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martes, 13 de septiembre de 2016

CONCIENCIA: ¿MÁS ALLÁ DE LA MATERIA? ANGUSTIA EXISTENCIAL Y EL SENTIDO DEL ESPÍRITU

Conciencia: ¿más allá de la materia? Angustia existencial y el sentido del espíritu, nueva entrada para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, abundando sobre cuestiones que atañen a la idea del alma, psique o espíritu tratados en anteriores post.



Conciencia: ¿más allá de la materia? Angustia existencial y el sentido del espíritu, Francisco Acuyo



CONCIENCIA: ¿MÁS ALLÁ DE LA MATERIA?
ANGUSTIA EXISTENCIAL Y EL SENTIDO DEL ESPÍRITU








Los nihilismos actuales se complacen en establecer las motivaciones humanas satisfechas a tenor de la complacencia y reparación de las necesidades e impulsos instintivos, la homeostasis necesaria para mitigar las tensiones internas que aquellas pulsiones acaban provocando en el individuo. No creo que sea discutible el incremento alarmante de la angustia existencial basada en la contemplación del sórdido vacío que contempla la vida de los hombres, dando igual si lo detectamos en sociedades capitalistas o social comunistas y que, en modo alguno, resulte extraño que pueda culminar en profundos vestigios de perturbaciones psíquicas (y físicas) que incidirán inevitablemente en el comportamiento social de nuestras colectividades humanas.

                Parece, además, que el adocenamiento de la ciudadanía aleccionado por ideologías y doctrinas descarriadas por la visión material reduccionista amparadas por un mal entendimiento de la ciencia y las nuevas tecnologías, si es que el hombre es catalogado en su especie como una máquina netamente biológica activada por más o menos complejos mecanismos bioquímicos, acaba concluyendo en comportamientos pasivos, automatizados y no pocas veces profundamente cínicos. A todo lo cual la ciencia, incluso la misma psicología, cuando trata de explicar comportamientos que de degradar y despreciar la humanidad del ser humano,[1] y que no pocos avisados especialistas han llegado a diagnosticar como la tríada neurótica de las masas[2], a saber: la depresión, la adicción y la agresión, a juicio de no pocos, acreciendo a la sombra de la frustración existencial.

Conciencia: ¿más allá de la materia? Angustia existencial y el sentido del espíritu, Francisco Acuyo

                Se lleva relegando a un olvido ¿imposible? la Imago Dei,[3] el De Caelesti Hierarchia[4] o la divina inteligencia continentur agustiniana y, desde luego, el Eidos platónico, paráfrasis del Archetypus (arquetipo) junguiano. Esas representations collectives, que incluyen también el alma y sus derivadas representaciones simbólicas y de la cosmovisión primitiva,  que abarcan mitos y leyendas, las cuales reflejan la singular naturaleza de la psique humana, ya no sirven y merecen excluirse de cualquier estudio serio científico sobre la conciencia del hombre, ya que esta es sólo un patrón biológico (neurológico) descriptible y previsible de los seres humanos en su acontecer psíquico, obviando, así parece inferirse de estas aproximaciones, los contenidos inconscientes profundos de nuestra mente y todas las imágenes y símbolos que han nutrido durante siglos los mitos, y cuyas experiencias primeras de la divinidad no son más que una ficción explicativa de la realidad positivo materialista del mundo, acaso obviando una realidad incontestable, la creación del ser humano de imágenes protectoras y benéficas que permitían expulsar el drama anímico hacia el espacio cósmico[5] que protegieran –inhibieran-de la vida lo inquietante de las simas de la psique humana. Esta pobreza espiritual indiscutible de nuestros días es el sacrificio necesario en el tabernáculo de la razón y la ciencia positiva para mejor ofrenda al materialismo rampante e indiscutido e indiscutible de los tiempos que nos ha tocado vivir, aunque sus presupuestos estén basados acaso no ya en conjeturas sobre la inexistencia de las potencias del espíritu (de la conciencia y lo inconsciente que lo integran), sino en ridículos prejuicios que veremos componen sus presupuestos.

                Cuando el profundo y extraordinariamente complejo mundo de lo infinitamente pequeño descrito por la física actual, ya había sido mucho antes propuesto por la sabiduría antigua con expresiones poéticas que se hacían verdad en virtud de la belleza de su lenguaje, parece no hacernos reflexionar lo más mínimo sobre una cuestión que en modo alguno ha sido superada, a saber: la realidad de la consciencia[6] como vía de entendimiento –e integración- del mundo. Naturalmente que atender a esta conciencia es mirar detrás del espejo para trascender cualquier celaje y mirar allí donde casi nadie mira por terror de ver más allá de la máscara, de vislumbrar su propia sombra, pues será lo primero que requiera cualquier conocimiento de sí mismo, a fuer de saber que, perdida la conciencia –como entidad controlable y racional-, sólo queda la posesión, mas como diría Jung, desde que las estrellas cayeron del cielo y nuestros más altos símbolos se desvanecieron, rige la vida secreta en lo inconsciente[7]. Pero en verdad sucede algo increíble cuando, al albur de la ridícula suficiencia de unos principios de supuestamente valor indiscutibles, la ciencia y todo su despliegue metodológico racional positivo, no son capaces de explicar todo lo que deviene e importa al hombre a la búsqueda de su sentido, decimos, que se rechazan o se someten a un olvido imposible toda una rationalis increada, si es espontánea en la vida psíquica, pero quizá sea porque el ánima entra en el reino de lo numinoso, y así mismo da tanto terror –inconsciente- porque lo que en la actualidad hemos desterrado de nuestro reino de luz racional para siempre, es un imposible, y aunque hay justificación para temer el caos que puede suponer este ánima vital, madre de todo sin sentido y de toda tragedia,[8] sin embargo también será el psychopompos (conductor del alma, que indica el camino hacia el más alto significado.[9]

Conciencia: ¿más allá de la materia? Angustia existencial y el sentido del espíritu, Francisco Acuyo
                El empecinamiento de que cualquier movimiento psíquico puede expresarse mediante el juicio racional, intelectual, fisiológico, neurocientífico… es no entender ese Élain vital bergsoniano, cuyo impulso encierra una sabiduría profunda, cuya secreta intención diría pretender comunicarnos algo que no se puede por semejantes herramientas. Se precisa de una hermenéutica que, incluso ante la vorágine y el desconcierto, nos muestre las leyes del caos a las que, no obstante, lo más arbitrario acaba encontrado sujeción permanente. En cualquier caso, con aquella acta de defunción del alma anteriormente anunciada, no se ha caído en la cuenta de que esta no es sino un producto netamente empírico y no una producción mito teórica y cuya negación no es sino un claro prejuicio ante una realidad incontestable, no en vano cualquier descripción de cualquier acontecer físico ha de estar sometido a un proceso psicológico; cuestión esta de muy amplio y complejo debate en el ámbito de la denominada física cuántica,[10] todo lo cual expone una falta de audacia, pero también de humildad, en relación a lo que sabemos de la conciencia y sobre todo del alma (del espíritu, de la psique…) como el factor integrador de lo consciente e inconsciente, cuya naturaleza no tiene por qué regirse por los mismos parámetros de los procesos materiales físico-químicos.

                Dejamos para posterior entrada cuestiones que atañen a lo ya expuesto y que se refieren elementos psíquicos arcaicos que permanecen en nuestra mente y que se vierten al mundo expresadas como una suerte de magia simpatética[11] que, en realidad, no son sino proyecciones de lo inconsciente, las cuales muestran que cualquier apreciación o representación del mundo conlleva una idea, un sentido, una significación superior, igual da que sea agnóstico, ateo o religioso.





Francisco Acuyo




[1] Frankl, V.E.: El hombre en busca del sentido último, Paidós, Barcelona, 1999, p.125.
[2] Weisskopf-Joelson E. y otros: Realtive emphasis on Nine Values by a Group of College Students, Psychological Report, 24 (1969), p. 299.
[3] De Filón de Alejandría: Opif Mundi.
[4] De Dionisio el Aeropagita
[5] Jung, C. G.: Arquetipos e inconsciente colectivo, Paidós, Barcelona, 2010, p. 24.
[6] EL concepto de conciencia (y espíritu y alma) que manejo incluye el ámbito profundo del universo de lo inconsciente psíquico.
[7] Jung, C. G.: opus cit. P. 42.
[8] Ibidem, p. 51.
[9] Ibidem.
[10] No será necesario recabar información y bibliografía al respecto de la importancia capital de la conciencia del observador en los resultados de los experimentos en el ámbito de la física de lo infinitamente pequeño.
[11] Era la magia donde lo similar produce lo similar, y aquellas cosas que han estado en contacto una vez siguen teniendo una influencia mutua una vez separadas.



Conciencia: ¿más allá de la materia? Angustia existencial y el sentido del espíritu, Francisco Acuyo

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