Insistiendo en la temática sobre el concepto de realidad, traemos una nueva entrada para la sección, Pensamiento, del blog Ancile;esta vez bajo el título de: Conciencia: Fundamento de toda realidad.
CONCIENCIA: FUNDAMENTO DE TODA REALIDAD
CUALQUIERA persona atenta
reconoce que la percepción de cualquier realidad (incluyendo la misma que
informa y estructura la materia) depende y se fundamenta en lo que denominamos
conciencia.[1] Esto
será así tanto si consideramos la conciencia como un mero epifenómeno del
cerebro, como si queremos atribuirle una dimensión más amplia, profunda y
compleja (véase las relaciones y conceptos que la emparenta nada menos que con la
naturaleza de Dios y otras aproximaciones trascendentes).
Las
diferentes ópticas sobre la naturaleza de la conciencia no hacen sino trasladar
un grado más sobre su importancia y complejidad, si no de inusitada perplejidad
sobre su influencia en lo que la realidad sea. Ya sea nuestra intención
dualista (cartesiana) o de mera emergencia,
entender el fenómeno de la conciencia se ha transformado en algo de
capital importancia para entender la realidad del mundo. Algo de esto hemos
podido dilucidar en anteriores entradas cuando nos hemos referido al mundo
subatómico y las singularísimas y extrañas características que lo fundamentan,
estructuran y realizan.
Está
claro que la (supuesta) subjetividad de la conciencia nos conmina a moderar
nuestras afirmaciones sobre lo que sea la realidad (o dónde se encuentra esta),
ya que hemos de considerarlas como interpretaciones aproximadas, más o menos
cercanas a la realidad misma. La cuestión medular de la conciencia como vía de
entendimiento de la realidad parte del hecho de que la conciencia siempre es
más que la suma de lo que supuestamente conforman las partes de aquella (se la
ha comparado a una red matemática de interacción compleja de información
alimentada por patrones y simetrías de variada índole). Sea o no una red que se
retroalimenta de información, está claro que la interconectividad de la
conciencia es de una enorme complejidad que, a mi juicio, la lleva más allá de
una mera percepción del sí mismo, además nos embarga en la interacción con el
mundo (consciente o inconsciente) y, lo que es más importante y
extraordinario: hace al portador de
conciencia genuinamente creativo.
Que
la realidad de la conciencia está implicada en la realidad del mundo es algo
que no es discutible por la ciencia. Cuestión a parte será si participan de la
conciencia únicamente los seres humanos, o si aquella es una suerte de red
compartida de información, es decir, es un fenómeno que no se circunscribe al ámbito del
entendimiento humano y participan de ella otras entidades (inteligentes) y en qué grado
afectan estas al entramado que entendemos como realidad.
De
todas formas el concepto de conciencia implicado en el de realidad nos lleva de manera irremediable al dominio o territorio del lenguaje. Aquello que es privativo de la conciencia necesariamente nos
remite al lenguaje si el sentido que aportamos a dicho lenguaje no nos engaña
en virtud de la verdad que encierre dicho lenguaje; mucho da para argumentar al
respecto de la conciencia el lenguaje poético, si adalid de la verdad que se
fundamenta en la belleza de sus dictados, y acaso también lo que la emparenta con las
matemáticas en la búsqueda de la certeza (exactitud de lo expresado) en
relación con el mundo, no solo de la materia (matemáticas), también de las
emociones, del sentido existencial (filosófico) y de lo que acaso trasciende la
misma materia en cuanto que impulso creativo crea y recrea el mundo desde la
insustancialidad que supone la misma conciencia, si es que esta interviene en
los procesos de generación de la realidad, como a todas luces así parece. Lo mismo que la lógica matemática
surge de la necesidad de la demostración de sus argumentos -discursivos-
matemáticos al amparo de juicios estéticos[3]
para una determinada elección lógica de verdad, la lógica poética se embarca en
la búsqueda de la verdad del juicio estético que conforma su verdad poética.
Una
nueva y singular analogía entre matemáticas y poesía puede surgir del concepto
mismo de conciencia, si esta está implicada en la configuración de la realidad,
y es el carácter paradójico[4]
del discurso poético y que, a la sazón, comparte el matemático (a pesar de los
encarecidos esfuerzo de Hilber por demostrar lo contrario) en la incompletitud
de sus proposiciones, que habría de compartir en lo más íntimo de sus
fundamentos lógicos con la paradoja de la contradicción: Dios existe porque las matemáticas son consistentes, y el Diablo existe
porque no podemos demostrarlo (que diría, André Weil). Esta nueva
incertidumbre se hace dueña de la misma esencia del fundamento de la realidad, si es que este es mediante el que
se construye nuestra idea de la realidad material; y este deducible del ámbito de la matemática.
La
conciencia y su implicación en la construcción de la realidad de forma inevitable trae nuevas y
cada vez más complejas interrogantes, como ¿qué es lo que hace consciente a la
mente(s) capaz(ces) de sus extraordinarias cualidades, y ¿cómo afectan estas a
la estructura misma de la realidad? Abundaremos sobre esto en siguientes post
del blog Ancile.
Francisco Acuyo
[1] Véase en
relación a la temática de la conciencia las numerosas entradas de este blog
dedicadas a esta fascinante realidad que informa y estructura el mundo.
[3] La implicación de la belleza en
resolución de un teorema es algo básico para la verdad que acompaña dicha
resolución.
[4] Ciencia de la paradoja decíamos
en otra ocasión, ver otros trabajos sobre la temática de la conciencia en este blog.
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