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viernes, 21 de mayo de 2021

LA GRACIA DE LA RAZÓN: Y LA ASPIRACIÓN AL INFINITO

 Bajo el título de La gracia de la razón: y la aspiración al infinito, recogemos una nueva entrada para la sección Pensamiento del blog Ancile.



LA GRACIA DE LA RAZÓN:


 Y LA ASPIRACIÓN AL INFINITO

 

 

La gracia de la razón: y la aspiración al infinito,  Francisco Acuyo

 

Es proverbial el reconocimiento de la vía racional para el entendimiento o comprensión o alcance o intuición razonada de lo trascendente. Se deduce que es inevitable la pregunta por esta trascendencia, aunque esta interrogante y potencial sabiduría provenga de lo estrictamente vinculado a una conciencia, en nuestro caso, una conciencia humana que se pregunta sobre la realidad última y primera de la cosas. Desde luego también somos perfectamente conscientes. En este sentido la razón que interroga está investida de la gracia que debe partir de la idea misma de esa Realidad Total. Así lo explican los filósofos y prácticamente cualquier teólogo: la idea de Dios debe provenir de Dios mismo en tanto que está en todos nosotros desde siempre.

                Aun con las limitaciones del conocimiento (que nos impiden acceder a esa Realidad suprema directamente), las aproximaciones y potenciales pruebas racionales de su existencia no hacen sino dar crédito mediante la fe de su posible revelación, inalcanzable para la lógica ordinaria y conceptual.

                Es así que la creencia e incluso la intuición de la Verdad, si tiene su origen en la humanidad (o en cualquier entidad con conciencia) que razona sobre ella, se reconoce ampliamente que esta idea o impronta proviene de lo que en nosotros hay de trascendente, que no es sino lo que pudiere de tener semejanza con aquella Realidad última.

                Al margen de las perversiones de la fe llevada a la idolatría más variopinta (nacionalismos, ideologías políticas, fundamentalismo políticos y religiosos…) que llevan a la sacralización de entidades bien distantes a la sustantividad de lo trascendente (arraigados en supuestas realidades históricas: patria, Estado… –lo veíamos en el anterior capítulo-), no hacen sino dar fe bastante pagana de la necesidad de llenar el hueco inmenso que ha dejado la obliteración de ese instinto de lo trascendente, y que es acaso lo que más me ha hecho, personalmente, mantener una prudencial –en muchos caso radical- distancia con las creencias religiosas institucionalizadas.

                Aquellas realidades que no se perciben directamente son las que abarca no solo la fe, también la gracia de la razón que indaga sobre ellas. Y es que la realidad ordinaria desde donde parte el entendimiento racional de lo perenne tiene su sustancialidad o ser en la Realidad de lo Absoluto.

                Resalto nuevamente el hecho incontestable de las limitaciones iniciales del lenguaje estándar, anclado en las conceptualizaciones gramaticales y de sintaxis de su uso habitual para alcanzar o expresar estas realidades trascendentes, a no ser mediante el especial lenguaje de la poesía que, al igual que las matemáticas hacen, indagan sobre la base de un uso desviado de la norma y en relación directa con una simbología excepcionalmente potente para aproximarnos a este ámbito de lo trascendente. La extravagancia expresiva, la paradoja verbal, las ambigüedades y analogías propias de la poesía que quieren entrar en ese Orden de Realidad de otra forma totalmente inaccesible.

                El planteamiento verbal discursivo al uso es totalmente inútil para el entendimiento y acceso a la realidad, y por eso el lenguaje poético, integrador, paradójico ofrece la posibilidad de esa unión para el acceso al Fundamento de toda Realidad Última

                Abundaremos en estas reflexiones sobre esta cuestión harto interesante y aún en otras no menos fascinantes para los amigos de estas indagaciones sobre lo que en última instancia nos estimula y puede dar sentido a nuestras vidas.

 

 

 

Francisco Acuyo



La gracia de la razón: y la aspiración al infinito,  Francisco Acuyo


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