Siguiendo con la temática del valor terapéutico de la poesía, para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos el post titulado: Logoterapia (poética): el impulso creativo.
LOGOTERAPIA (POÉTICA):
EL IMPULSO CREATIVO
La poesía supone en muchas ocasiones ver con el oído y oír con la mirada, exponiéndose a
través de procesos cognitivo (filosóficos) que implican una percepción –no
sensible- de lo sensible a través del pensamiento (poético), y para lo cual se
utiliza la metapherein (la metáfora)
entre otros instrumentos -retóricos- singulares. La transferencia de lo sensible a lo no
sensible es la equivalente a la metafórica de lo propio y lo figurado.
La metáfora poética se sitúa lejos del ejercicio
retórico impuesto por las taxonomías esclerotizadas y la intención persuasiva
intencionada, si es que en verdad el poema está posicionado en pos de
desenmascarar el lenguaje funcional y la conjunción de la filosofía que oculta
una metafísica del disimulo, huyendo, claro está de la metáfora extenuada por
el uso frívolo e interesado del lenguaje retórico.
En días en los que la filosofía (no digamos la
metafísica) está profundamente cuestionada(os), no sería mal asunto reconocer a
través del lenguaje poético y el uso poético de la metáfora, que dicho
lenguaje, no es solo un gesto filosófico (como advertía Heidegger), si es que
busca lo invisible a través de lo visible, también lo es hondamente
psicológico, pues se revela como vía de transformación de la misma conciencia.
Su potencia trascendente es incuestionable, es el paradigma de expresión creativa
por excelencia, y cuya dinámica lingüística lleva las palabras y las cosas a
las cuales se refiere como acciones más allá de los significados convencionales
del lenguaje. Y si digo que las palabras y las cosas poéticas son acciones es
porque son profundamente creativas, y por tanto susceptibles de cambiar el
mundo y, desde luego, la propia conciencia.
El vasto dominio (aleixandriano) de la poesía es la
expresión del inmenso ámbito de la voluntad de la conciencia creativa que no
hace sino formar parte de lo esencial que expresa y comunica la naturaleza a
través de los ciclos creativos de la vida. Tendremos que añadir, que la
evasión, el olvido, la deserción de esta potencia que es acto y que llamamos poiesis, generará inevitablemente
oscuridad, angustia, enfermedad, pues evita la contemplación del gesto
constitutivo que mueve el mundo y, inevitablemente las conciencias que es el
ser producto de la creatividad que anima el impulso poético. No será una vana
presunción advertir que el lenguaje poético es una terapia fundamental de las
conciencias divididas o artificialmente separadas de su genuino impulso
creativo.
¿Podríamos hablar de la poesía (y su instrumento
fundamental de la metáfora) como una singular (logo)terapia? El peculiar
movimiento abstracto del lenguaje poético se caracteriza como ningún otro
lenguaje porque no solo encuentra un correlato con la vida, sino que se
manifiesta como parte integradora y creativa de la misma.
Mucho se ha debatido sobre los aspectos de la
inhibición (claro está, no solo sexual) en el ámbito de la psicología y de la
psiquiatría. Quisiera recordar que una de las represiones más nocivas y hoy en
movimiento investigador para ser experimentalmente demostradas y reconocidas,
es el de la inhibición de lo que yo llamo trascendente creativo (y que ha sido
visto desde la perspectiva de la opresión e incluso el castigo de lo religioso
por parte de los movimientos positivo racionalistas que encontraron su origen y
florecimiento decimonónico, y que aún hoy muestra su férrea influencia). No
debatiremos en este punto, y en relación a los aspectos metafórico creativos de
la poesía, nada en pos de una identificación con la cuestión de Dios bajo los
muy diferentes prismas religiosos y o teológicos, pero sí daremos fe de aquello
que ya advertía Pascal cuando decía que le
coeur a ses raisons que la raison en connâit point, y que nosotros también
hemos advertido en el funcionamiento de la metáfora (viva) en el discurso
poético verdadero, a saber: el impulso creativo.
Francisco Acuyo
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