EL NÚMERO POÉTICO: SINFONÍA DEL INFINITO
MUCHOS colegas y amigos insistían
en comunicarme su estupefacción cuando colocaba a George Cantor como uno de mis
héroes dilectos en el ámbito del pensamiento alcanzando acaso la cota más
elevada jamás descrita por una mente humana[1].
No supone este escrito ningún reproche a tales interrogantes de propios y extraños,
acaso porque yo tampoco puse la menor insistencia en justificar esta y otras
predilecciones, tenidas por muy extravagantes para una persona cuya humildísima
relevancia estaba objetivada en el dominio mal llamado de las humanidades.
Cantor
fue un personaje que, como matemático, pensador y ser humano siempre me causó
fascinación, tal vez porque vi entre sus inquietudes de genio, las
menesterosas, limitadas y escasas mías, que venían a confluir con mis groseras
e ignaras intuiciones sobre materias y controversias en dominios impropios pero
que en verdad para cualquiera con un mínimo de curiosidad intelectual resultan altamente
fascinantes.
Como
poeta y modesto estudioso del constructo poemático, y siguiendo siempre los parámetros propios de
persona con mucha imaginación y pocos conocimientos, estuve viendo gigantes
donde acaso no hubo más que molinos de viento. Es el caso que, cuanto más
atendía a la estructura del verso y la comparaba con los tratados concienzudos
de metricistas
y expertos de la lengua, más lagunas encontraba en las que
pretendían ser rigurosas percepciones, sobre todo porque su ámbito singular de
ser y funcionar parecía a la luz de sus convenios y preceptivas una compleja
máquina de relojería que funcionaba en virtud de su resolutiva mecánica. A mi
juicio, nada más lejos de su especial realidad.
La
cuestión es que a mí, reconociendo la indudable certeza del número en la
organización rítmica y eufónica del verso, nunca me pareció un conjunto de
engranajes y tuercas puesto en marcha para la idoneidad del discurso literario
y menos aún para el poético. Algunas reflexiones he dejado al respecto[2].
Cuando
meditaba sobre las diferentes combinaciones numéricas en el ritmo del verso en
nuestra lengua (también en otras, no románicas incluso), comenzaba a pensar que
el cómputo silábico o de pie métrico eran descripciones del todo mecánicas e
insuficientes para servir de modelo siquiera aproximado a la realidad orgánica
de funcionamiento expresivo en el verso, primero, y en el poema, después. No
era una mera cuestión de combinación o permutación matemática, según la
importancia que le demos a la ordenación de sus diversas acentuaciones
estrictamente delimitadas por el precepto métrico al que debiera estar
sometido, y según qué tipo de verso. Era una visión extraordinariamente
ordinaria y simplista de la realidad de la estructura dinámica, viva, del
verso.
Si
las combinaciones de acentos, clases de versos, combinaciones de los diversos y
complejos elementos del verso (licencias, pausas, cesuras,….), desvíos
contrastables en el uso de la lengua y en el del propio precepto métrico, nos
hablan de números enormes en las posibles combinaciones de todos sus elementos
estructurales, cuya naturaleza dista mucho de la realidad comprendida en los
estudios al uso de la materialidad poética, y cuya infinitud deja de ser
potencial para ser contemplada como actual.
Volviendo
a Cantor, esta reflexión inmediatamente expuesta, está muy relacionada con las
nociones numéricas de infinitud que describía y maneja el genial matemático de
San Petesburgo[3], mas
también con la electromecánica cuántica, en el que cualquier escenario mental
al respecto de la infinitud de la materia a estos niveles se mueve hacia una realidad material netamente
contrastable. Entraremos de lleno en próximas entradas sobre esta interesante
cuestión.
Francisco Acuyo
[1] Véase
también como ejemplo muy particular el caso de mi admiración hacia Emmy Noether
en relación a los modelos de simetría expuestos por la matemática, ver en
Ancile: Belleza y simetría al albur de la
genialidad matemática de Emmy Noether: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2016/11/belleza-y-simetria-al-albur-de-la.html
[2]
Acuyo,
F.: De la proporción en lo diverso, Los fundamentos de la
proporción en lo diverso: sobre la simetría y la asimetría endecasilábica, tesis doctoral, Departamento de Lingüística y Teoría de
la Literatura y Literatura Comparada, Universidad de Granada, Granada 2007. Fundamentos de la proporción en lo diverso: nueva edición
corregida y adaptada, Jizo ediciones, de Ensayo, nº 17,
Granada, 2009.
Fisiología de un espejismo, Artecitta ediciones (Fundación
Internacional Artecitta), Granada, 2010,
Elogio de la decepción (y otras aproximaciones a los
fenómenos del dolor y la belleza), Jizo
ediciones, colección El círculo del límite: Granada, 2013
[3] Otro de
mi más admirado matemático también oriundo de esta maravillosa ciudad: Grigori
Perelman, véase en Ancile, Acuyo, F. : El
efecto Perelman: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2014/06/el-efecto-perelman.html
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