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jueves, 12 de julio de 2018

EN FAVOR DE LA EDUCACIÓN DE LAS MUJERES. DE OLYMPE DE GOUGES Y CONDORCET


Para la sección, Microensayos, del blog Ancile, traemos el post que lleva por título: En favor de la educación de las mujeres. De Olympe de Gouges y Condorcet, por el filósofo Tomás Moreno.


 En favor de la educación de las mujeres. De Olympe de Gouges y Condorcet,  Tomás Moreno




EN FAVOR DE LA EDUCACIÓN DE LAS MUJERES. 

DE OLYMPE DE GOUGES Y CONDORCET




 En favor de la educación de las mujeres. De Olympe de Gouges y Condorcet,  Tomás Moreno


Los acontecimientos de la Revolución Francesa (1789-1799), la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano (1789) y los derechos y libertades conquistados durante el período revolucionario, no lograron afectar por igual a los dos sexos. A lo largo de todo el convulso proceso revolucionario, las mujeres fueron tomando conciencia de su situación marginada y reivindicando los derechos civiles, sociales y políticos de los que carecían hasta ese momento, realizando un memorable ejercicio de acción política, aún sin tener reconocidos todos los derechos. Desde los clubes, los salones, las tribunas de las asambleas hicieron oír sus peticiones y se manifestaron en la calle en favor de las ideas revolucionarias.
 En favor de la educación de las mujeres. De Olympe de Gouges y Condorcet,  Tomás Moreno            Entre ellas, cabe destacar la figura de Olympe de Gouges (1748-1793) que en 1791, un año antes de la publicación de la Vindicación, ya había proclamado la Declaración de derechos de la mujer y de la ciudadana. Con ella dio carta de naturaleza a las razones de la situación social y política de las mujeres y defendió la necesidad de poner fin a las discriminaciones que las aquejaban. Su Declaración es un verdadero trasunto de la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano de 1789. Si en ella se reconocía el derecho a la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión para todos los ciudadanos, las mujeres se sintieron también concernidas y reconocidas en y por estos derechos.
            Las posteriores leyes de 1792 sobre el estado civil y el divorcio de mutuo acuerdo o por razones de incompatibilidad, suponían un avance importantísimo respecto al Antiguo Régimen. Todo ello conllevaba la conquista de ciertas libertades civiles largamente anheladas. Las mujeres, durante pocos años -hasta el periodo napoleónico-, no fueron propiedad del marido. Pero para ellas siguieron estando prohibidos los derechos políticos. Olympe murió en la guillotina, pero su compromiso político con las mujeres no desapareció de la historia[1].
Este crimen contra las mujeres  sucedió en la Revolución francesa, en la Francia revolucionaria. Muy distinta y excepcional fue, sin embargo, la actitud  de uno de sus ideólogos y protagonistas, el
 En favor de la educación de las mujeres. De Olympe de Gouges y Condorcet,  Tomás Moreno
marqués de Condorcet ante las justas reivindicaciones femeninas. Auténtico progresista, diputado de la Asamblea Legislativa, y también de la Convención, Jean Antoine Nicolas de Caritat (Marqués de Condorcet) (1743-1794), estuvo implicado de lleno en la actividad política revolucionaria. Abogó por la necesidad de romper la discriminación social y política de las mujeres y defendió la coeducación de ambos sexos, dando al feminismo una forma sorprendentemente moderna. En su Apunte para un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano (1794) escribía en defensa de la igualdad de los sexos bellas palabras como estas:

Entre los progresos más importantes del espíritu humano para conseguir el bienestar general, debemos contar con la total abolición de los prejuicios que han establecido la desigualdad de derechos entre los dos sexos, funesta incluso para el favorecido. Sería inútil buscar los motivos que la justifiquen en las diferencias de sus características físicas, en las fuerzas de la inteligencia, en su sensibilidad moral. Esta desigualdad no ha tenido más origen que el abuso de la fuerza, aunque después se haya tratado en vano de excusarla por medio de sofismas[2].

            Sus propuestas hallaron, desgraciadamente, poco eco. Los revolucionarios franceses siguieron las directrices rousseaunianas jacobinas y  en este punto como en tantos otros no previeron ninguna disposición para la educación de las niñas, que deberían aprender de sus madres, en el seno de la familia. (Cont.)

TOMAS MORENO
           


[1] Cf. Oliva Blanco Corujo,  Olimpia de Gouges. Ediciones del Orto, Madrid, 2000,  pp. 85-92. En el Epílogo de su Declaración, puede leerse: “Mujer, despierta, el rebato de la razón se hace sentir en todo el universo; reconoce tus derechos. El poderoso imperio de la Naturaleza ya no está rodeado de prejuicios, de fanatismo, de superstición ni de mentiras. La llama de verdad ha disipado todas las nubes de la necedad y de la usurpación”.    
[2] Condorcet, “Apunte para un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano”, en Amalia Martín-Gamero,  Antología del feminismo, Hypatia, Instituto Andaluz de la Mujer, p. 194-196.





 En favor de la educación de las mujeres. De Olympe de Gouges y Condorcet,  Tomás Moreno


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