Para la sección; Pensamiento, del blog Ancile, traemos una nueva entrada que lleva por título: De la religión sin Dios: del superhombre a la poesía.
DE LA RELIGIÓN SIN DIOS:
DEL SUPERHOMBRE A LA POESÍA
No a
todo el interesado en la cuestión del saber, orígenes y sus fundamentos, en la
actualidad, parece preocuparle la cuestión no resuelta (como cree el
materialismo más recalcitrante) de la inclinación humana hacia lo religioso. Parece
que queremos olvidar que la manifestación en forma de creencia, experiencia de
lo sagrado implican las nociones fundamentales de ser, de significación y de
verdad[1].
Sería absurdo rechazar que la noción
de significado está estrechamente vinculada a lo sagrado. No obstante, y por
increíble que parezca, se ha unido a la necesidad de emancipación del ser
humano sobre la superstición, y a la gran confusión de aquella con el
irresoluble e inevitable instinto de lo trascendente en el ser humano. La idea
emancipadora hegeliana de lo divino entendida como tragedia de la necesidad de
los dioses por el hombre habría de ser cuestionada gravemente por el
cristianismo que situaba en otro mundo el sentir y el significado de la
existencia humana.
Hoy es algo manifiesto que somos
hijos de esta visión hegeliana del mundo en el que la historia (como veía María
Zambrano) ocupa el lugar de lo divino[2]. Compte
y Marx, herederos incorruptibles del pensamiento histórico positivo de la
historia hicieron franco el camino hacia este error, salvo excepciones, acaso
muy poco valoradas en nuestro tiempo.
LA revelación cristiana del hombre
íntimamente unida a lo trascendente no parece haber sido suficiente para
afrontar una cuestión, a nuestro juicio, de grande interés y de consecuencias
todavía no lo suficientemente bien
ponderadas para entender su trascendencia.
El hombre como obrero (marxista) de
la historia marcará el nacimiento de una nueva religión sin Dios, el cual
habría de ser inevitablemente sustituido por el hombre mismo. El vacío de otro
mundo acabaría ocupándolo esa idea del hombre capaz de llenar este o cualquier
otro de manera fundamentalmente heroica, trágica (Nietzsche). Sin embargo, es
muy interesante como este movimiento intelectual y filosófico nietzschiano surge entre el misterio y la potencia del
hecho creativo ejemplificado en la poesía.
La oposición de los genetistas a
esta realidad incuestionable de lo sagrado no hace sino poner una vez tras otra
la tozudez humana en negar una realidad intrínseca que no tiene discusión: que
cualquier idea o conciencia de realidad y de significado está vinculada de
manera inevitable a lo trascendente. Reiteramos, en fin, que la conciencia (y
el insondable ámbito de lo inconsciente) es imposible de entender y menos de
estructurar para explanación razonable de su extraordinario fenómeno.
Habría que denunciar al menos cómo,
desde una óptica materialista, se enmascara una visión profundamente idealista
de la realidad de lo humano que venía a nutrirse precisamente de ese deseo de emancipación
de Dios, que en realidad no sería sino otra forma de deificación de un
conocimiento total accesible al ser humano en todas las cuestiones vitales y
existenciales que le conciernen y que, al fin, llevaron a ese entusiasmo
(efímero) de lo humano a chocar frontalmente con la realidad de lo sagrado, de
lo trascendente, de lo divino, donde el inquirir y razonar como instrumentos
fundamentales no hacen sino mostrar una vez tras otra su fracaso.
La poesía, ocupa un lugar
extraordinario en esta tesitura humana, que sobrepasa la de lo meramente
epistemológico anclado a una realidad netamente explicada por la ciencia. La
poesía y la religión tienen nexos de comunicación que son irrenunciables para
el verdadero poeta (así lo entendía Santayana)[3] que se
siente elevado por ese bien irrenunciable de verdad y de belleza al que, con
cierta razón, temía profundamente Platón, si es que poeta ya no hablaba (como hombre
emancipado) sino embargado por el dios que lo inspiraba.
Sobre estas y otras cuestiones de
interés hablaremos en próximas entradas del blog Ancile.
Francisco Acuyo
[1] Eliade, M.: Historia de las
creencias y de las ideas religiosas, Vol. 1,
RBA, Barcelona, 2004, p.17.
[2] Zambrano, M.: El hombre y lo
divino, Fondo de Cultura Económica,
Madrid 1993, pág. 15.
[3]
Santayana, G.: Poesía y religión, Cátedra, Madrid, 1998.
No hay comentarios:
Publicar un comentario