Para la sección, Extractos críticos, del blog Ancile, traemos una reseña sobre el libro del escritor Pastor Aguiar, La Noche de los cangrejos.
LA NOCHE DE LOS CANGREJOS,
DE PASTOR AGUIAR
La noche de los
cangrejos, de Pastor Aguiar, Entorno
Gráfico Ediciones, colección El Torno
Gráfico, Granada, 2015.
Pastor José Aguiar[1],
nos regala una nueva y extraordinaria primicia
en forma de libro de cuentos intitulada, La
noche de los cangrejos, en edición tan pulcra y elegantemente editada como
acostumbra el sello editorial Entorno
Gráfico Ediciones, que en corta andadura comienza a situarse como uno de los
referentes en publicaciones de más impecable factura editorial, cuidando
minuciosamente cada detalle, desde el diseño de cada colección, a la impresión,
papel, encuadernación… y esta vez en su espléndida colección El torno gráfico. El escritor cubano
estadounidense, con la fina, ágil, cristalina e ilustradísima dicción que le
caracteriza, en una selección ejemplar de relatos, ofrece un raro y
sorprendente conjunto narrativo con una
resuelta y singular propuesta literaria que, a mi juicio, lo sitúa en lo más
alto, granado y genuino de tan particular y difícil género y que, como todos
sabemos, ha significado en los más eximio narradores de cualquier época, y de
manera muy especial en la segunda mitad del siglo XX (Véase a Borges o
Cortázar, por nombrar solo a dos de los más insignes) y que en los albores del
XXI sigue con grande vitalidad, pujanza y frecuencia marcando a figuras de
relieve en la actualidad. En el caso de esta Noche de los cangrejos, cada cuento está maravillosamente resuelto,
y en la sintética brevedad que le caracteriza a esta variedad narrativa, con
una agilidad que en modo alguno sería exagerado de calificar en muchos de estos
relatos de prodigiosa.
De todos es
sabido que, si el tratamiento del objeto verbal —en la literatura de alta
calidad—, idóneamente trasladado, es pieza fundamental y propósito vertebrador
para la correcta configuración semántica y adecuada expresividad artística, en
el relato breve (cuento, microrrelato, semblanza narrativa…) requiere de unas
condiciones harto singulares, si en realidad queremos obtener los dones de
elocuencia y ágil comunicación que le son propios, sobre todo si lo pretendemos
dueño del linaje eminente y señor de la insigne estofa significativa que
precisa, pues, requiere sin duda de un acervo de exigencias lingüísticas y de recursos
literarios muy particulares[2],
así lo refería en el prólogo a la edición, una vez leídos y releídos todos y
cada uno de los cuentos de este corpus singular,
resaltando de la peculiaridad exigida en
este modo de narración literaria en relación a este libro, que todos aquellos
rasgos sobresalientes referidos genéricamente, se cumplen sobradamente y a la
vez con una sutileza y espectacularidad
narrativa que, en la aparente fluida sencillez de algunos de los cuentos que lo
configuran, le mantienen en una excelsa calidad literaria fuera de toda duda. El
discurso narrativo, lleno de expresividad, agilidad y gracia, vean, por
ejemplo, el cuento intitulado, Aquellos ojos, hará las delicias no sólo
a los aficionados al género, sino a todo aquel que, con la mínima entrega, se
acerque a la lectura de estos cuentos.
Muy al margen
del carácter costumbrista[3]
que ofrecen algunos de estos estupendos relatos[4]
(es de muy digna mención la
incorporación de localismos y giros autóctonos propios de su entorno
lingüístico y vital, primordialmente de cuba y, después, de la Florida americana),
se observarán en ellos la fuente verdaderamente privilegiada, en la que
contemplar la evolución del uso común o estándar de la lengua para mayor gloria
del desvío lingüístico o literario de la misma, para convertirla en objeto de
arte literario y vehículo excepcional de expresión artística. En este sentido
el apartamiento de la lengua común —desviada— es tan cristalino y de tal
sutileza en estos relatos y tal la
maestría y exquisitez del tratamiento de los recursos estilísticos, que estos
parecen diluirse hasta su aparente inexistencia. La total naturalidad en su
conferencia narrativa, aprestado el discurso al uso habitual de la lengua
hablada de común en el territorio en el que nuestro autor sitúa a los personajes
y su acción narrativa, acaba dando el resultado excepcional de no pocos de
estos relatos de La noche de los
Cangrejos.
Francisco Acuyo
[1]
Pastor Aguiar, escritor y
poeta, cubano de nacimiento (y estadounidense, como el mismo dice, por
elección), es además médico forense, y está afincado en la Florida,
concretamente en Miami donde ejerce hasta el momento su profesión. Estamos ante
un escritor singular, original, profundamente vitalista que dice hacer una
literatura de carácter costumbrista y de ecos de aquella vena creativa
literaria impregnada por lo real y maravilloso. Hijo de campesinos cubanos
emigrantes de las islas Canarias y asentados en la mayor de las Antillas
durante el siglo pasado, nos muestra un ámbito literario de un dinamismo y una
vitalidad nada comunes. Ha publicado, en la Editorial El Pelícano, de Miami,
Cuentos, y Tierrita de la discordia, en la editorial Entrelíneas, también de
Miami, participando en diferentes antologías literarias internacionales en español
y en inglés, obteniendo diversos premios y reconocimientos, tanto en Cuba como
en Estados Unidos. Prácticamente la mayor parte de su obra (que es abundante),
permanece inédita. En sus blogs Viajero, Mi Arboleda y Poesía Libre, podemos
encontrar muestra de esta fecunda labor creativa de nuestro autor.
[2]
Acuyo, F.: La noche de los cangrejos,
Entorno Gráfico Ediciones, colección El
torno gráfico, Granada, 2015, Prólogo, Pastor
Aguiar o el prodigio de la síntesis y la expresividad en el relato. A propósito
de un puñado de cuentos intitulados La noche de los cangrejos, p. 7.
[3]
Recuerdo que, Pastor Aguiar, como hijo de campesinos canarios emigrados a Cuba,
se maneja muy a su gusto en el ámbito del costumbrismo de la época, haciendo
gala de ello en el manejo extraordinario de determinados localismos y
locuciones propias del lugar y momento de referencia narrativa.
[4]
El mismo reconoce en su estilo singular, original, también unos rasgos
profundamente vitalistas mediante los que dice hacer una literatura de carácter
costumbrista y de ecos de aquella vena creativa literaria impregnada por lo
real y maravilloso.