La realidad y la diversidad de sus facetas (si es que en verdad las tuviera) es la temática que abordamos en estos últimos post del blog Ancile para su sección de Ciencia, en este caso bajo el título: La luz y su constante universal: Lo real (como un todo) más allá de dicha constante.
LA LUZ Y SU CONSTANTE UNIVERSAL:
LO REAL (COMO UN TODO)
MÁS ALLÁ DE
DICHA CONSTANTE
El uso –teórico y práctico- de la
denominada constante universal de la velocidad de la luz ha sido y es en verdad
útil y de una importancia incuestionable en física. El modelo de la relatividad
general de Einstein así lo ha corroborado y puesto en evidencia,
estableciéndose como un marco singular y capital para el entendimiento de la
realidad física y de su fenomenología, así lo demuestra su aplicación para la
mayoría de mediciones que tienen interacción con el universo.
No
obstante, no son pocos los cosmólogos que aún con herramienta tan poderosa de
medición y sobre todo de predicción, no acaban de poder explicar, en virtud de
sus aproximaciones, cómo es que el cosmos goza de semejante inmensidad y, lo
que es aún más enigmático, cómo es posible ese grado homogeneidad manifiesto
(uniforme en todas las direcciones) del que participa, sobre todo si la velocidad
de la luz ha sido constante desde la génesis del Big Bang. Además, todo parece
indicar que con la constante de la velocidad de la luz, el centro teórico del
universo no alcanzaría el límite exterior del mismo, dando esto lugar a un
universo heterogéneo, que no es precisamente lo que se observa.[1]
Como
vemos, las consecuencias de la naturaleza de la constante universal de la luz,
no sólo afecta al ámbito de lo inmensamente pequeño (al dominio de lo
cuántico), también en el terreno de lo inmensamente grande, como es el de la
cosmología. Las relaciones de ambos territorios y su fenomenología no han
tenido una convivencia precisamente pacífica en la física teórica. Buena cuenta
de esta controversia (que no es nueva, data de los filósofos griegos, que ya
conjeturaban que en la aparente diversidad del mundo ocultaba una unidad
subyacente) la da el intento de llegar a una teoría unificada (Theory of Everything), mediante la cual
establecer un modelo simple para unificar todas y cada una de las interacciones
que son posibles en la naturaleza y sin contradicciones. Contradicciones
extraídas, sobre todo, por lo observado en el mundo cuántico, donde el azar
parece campar por sus respetos, dominio decimos al que a lo más a lo que
podemos llegar (que no es poco) es al cálculo de probabilidades de que suceda
un determinado evento cuántico.
Este
intento de unificar en una sola teoría las explicaciones sobre las
interacciones de las fuerzas básicas de la naturaleza y sus respectivas
interacciones (gravitatoria, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil)
ha sido y es una constante de la ciencia
física, añadiendo la cosmología la necesidad de una fuerza inflacionaria así
como la materia y la energía oscuras, que exigirían una suerte de partículas
fuera del modelo estándar. De hecho la relatividad general y la física cuántica
mantienen sus diferencias, cuya principal inconsistencia radica en la exigencia
de la incorporación de la gravedad cuántica.[2]
De cualquier manera, la mecánica
cuántica aplicada al ámbito de lo infinitamente pequeño se ha mostrado como una
herramienta predictiva eficacísima, aunque deba reconocerse que una teoría
total muy bien pueda resultar un imposible, sobre todo si atendemos a las
derivaciones lógico matemáticas del teorema de la incompletitud de Gödel.[3]
Todas
estas idas y venidas en la búsqueda de una visión completa y coherente de la
realidad del mundo ha tenido también, inevitablemente, que afectar
(¿filosóficamente?) al concepto de realidad, y hasta qué punto podemos aspirar
a reconocer lo que esta sea. De las aproximaciones que de ella se han hecho se
ha podido abordar una panoplia grande de fenómenos con predicciones cada vez
más exactas. De todas formas estamos lejos de un determinismo laplaciano de
totalidad de conocimiento de lo que la realidad consista, y para ello
confrontamos, de nuevo, con la incertidumbre de la realidad cuántica del mundo.
Veremos
en próximas entradas de este blog Ancile, que la realidad no es algo tan
evidente como nuestros sentidos, e incluso nuestra razón común, nos muestran en
primera instancia.
Francisco Acuyo
[1] Según
algunos teóricos, en realidad, al principio del Big Bang, la velocidad de la
luz no era constante, sino que era superior a dicha velocidad, y a la medida
que el universo se consolidó en su expansión ralentizándose y con ella la de la
luz.
[2] Véanse
como alternativas a superar esta inconsistencia entre ambas la teoría de
supercuerdas y la teoría de gravedad cuántica de bucles.
[3] Nos
viene a decir que cualquier teoría matemática suficientemente compleja o es
inconsistente o incompleta, por lo que la física (si apoyada en la verificación
matemática) tampoco puede ser completa.
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