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viernes, 14 de abril de 2017

LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS


Para la sección, Narrativa, del blog Ancile, traemos un microrrelato del escritor Francisco Bravo, titulado, Lo esencial es invisible a los ojos; muestra de lo que se ha de ver en la próxima entrega de la Revista Entorno Literario, que acoge nombres tanto de la nueva hornada de valores de nuestras letras como a ya consagrados de las mismas. Sean bienvenidos estos textos para quienes quieran sumergirse en ámbitos distintos y distantes en la narrativa de nuestra lengua.


Lo esencial es invisible a los ojos, Francisco Eduardo Bravo Fernández, Ancile




LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS



La pérdida de virginidad se produjo rápido, sin tiempo para evaluar siquiera la posibilidad de guardarla para una buena ocasión o añorarla a causa de un largo tiempo preparando su entrega. Los fuegos del deseo se colaron rápido por el balcón de mi pubertad pese a mi indiferencia. Tampoco en ulteriores ocasiones lo aprecié en mayor medida; entonces no supe si el sexo me causaba ininterés o, si por naturaleza de aquella primera interacción había caído presa de algún síndrome lejanamente emparentado al de Estocolmo en un secuestro sexual-mental del que nunca escapé.
--> Pero la cosa vino así y se ve que de un día al otro ya no era tan niña y había nuevas cosas que aprender. Mi madre no lo supo; mejor así en secreto, no fuera a ser que se liara un estropicio en aquella época de tabúes y normas de hasta cómo respirar; y todo aquel decoro, la probidad y demás fruslerías recalcitrantes. Dolió, y mucho. De placer nada; o fue cosa del subdesarrollo o que la interacción no estaba planteada debidamente. Años más tarde supe que si bien tenía que doler, no en esa cuantía. Sabiendo lo que hoy sé de mi cuerpo, al menos habría sabido atender a cuestiones básicas relativas al cómo, dónde, cuándo, quién y a qué velocidad. Pero las cosas entonces se aprendían así, de subterfugio y «a tientas», en petit comité entre amigas que traficaban con los nuevos conocimientos sobre el sexo como si de rituales o brebajes mágicos de culturas pretéritas se tratase. A esa edad, habrían de pasar todavía años para comunicarme con alguien a respecto del sexo; años, lustros, decenios; una semana después de cumplir treinta y nueve, a mi psicóloga sí le dije, que fue mi padre.




Francisco Bravo 






Lo esencial es invisible a los ojos, Francisco Eduardo Bravo Fernández, Ancile


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