Siguiendo con la temática de la misoginia, traemos una nueva entrada conformada por el filósofo Tomás Moreno, que lleva por título: Nietzsche: la debilidad de la mujer como arma para someter a los fuertes; todo para la sección, Microensayos, del blog Ancile.
NIETZSCHE: LA DEBILIDAD DE LA MUJER
COMO ARMA PARA SOMETER A LOS FUERTES
Tratamiento aparte merece,
a este respecto, la figura de Friedrich Nietzsche, para quien la diferencia
entre los sexos debe entenderse siempre como una contraposición del fuerte
contra el débil[1].
El hombre se incluye en la primera categoría, la mujer en la segunda. Habla así de una realidad vital femenina, distinta de la masculina. Esa
contraposición, señala Amelia Valcárcel[2],
es la representación que usa más sistemáticamente Nietzsche para explicar la
dialéctica hombre-mujer y también la dinámica moral, histórica o política en
general:
Sabemos
de la existencia de fuertes y
débiles porque conocemos las
concepciones del mundo de unos y otros y los mundos que resultan de la acción
de cada uno de estos grupos (señores y esclavos, valientes y cobardes,
guerreros y sacerdotes, romanos y judíos, hombres y mujeres) [3].
Y
añade que los valores de los fuertes se fundamentan en la potencia individual,
mientras que los de los débiles lo hacen sobre el instinto de rebaño aunque “no
siempre esta ontología dual coincide con la frontera masculino-femenino”. Para
Nietzsche, “ser hembra es ser madre y ser débil”, es decir ser sumisas y servir
al hombre acomodándose a su función vicaria de la reproducción de la
especie:
Lo
femenino reconvierte ese trazo ontológico en un armazón valorativo: exagerando
su debilidad se defiende de la fuerza. No hay en ello ninguna astucia, sino
absoluta necesidad […]. Lo que las mujeres son se explica por lo que deben
hacer. Acostumbradas a la sumisión desean normalmente servir. Y sirven a los
varones, al estado, a la moral. Exageran su debilidad e implementan el instinto
de rebaño. Sin embargo la verdadera moral comienza allí donde ese instinto
gregario termina. La verdadera moral es asunto de espíritus libres. Y en lo
femenino la libertad no es regla, sino excepción. Hay pocas mujeres rebeldes. […]
Lo mejor que pueden hacer las mujeres es acomodarse a su función vicaria. Ser
el reposo del guerrero para cumplir así el transfundirse en el hijo que la
especie gravosamente les impone[4].
Nietzsche
estaba convencido, por otra parte, de que a través de la religión y la
debilidad femenina se podía someter a los fuertes. En efecto, “todos los
débiles desarrollan estrategias parecidas, gregarismo, hipocresía, con las
cuales resultan a la postre, vencedores de los fuertes. En ese sentido, la
cultura completa cristiana es enemiga de los valores arcaicos, fuertes, y
expresión de feminidad, sobre todo en la parte más “femenina” de los varones
débiles, el clero”[5]:
¡La mujer!
Una mitad de la humanidad es débil,
típicamente enferma, mudable, inconstante; la mujer tiene necesidad de la
fuerza para agarrarse a ella, y tiene necesidad de una religión de la debilidad
que exalte como cualidad divina el ser débil, el amar, el ser humilde (o mejor,
que haga débiles a los fuertes), domina cuando consigue vencer a los fuertes (…).
La mujer siempre ha conspirado con los tipos
decadentes, con los clérigos, contra los “poderosos”, los “fuertes”, los hombres ("El nihilismo: escritos
póstumos")[6].
Por
ello, precisamente, Nietzsche advierte sobre el peligro que representan los
débiles y
enfermos para los sanos y bien constituidos:
Los
enfermos son el máximo peligro para los sanos… La voluntad de los enfermos de
representar una forma “cualquiera” de superioridad, su instinto para encontrar
caminos tortuosos que conduzcan a una tiranía sobre los sanos… Sobre todo la
mujer enferma: nadie la supera en refinamiento para dominar, para oprimir, para
tiranizar. La mujer enferma no respeta, para conseguir ese fin, nada vivo, nada
muerto, vuelve a desenterrar las cosas más enterradas (los bogos dicen: ‘la
mujer es una hiena’) (GM, III, § 14, p.144)[7].
Todo
esto ya lo había intuido el antropólogo Johan Jacob Bachofen. Entre Bachofen y
Nietzsche se daría, sostiene Alicia Miyares, un claro paralelismo mostrando la
cara y cruz de teorías misóginas que fijaron el valor de la debilidad como
esencial de la feminidad. Pero no solamente la religión es debilidad y
feminización, sino que “la moral es también inmoral cuando se feminiza […],
cuando rebaja y diluye los valores masculinos de la voluntad en los femeninos
de la sumisión, léase resignación”. La argumentación discurre en los siguientes
términos: toda mujer es débil y ninguna mujer es moral. Por consiguiente la
propia moral es inmoral cuando soporta en su ánimo los valores de la debilidad.
La mujer no es individuo ético porque carece de la voluntad[8].
(Cont.)
TOMÁS
MORENO
[1] Sobre esta temática cf. Luis Jiménez Moreno, Hombre, Historia y Cultura. Desde la ruptura
innovadora de Nietzsche, Espasa-Calpe, Madrid, 1983, capítulo IV, “La
pareja humana”, pp. 71-95.
[6] F. Nietzsche, El nihilismo: escritos póstumos, Península, Barcelona, 1998. Es, por tanto,
comprensible, según Nietzsche, que la mujer, por su debilidad constitutiva, se
identifique históricamente con la religiosidad y con la promoción de los
valores religiosos
[7] F. Nietzsche, La genealogía de la
moral,
traducción y notas de Andrés Sánchez Pascual, Alianza, Madrid, 1980. En
adelante: GM.
[8] Alicia Miyares, "Hacia una “nueva espiritualidad”: misticismo contra
feminismo", en Amelia Valcárcel, Rosalía Romero (eds.) Pensadoras del siglo XX, Instituto Andaluz
de la Mujer, Sevilla 2001, p. 174. Alicia Miyares ha mostrado a este respecto
la clara vinculación existente entre Bachofen y Nietzsche en lo que se refiere
a esa aludida identificación entre mujer y religiosidad, que no sólo será una
constante en el pensamiento misógino a lo largo del siglo XIX, sino que tendrá
amplia repercusión en el psicoanálisis y en el feminismo posteriores.
Un excelente artìculo que a màs de una feminista le harà doler la cabeza y explotar de ira.
ResponderEliminarUsted cree que està en lo cierto el artículo? De verdad lo cree?
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