Prosiguiendo con la línea argumental de anteriores post de la sección, Poesía y Matemáticas , del blog Ancile, traemos la entrada que lleva por título, El signo Lingüístico (poético), Lógico y matemático.
De Flora Borsi |
EL SIGNO LINGÜÍSTICO
(POÉTICO),
LÓGICO Y MATEMÁTICO
SIGUIENDO el hilo de la anterior
entrada hacemos en esta, no obstante, un inciso por llevar una breve declaración de intenciones fundamental para
entender estos trabajos (acaso tan peculiar y aparentemente inconexos para el
lector no avisado, entre matemáticas y poesía), a saber: que la problemática
que tratamos es tan vieja como descomunal, pues desde muy antiguo hasta
nuestros días trae de cabeza no solo a los científicos –últimamente y en
especial a los cognitivistas-, sino a cualquiera interesado por las relaciones en
general entre la mente y materia y, particularmente, en aquello que se refiere
al modo en el que asignamos nombres a las cosas, así también sobre cómo las
distinguimos unas de otras y, desde luego, cómo interrelacionamos ideas
abstractas con percepciones provenientes del mundo material, las cuales incluso
-¡a priori de su percepción!- describen fascinantemente estructuras y dinámica de
la misma materia; es evidente que, con toda humildad, lo que pretendemos no es
resolver esta obsesiva cuestión para el saber no sólo científico, también
filosófico de la humanidad (o de cualquier ser consciente) sobre estas
relaciones y su fascinante naturaleza que, como decíamos, se mantienen hoy día
sin una resolución definitiva.
¿Dónde
sucede el fenómeno de la designación, distinción, construcción… del mundo
percibido o imaginado por nuestra conciencia?[1]
Nuestro sistema neuronal, como soporte físico (orgánico) de aquella, poco parece
decirnos al respecto, al margen de las descripciones topográfico neuronales de
las nuevas tecnologías[2]
que reproducen topográficamente el funcionamiento del cerebro, aunque, en
cualquier caso, no es este el motivo de nuestro debate. A nosotros nos interesa
el espacio y el tiempo en el que suceden estos modus
operandi de la exégesis que hacemos del mismo, sobre todo ante aquellos
objetos nunca antes sensiblemente reconocidos (así, los matemáticos puros y
también los éticos, estéticos, trascendentales…) y su extensión supuestamente
reconocible por nuestros sentidos.
Parece
que en matemáticas esto es algo mucho más fácil de entender, sobre todo en el
ámbito de la matemática pura, al fin y al cabo (para el no iniciado en esta
ciencia) el número es algo inconsistente si no es aplicado al ordinario y
pragmático transcurso de la vida, recordemos aquel 1 + 1 = 2, que no es nada
sino lo relacionamos, por ejemplo, con la adición de una más una manzanas, cuyo
resultado de dos manzanas es físicamente costatable. Me parece oportuno hacer
una advertencia sobre un asunto capital en relación a esta temática, recordando
que Platón y Aristóteles mantenían una concepción de la matemática bien diversa
a la de Leibniz: no son parte de ningún objeto eterno particular –las Ideas o
Formas platónicas, y tampoco de objeto idealizado como producto de la
abstracción –Aristóteles-, para Leibniz su argumentación es puramente lógica, y
radica en que la negación del objeto matemático es sencillamente ilógica y, por
tanto, imposible. Este argumento nos parece muy oportuno, insistimos en ello, porque nos sirve para elaborar una línea de
razonamiento con la que establecer las diferentes analogías que nos proponemos
establecer con la poesía y el modo en que se relaciona con el proceso poético
de interpretación, descripción e interacción del mundo.
Más
tarde sería Kant quien, disintiendo de la argumentación leibziana sobre la
realización puramente lógica del signo matemático puro, establezca (a través de
sus proposiciones sintéticas a priori)[3]
que la percepción sensorial no es necesaria para el reconocimiento de una
potencial realidad –abstracta-, no obstante de ser necesarias para describir el
mundo físico (en las ciencias de la naturaleza y, sobre todo, en la física)
pues de ellos depende (digo, de esos juicios puros a priori) posibilitar una experiencia objetiva. Hay que añadir que
cualquier percepción objetiva obtenida se sitúa, como adelantábamos, en el
ámbito espacio temporal y la materia en la que ambos se instalan y localizan y,
donde se encuentra pues, la materia detectada por nuestra percepción. ¿Funciona
la proposición o juicio poético de manera análoga al matemático? ¿Cómo
construye el concepto poético su postulado en relación a sí mismo –como
creación mental- y la realidad perceptual? Recordamos que en matemáticas se
llega de tres formas diferentes a explicar esta relación entre el concepto puro
abstracto y la realidad[4]
que obtenemos a través de la percepción, a saber: la lógica, la propia de la
ciencia de sistemas formales –formalismo- y la matemática como actividad de las
construcciones intuitivas –intuicionismo-[5].
¿Es posible una equiparación a la manera de construir el verso y el poema? El
signo lingüístico y el matemático tienen mucho que decir al respecto. En
posteriores post incidiremos sobre esto.
Francisco Acuyo
-->
[1]
Dejaremos al margen las cuestiones planteadas al respecto por la neurociencia
(sobre todo por la más radical materialista, e invitamos a consultar otros post
al respecto de si la conciencia es o no un epifenómeno del cerebro?. Véase por
ejemplo: Naturaleza del pensamiento
humano, en este mismo blog. http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2016/10/naturaleza-del-pensamiento-humano-la.html
[2]
Por ejemplo la Tomografía por emisión de positrones entre otras técnicas.
[3]
Véase: Del número, la realidad a la poesía: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2016/12/del-numero-y-la-realidad-la-poesia-muy.html
o De las formas y objetos –matemáticos- a los signos y símbolos –poéticos-: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2016/12/del-numero-y-la-realidad-la-poesia-muy.html
[4]
Es importante aclarar que es tan real lo percibido como aquello que tiene su
–singular- sustancia en nuestra mente como idea matemático –y no matemática-
abstracta.
[5]
Fregel, Russel (con sus sustanciales diferencias) y sus sucesores son
representantes del logicismo matemático según el cual rige en matemáticas las
leyes generales de la lógica además de definiciones que finalmente se formulan
con aquella. Hilbert será el representante más destacado del formalismo
científico matemático que pretende una teoría congruente, al margen del
logicismo, amén de ser capaza de formalizar todo lo que en matemáticas es
susceptible de ser formalizado. El intuicionismo matemática, establece
igualmente sus proposiciones al margen de la lógica, estableciendo que todas
ellas nos siempre proposiciones a priori, por lo que, a diferencia del
formalista que piensa que toda su formalización se realiza en el mundo físico,
las del intuicionista se realizan en la mente.
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