Traemos para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, la nueva entrada que lleva por título: La realidad de lo probable.
LA REALIDAD DE LO PROBABLE
Es del todo asumido por la
ciencia (de la física) que la realidad de lo ínfimamente pequeño (física
cuántica) está sujeta a una dinámica probabilística que entrelaza materia,
espacio, tiempo y energía. En verdad que asunción de la realidad cuántica pone
en evidencia la realidad del sentido común (también lo hace la teoría de la
relatividad general), exponiendo no solo la incuestionable verdad de que los
sentidos nos engañan, acaso también lo más íntimo de nuestras convenciones sobre
lo que la realidad del mundo sea.
La
estructura del mundo (de la realidad) concebida desde los presocráticos hasta
nuestros días ha sido (y es) puesta en cuestión de manera sistemática hasta la
imprevisible y revolucionaria óptica aportada por la física (de partículas y de
la relatividad). Si la realidad en matemáticas, como veíamos en anteriores
entradas, era asunto de grande complejidad y no menos controversia, no lo será
menos en el ámbito de lo estrictamente físico, aun con el eco de lo grabado en
la entrada de la Academia: Que no entre
nadie que no sepe geometría, si es que lo
que gobierna el mundo y las ideas y el número[1].
En cualquier caso, el universo newtoniano parecía tener las claves para un
conocimiento sensato del mundo real donde el tiempo recorre un espacio en el
que las partículas está en movimiento atraídas por diversas fuerzas, visión que
se iría completando con la asunción del concepto de campo hasta llegar a la
revolución relativista y cuántica, que habría de poner patas arriba el entendimiento
doméstico de la física. No insistiremos en detalles de esta revolución por no
reiterar lo avanzado en otras ocasiones al respecto, digamos solo que la
concepción absoluta del tiempo y del espacio habría de quedar en entredicho, y
con ella, la visión clásica del mundo newtoniano, ya no
hablamos
indistintamente de tiempo y espacio, sino del continuo espacio temporal que
está íntimamente integrado con la materia misma. Mas lo más pequeño de la
materia iba a responder a una realidad que se sitúa al margen de las supuestas
realidades incuestionables del tiempo y del espacio, de hecho, las partículas
no podrán ser localizadas y definidas en un momento dado, sino en determinados
instantes, que serán precisamente en los que están interactuando, su realidad
es una realidad abstracta (probabilística) que toma cuerpo tan solo en la
interacción con otros cuerpos. La determinación clásica aquí no tiene ningún
sentido, la incertidumbre reina en los dominios cuánticos y a lo que podemos
aspirar es a un cálculo de probabilidad de su aparición constatable, este
indeterminismo traza las directrices del mundo subatómico que indica que esta
es la realidad de la naturaleza en esta escala de la realidad del mundo. El
conocimiento e información es inevitablemente limitado. De hecho, la realidad
no tiene ningún sentido sino es en virtud de la interacción señalada.
La
realidad parece adquirir a la luz de estas revoluciones científicas un carácter
extraño a la visión tradicional de entendimiento del mundo, donde nadie cuestiona
la objetividad, valga la redundancia, de los objetos. Las relaciones
(probabilísticamente calculadas) son las que dan realidad al mundo, un mundo
más que de objetos, de acontecimientos singulares imbuidas en no menos
particulares procesos que manifiestan muy diversas interacciones.
La
cuestión de la realidad no parece cosa nada baladí en cuanto que, aunque sea de
manera momentánea y apresurada, reflexionamos sobre ella. Al principio
apuntábamos a las matemáticas y su implicación a la hora de interpretar lo que
aquella pudiere ser (también hacíamos alguna anotación apremiada en relación a la
poesía); vemos que también no es cosa fácil en el territorio de la ciencia
materialista por excelencia, la física. Seguiremos indagando en este ámbito en
próximas entradas.
Francisco Acuyo
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