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viernes, 18 de noviembre de 2016

LA POBRE ELISA, DE PASTOR AGUIAR

Para la sección de Narrativa del blog Ancile, traemos un nuevo y divertido relato de Pastor Aguiar, que lleva por título, La pobre Elisa.



La pobre Elisa, Pastor Aguiar




LA POBRE ELISA




La pobre Elisa, Pastor Aguiar



Era Elisa, la mujer de mi tío Marto, tan buena que le decían “la pobre Elisa”, como si bondad fuera pobreza. Ella vino desde cualquier lugar para secretearme algo en lengua desconocida, que me pareció latín. Mientras, la casa se iba llenando de visitas, sobre todo de muchachos escandalosos y madres ansiosas por enterarse de los últimos chismes. Mi madre salió con una gran fuente de empanadas fritas con manteca de puerco, y tal era el aroma, que resbalamos sobre nuestra saliva.
Después que los muchachos destrozaron todos los búcaros, las lámparas, el reloj y la radio, se fueron al jardín para apedrear gallinas.
Elisa era como una más en la casa, y a cada rato tío le enviaba un recado para que le preparara café, o el almuerzo, pues era tiempo de zafra. La paloma Rosamunda traía los mensajes en una pata.
La pobre Elisa, Pastor AguiarPero esta vez el gentío era insoportable, y cuando se acabaron las empanadas, se tomaron todo el café y clamaron por aguardiente, el que Pipo había dejado como herencia. Ellas mismas, porque todas eran mujeres, se sirvieron cantando décimas picantes. Al rato ordenaron a mi madre que hiciera un fricasé con tres gallinas degolladas por los inocentes.
Como la cosa parecía no tener límites, Mima sacó la escopeta de caza, se detuvo en medio del comedor y disparó al aire. El estampido paralizó las bocas, momento que aprovechó la anfitriona para sentenciar.
_ ¡A la que no se pierda rumbo al coño de su madre en diez segundos, le vuelo la tapa de los sesos!
Aquello fue remedio santo para las señoras; pero quedaron los niñotes reinando afuera.
Yo salí al patio para ver lo que quedaba, y ellos, al menos tres o cuatro, se entretenían a piñazo limpio contra la barriga de Elisa, en verdad la pobre Elisa, quien, de tan bonachona, se alzaba la blusa para ofrecerles una enorme masa de grasa alrededor del ombligo.
Me quedé dudando de la realidad, pues aquella Elisa no era la que aún hacía limpieza con mi madre dentro de la casa.
De todas formas, me fui a la caseta de los aperos de labranza al fondo del jardín y eché
La pobre Elisa, Pastor Aguiar
manos al machete. Los chicos que no golpeaban a Elisa estaban sobre la mata de ciruelas, dejándola sin flores. Entonces tumbé dos de ellos a pedradas, y corrí con el arma hacia los otros, entretenidos con la barriga de mi tía política. Tuve deseos de decapitarlos, pero en vez de tal crimen justificado, comencé a repartir planazos en sus lomos, haciéndolos huir a todos por el camino de sus putas madres.
Más tarde fui a guardar el machete, para regresar al comedor donde Elisa, flaca como era, terminaba con mi madre de organizar lo poco sano que quedó de nuestros muebles y utensilios.
_ ¿No estabas allá afuera recibiendo trompadas de esos malcriados? _ Le pregunté.
_ ¿Yo? Debes haber visto fantasmas. No me he movido de este salón; le puedes preguntar a María.
En aquel momento llegó la paloma Rosamunda con un mensaje de tío Marto. Era la hora del almuerzo.



Pastor Aguiar
Noviembre 16-2016





La pobre Elisa, Pastor Aguiar


1 comentario:

  1. Muchas gracias, amigo, por la generosidad de publicarme en tu prestigioso blog. Me honra mucho. Abrazos.

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