Para la sección, Noticias, del blog Ancile, traemos ahora la segunda entrega relativa a las dos primicias poéticas anunciadas del poeta y amigo Enrique Villagrasa González. En este caso damos cuenta del libro titulado, La poesía sabe esperar, editado por Igutur, para su colección, Poesía; también con tres poemas de muestra del excelente quehacer poético de su autor les dejamos en este segundo post.
LA POESÍA SABE ESPERAR,
DE ENRIQUE VILLAGRASA
INTROITO
Aquel brincar sin dolor,
aquella loca alegría
¿por qué acabó?
Rosalía de Castro
(traducción de Mauro Armiño)
A Rosa Lentini
Con prados silenciosos, en la orilla
de mi siempre Jiloca avanzo libre,
por lenta senda del ribazo oscuro
a beber en la fuente del regreso.
Sin mucha sed bebemos tu silencio
y dejamos palabra tan corriendo
que parece metáfora del gesto
trágico, con mirada alzada al cielo.
El límpido azul no responde: grito,
quiero saber si te sorprende a mano
alzada este querer verso no poema.
El texto las fronteras buscar debe
de la palabra; sí, el límite blanco
sonoro, del lenguaje del silencio.
Burbáguena camina tan despacio
por las sonoras calles los recuerdos:
Es de noche: tus manos delicadas
estrechan el sentir: verso callado.
Incertidumbre recreada. ¿Posverdad?
La relación contigo es la esencia
del poema no dicho. Sí dictado.
Un vulgar drama sin lenguaje poético
el niño que en la escuela frente al río,
las lecturas sustentaban sus tardes
y el camino de la viña era el momento:
cual remanso oculto en Jiloca turbio.
Después brisa de mar en verano cálido.
Por resurgir en esplendor el poemario.
Otro verano se reflejó en la poza del río
y los cuerpos le hurtaron al sol su luz.
SI HAY DOLOR HAY VIDA, DICEN
Si con los mismos ojos que leyeres
las letras de este mármol no llorares
amargas fuentes y copiosos mares,
tan mármol, huésped, como el mármol eres
Francisco de Quevedo
Desde Burbáguena a Tarragona
te ilumina la inmensidad del mar.
Ese mar que noche tras noche
está en y con los recuerdos idos,
tal vez momentos, con la boca rota
y las manos en silencio. Nunca
he estado tan apegado a ti, mi vida.
A mis 60 años, nunca nadie sabrá
cómo me ilumina la sombra negra
de mi tesis. Rosalía espera cuando
ya, ni él, nadie nada. Todo es
la prisión oscura de la verdad.
Un golpe de escarcha en la flor
del azafrán, donde el dolor y la vida.
Enrique Villagrasa
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