaccionar con el entorno (y lo más profundo de nosotros
mismos), mas también de modificar y modificarnos en su ejercicio y desde donde
inferir que : imaginación –imagen- (creativa) y acción son la misma cosa en
poesía. se manifiesta como el arte capaz de ofrecer una forma
de conciencia capaz de dejar huellas no sólo psíquicas, emocionales,
intelectuales, conceptuales, también materiales, si a través de ella
y sus marcas poderosas, podemos hacer cambiar el mundo[16]. La potencia de la imagen poética proviene de su
manera singular de conocer y convocar el mundo, no tanto de manera analítica como integral u holística, cuyo
poder evocador y convocador debe hacernos reflexionar no sólo sobre su
capacidad de modificar nuestra conciencia, también y en virtud de esa
capacidad, de cambiar el propio entorno con el que inevitablemente interacciona
y aprovechar, desde su óptica privilegiada y creativa, su empuje para
integrarse de manera armónica, orgánica y plástica con lo que en el mundo
existe[17].
A tenor de lo que la imagen poética (en forma de
sinestesias, écfrasis, hipálagues, sinécdoques…) puede ofrecernos aquello que entendemos
como poesía (poiesis) en términos extraliterarios, como entidad o
como medio singular para explicar el impulso creativo capaz de generar lo
nuevo, y que propicia el diálogo (creativo) entre los elementos perpetuamente
separados[18] de la conciencia y la
materia.[19]
Francisco Acuyo
[1] De no menos relevancia es el
dualismo en el ámbito y terminología de la informática en su distinción de una
base material hardware, y otra propiamente informática (información), el
software.
[2]
Eccles, J.: El yo y su cerebro, Labor, Barcelona, 1993. Penrouse, R.: Las
sombras de la mente, Crítica, Barcelona, 1996.
[3]
Cualidades subjetivas de
las experiencias mentales que simbolizan el hiato explicativo entre las
cualidades subjetivas de nuestra percepción y las del sistema físico que
denominamos cerebro. Las propiedades de las experiencias sensoriales (color,
aroma, sonido…) son epistemológicamente incognoscibles e incomunicables.
[4] Se dice que las neuronas se comportan (salvo raras excepciones) de manera
excitadora o inhibidora, siendo este comportamiento el que se establece como
causa de nuestros estados diversos de conciencia, en cualquier caso también
sabemos de la plasticidad del cerebro, ya que éste puede verse modificado por
diversos estímulos y comportamientos exteriores, por lo no sabemos con seguridad
cuándo está siendo modificado externa o creativamente y cuándo su fisionomía es
resultado de su peculiar evolución o mutaciones naturales.
[5] Crick, F.: La búsqueda científica del alma, Círculo
de lectores, Barcelona, 1994.
[6] Nosotros creemos que son los que son propios de
estados o mejor de dinámicas creativas.
[7] Si es que entendemos el proceso
cognitivo (véase Searle, J. R.: Dos biólogos y un físico en busca del alma;
Mundo científico (Rechercher) ,
julio-agosto, 1996) deducible de la imagen poética como una propiedad
intrínseca del cerebro.
[8] Acuyo,
F.: Fisiología de un espejismo, p. 38.
[9] Crick, F.: ob. Cit. Nota 48.
[10] Acuyo,
F.: Fisiología de un espejismo, p. 38.
[11] Kant, E.: Crítica de la razón
pura, Espasa Calpe, Madrid, 1987.
[12] Aun cuando la noción topológica
de la red neuronal y la interconexión de los diferentes mapas neuronales ya nos
hablan elocuentemente de que no son reales los departamentos estancos y
categorías cerradas integrados en el cerebro.
[13] Como un fenómeno cuántico, ver Penrouse,
R.: ob. Cit. P. Las sombras de la mente, p.9.
[14]
Acuyo, F.: Fisiología de un espejismo, p. 44.
[15]
Acuyo, F.: Cognición y
poesía II, De paradojas, juicios y apotegmas, Blog Ancile: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2011/06/cognicion-y-poesia-ii.html
[16]
Acuyo, F.: Cognición y
poesía III, De paradojas, juicios y apotegmas, Blog Ancile: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2011/06/cognicion-y-poesia-ii.html
[17]
Ibidem.
[18]
Hace
tiempo planteaba un razonamiento singular sobre la poesía como potencia o
capacidad creativa (extrayéndola del ámbito estrictamente literario), así las
cosas, la poesía puede considerarse como conciencia en sentido ontológico, ya
que su impulso creativo es fundamento de la mente (que incide en la materia),
ya que se establece como un mecanismo dinámico (poético) –ser en la belleza-
consciente que interactúa, como conciencia en la materia.
[19]
y que podrían identificarse con los
procesos de morfogénesis con más coherencia que la biología tradicional. Rupert
Sheldrake apuntaba a unos enigmáticos campos morfogenéticos capaces de hacer
interactuar dinámica y unitivamente el cuerpo y fuerza vitales para la
generación de cualquier organismo diferenciado,[6] y
que yo, acaso ingenuamente, identifico con ese impulso poiético de creación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario