En la sección, Poesía y matemáticas, del blog Ancile publicamos el post titulado, El referente y el signo poético (y matemático).
EL REFERENTE Y EL
SIGNO
POÉTICO (Y MATEMÁTICO)
El viejo debate (semiótico) sobre
el estudio y definición estructural del signo (lógico- matemático y
lingüístico-poético) en referencia, o mejor dicho, a la necesaria distinción -e
independencia- con el mundo que trascribe o representa, no parece, aún en
nuestros días, del todo bien especificado y de mantenerse lejos de continuas
controversias; en el dominio de la poesía se ofrece, además, un debate harto interesante[1],
y es que las interacciones entre el significante y el significado (la expresión
y lo comprendido de dicha expresión) son capitales para la compresión de lo que
se ha denominado la función poética.[2]
El
problema de la referencia (o del
referente lógico matemático -y poético-) tiene un tratamiento bien distinto
según quién se acerque a diferenciarlo: para el lógico bien puede ser un
problema que nada tiene que ver con el manejo, uso y normativa de la lengua;
para el lingüista, sin embargo, es fundamental atender a las interacciones
lingüísticas, por resultar esencial desde la óptica práctica para la comprensión
de los significados; no obstante, para el atento lector de poesía, el referente
no tiene por qué resultar ineludible para la comprensión e intencionalidad del
significado poético, de hecho, la referencia –objetiva- pude desaparecer
totalmente del texto poético.
La
designación para un texto común e incluso literario, puede ser, o no, clara en tanto
que dicho texto se refiera a algo o a alguien situado en el espacio tiempo; sin
embargo, en el lenguaje poético esto puede no ser lo mismo en tanto que las
referencias espacio temporales puede ser totalmente deformadas e incluso diluidas.
El referente fuerte, aludido al
principio del párrafo de esta reflexión, diríase estar ahí, independientemente
de nuestra conciencia, dando por hecho que aquello a lo que nos hemos
referido existe en virtud de una voluntas ¿exterior? sobre la que no
podemos incidir. El referente poético, de existir como tal, es muy distinto. La
conciencia –subjetiva, consciente o inconsciente- es fundamental para su
entendimiento, sin ella, nada tiene consistencia (referencial, valga la redundancia)
ni sentido. Incluso tampoco acaba de
sujetarse su especial referente al intencional convencional trazado por la
comunidad, en tanto que el uso común de la lengua,[3]
como ya se ha advertido, es puesto en tela de juicio en el mismo ejercicio
creativo poético.
Esta
situación nos lleva a la reflexión sobre la imagen
representada en el supuesto objeto perceptual a describir, así como nos traslada
in evitablemente a indagar sobre su naturaleza, y si esta tiene que ver con el
concepto de icono que, por cierto, puede tener diferentes dictámenes y explicaciones,
y ante todo porque debemos tener en
cuenta que no necesariamente aquél –el icono[4]
cabe pensar que el proceso semiótico que incide en el proceso de representación
de dicha imagen es tomada literalmente, cosa que en matemáticas mantiene
lógicas reticencias, sobre todo en virtud de la propia naturaleza del signo
lógico matemático, que se obtiene de procesos puros racionales que acabarán por
servir a un propósito –científico- concreto.[5]
También la imagen poética tiene unas muy singulares características por las que
su signo nos parece portador siempre de un código (simbólico) de capital importancia.
Tal es así que, los versos, aun siendo portadores de imágenes (véase, por
ejemplo, la denominada imagen visionaria), no son siempre representativas de un
referente perceptual, físico, real, objetivo; de hecho son susceptibles en su
fundamento métrico, rítmico y gramatical de ser
traducidos en determinados algoritmos[6].
Además la imagen sólo será un icono cuando haya sido traducida o representada
mediante la palabra (poética) o el número (matemático). Interesante será
reflexionar hasta qué punto la palabra poética o el número matemático tienen
una realidad en sí mismos o son meras prótesis[7]
sustitutivas del órgano que pudiese ofrecer, in situ o en su real totalidad, el mundo.
O,
¿es acaso la palabra o el número un enigmático espejo mediante el que podemos indagar
sobre lo que el mundo sea, habida cuenta de las limitaciones que ofrecen
nuestros sentidos en la interpretación del mismo? La inversión especular –las
imágenes aparecen mostrando de forma invertida la parte izquierda y la derecha- es sin duda una muestra de la evidente
limitación de nuestros sentidos y que, a su vez, manifiesta que no es tan fácil distinguir la
ilusión sensorial de la realidad, digamos, física pues, pone, nuevamente, en
evidencia la separación del juicio (concepto, proposición…matemática o poética)[8]
de la percepción sensorial obtenida.
A
tenor de todo lo antecedido, aquella supuesta prótesis especular que pudiere
ser la palabra o el signo (matemático o poético) no debe confundirse con el
signo mismo. Para lo cual en próximas entradas, haremos las pertinentes
consideraciones para su aclaración.
Francisco Acuyo
[1] Acuyo,
F.: De lo puro (y su heterogeneidad) en
el número y en el verso: Ancile: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2017/02/de-lo-puro-y-su-heterogenidad-en-el.html
[2] Jakobson,
R.: Ensayos de lingüística y poética,
Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1977.
[3] De lo puro (y su heterogeneidad) en el
número y en el verso: Ancile, nota 1.
[4] Barthes,
R.: Elementos de semiología, Edt.
Alberto Corazón, Barcelona, 1971.
[5] Véase en
Ancile, De la pura heterogeneidad del número (y del verso),
[6] Acuyo,
F.: Fundamentos de la proporción en lo
diverso, Universidad de Granada, Departamento de Lingüística y Teoría de la
Literatura, Granada, 2007. Fundamentos de la proporción en lo diverso,
segunda edición corregida y aumentada, Jizo ediciones, Granada, 2009.
[7] Eco, U.:
Kant y el ornitorrinco, Debolsillo, Barcelona,
2013, p. 473.
[8] Acuyo,
F.: De lo puro (y su heterogeneidad) en
el número y en el verso: Ancile: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2017/02/de-lo-puro-y-su-heterogenidad-en-el.html
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