Con el título de: Las realidades intangibles, traemos para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, un nuevo post que insiste sobre la temática y concepto de realidad.
LAS REALIDADES INTANGIBLES
Hablábamos unos post atrás de las
realidades intangibles que conforman nuestra realidad, y que aceptamos como
hechos integrantes e incontestables de nuestras vidas, acudíamos a las
abstracciones matemáticas, a las proposiciones lógicas, éticas, estéticas
(podríamos incluir las introspecciones hacia lo trascendente) y también hacíamos alguna referencia al
ámbito de la poesía, como ejemplo genuino de ejercicio creativo, que puede
inundar nuestras vidas con el inasible aliento de emociones, pensamientos e
intuiciones muy diversas.
A
nuestro juicio resulta inevitable la interrogante siguiente a la luz de estas
indiscutibles realidades intangibles, a saber: ¿Cómo inciden estas realidades en
el mundo físico y desde luego biológico (neurológico, si aceptamos que la
conciencia es un epifenómeno del cerebro, y
es la fuente de aquellas realidades matemáticas, lógicas, poéticas…)?
¿Puede acceder nuestro sistema neurológico a aquellas verdades intangibles? ¿O,
puede que esas realidades intangibles sean las responsables incluso de nuestra
propia conciencia?
Son
aquellas cuestiones acaso muy necesarias para responder a la realidad de todo
aquello que, sin estar estrictamente sujeto a las percepciones y experimento como algo con consistencia y realidad independiente, y por tanto propia. En este
caso, el dominio de la poesía puede resultar interesante, en tanto que, si se
mueve entre las analogías, las ambigüedades, las paradojas… y por tanto nos
imbuye en el universo de la incertidumbre, sí es cierto que ofrece
explicaciones para un entendimiento integral de la conciencia como fuente de
emociones, conocimiento, interpretaciones éticas, de belleza, etc… y todo desde el caos
de las sensaciones, tratando o desarrollándose en una suerte de lógica singular (poética) desde la que poner
un cierto orden entre la conciencia y el mundo. Esto en matemáticas se da por cierto,
en tanto que tras la superación de la certeza absoluta de su disciplina
(teorema de la incompletitud de Godel), ya no aspira tanto a la búsqueda de
certezas absolutas como de explanaciones realistas del mundo.
La
aceptación (de la ciencia, de la matemática –la asunción clara de esto por
parte de la poesía-) de la imposibilidad de hallar certeza alguna en nuestros
conocimientos sobre la realidad, es imprescindible para un acercamiento
profundo, amplio e informado de lo que la realidad sea. Puede que aquellas
realidades no perceptibles tengan propiedades y objetividad propias que, independientes de las leyes de la física,
acudan a ella para adquirir algún conocimiento de ese reino[1].
Acaso
cuando entendamos la verdadera dimensión de esas realidades intangibles,
comencemos también a comprender los límites de nuestras percepciones y cómo la
conciencia participa de las ilusiones de sus certezas, cómo el flujo –temporal-
que invade sensorialmente nuestras vidas no tiene más realidad que la ilusión
que el mago ofrece en la desaparición de una carta entre sus hábiles dedos. En
este acto de prestidigitación
entretenemos nuestras vidas imaginando certezas intentando hacer viable
nuestro desconocimiento sobre lo que somos: imaginando lo que fuimos, somos y
seremos, y todo por no contemplar la -¿inimaginable?- totalidad que conforma y
estructura la realidad. Abundaremos sobre estos aspectos más adelante, en nuevos post al respecto.
Francisco Acuyo
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