Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos el post que lleva por título: El poema: más allá de los procesos mecánicos de la lengua. Terapia y poesía.
EL POEMA: MÁS ALLÁ DE LOS
PROCESOS MECÁNICOS
DE LA CIENCIA. TERAPIA Y POESÍA
El medio
singular terapéutico que ofrece el elemento retórico poético pone de manifiesto
el especial diálogo que va mucho más allá de las experiencias (vitales,
emocionales….) compartidas, lo que hace es plantearnos hechos cuya
verdad introspectiva está sujeta a idea de la belleza, y cuya concepción tiene
mucho que decir de la naturaleza de nuestra mente y del conocimiento que a
través de ella que es posible constatar. Pero, atención, esto es un
conocimiento no acumulador y por tanto parcial, su dinámica es siempre
integradora y, por eso, sería mejor hablar de comprensión o entendimiento que
de conocimiento mismo. Su extraordinaria singularidad radica en que entiende
con palabras el significado más allá de las palabras. El entendimiento poético,
como fuerza vital integradora y dinámica se sitúa en un plano o estadio que
trasciende lo netamente intelectual que implica una llamada de interés hacia un
grado de atención que, normalmente, se encuentra secuestrado por el juicio
racional, lógico, conceptual, o, también anulado por convenciones de la más
diversa especie.
El
buen poema sugiere más allá de los procesos mecánicos de la misma lengua y de
la marcha consciente de nuestro pensamiento, y lo hace de manera abierta,
libre, creativa. Nos ofrece un aprendizaje nada convencional para entenderse a
sí mismo, pues lo primero que exige para su comprensión es el rechazo a
cualquiera cosa aprehendida y, por tanto, condicionada, si nos impide ver
la
realidad de nuestra angustia, tristeza, depresión…. lo cual implica un
intelecto imbricado íntimamente en las emociones. De esa acción de
entendimiento surge muchas veces una silenciosa respuesta que nos deja sin
palabras, y donde no hay elección, ni juicio, ni análisis, solo un percibir, un
darse cuenta en el que sobran explicaciones y cesan las ansiedades y la
tristeza y las contradicciones, porque hemos visto lo que es en su totalidad. Aquí sobran explicaciones y cesan las
ansiedades y la tristeza y las contradicciones.
Lo
más extraordinario que manifiesta el componente retórico del poema es que
nombra sin nombrar en tanto que, si verdadera poesía, aquello que nombra se
manifiesta como un hecho que expone la necesidad tergiversadora de la mente
cuando verbaliza, y que en el poema se exhibe o revela como sentimiento,
emoción… como un hecho no sujeto ya a la mente, sino como un proceso completo
activo que vive el hecho; la palabra deja de ser palabra para ser acción. La
palabra poética nos libera del yo en tanto el hecho de lo que es, de lo que
somos, no plantea una solución a este o aquel problema, sino que (en el
discurso poético) se centra en la compresión íntegra del problema. Por eso los
procesos metafóricos nombran sin nombrar, para romper con la palabra y ver el
hecho. La palabra poética hace de la poesía la destructora de la palabra y el
conocimiento mismo para enfrentarnos a la estructura misma del pensar.
La
poesía nos confronta con nosotros mismos diluyendo al observador y a lo
observado, y donde la palabra ya no es palabra, solo es acción y movimiento del
entender, del aprender de nosotros y de la relación con el mundo sin censor ni
censura. La poesía es atención perturbadora y catártica que nos libera del
conocimiento y del proceso del pensar. Nos invita a indagar en la verdad que no
tiene continuidad porque no tiene sitio, lugar ni tiempo; nos enseña que la
verdad es siempre nueva, es vida siempre renacida. La palabra poética nos
enseña que lo real no puede nombrarse y que, en realidad, la mente no la puede
alcanzar sino es en virtud del silencio al que invita, del vacío, si es que en
verdad la poesía es el olvido mismo de la palabra con la palabra insólita,
inaudita, nunca antes pronunciada de la poesía.
Francisco
Acuyo
pon tusaaaaaaaaa
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