Para la sección de Editoriales amigas del blog Ancile, traemos el post dedicado al libro que lleva por título: La ciudad constelada, con poemas de Francisco Acuyo y fotografías de Alejandro Martínez para la ocasión. Es el número dos de la colección Imago Veritas, de Entorno Gráfico ediciones. Porta poemas y fotografías singulares para un libro muy particular. Libro, decimos, muy personal que también adjunta, junto a la edición en papel, la tecnología NFC y un código QR mediante los cuales podrán acceder a una exposición virtual de las fotos del libro y algunas no recogidas en el mismo. Sigue esta editorial con esta publicación nueva s como pionera al integrar estas tecnologías. Dicha exposición es totalmente interactiva, y podremos ver con total detenimiento cada una de las fotografías (ampliando o reduciéndolas), acompañados de música si lo deseamos, así mismo podrá escuchar los poemas en la voz de su autor a través de las indicaciones en la edición 3D. Puede verse en móviles, ordenadores, TV y si tenemos unas gafas de realidad virtual en un espectacular 3D que hará las delicias de los espectadores. Los diseños de la sala de exposiciones, así como de todo el conjunto de la exposición, ha sido llevado a cabo por el también fotógrafo y colaborador de Entorno Gráfico, Juan Francisco Navarro, en una labor creativa extraordinaria. Aportamos en esta entrada una breve muestra, un fragmento de la introducción, un par de poemas y algunas fotos que componen la totalidad de esta publicación
Incluimos en este post un enlace para que puedan verlo y disfrutarlo en su totalidad, sólo tiene que clicar en el siguiente enlace que colocamos seguidamente y al final de la entrada:
Exposición La ciudad Constelada
La ciudad constelada en Entorno Gráfico Ediciones
CON POEMAS DE FRANCISCO ACUYO
Y FOTOGRAFÍAS DE ALEJANDRO MARTÍNEZ
Que no
enmudece el pájaro nocturno de la creación, que su canto en figuras musicales
aún hoy constante se derrama, muy bien puede ser muestra singular la miscelánea
de imágenes y versos que comprenden estas páginas. Si la noche unas veces, o
las soledades de la naturaleza, o la figura humana, o la línea arquitectónica
... en otras, diríanse que de iridiscentes flores siembran el útero de la nada,
pues parecen ginestas, campanillas, caléndulas o rosas, y el tapiz del cielo
tan remoto, los espacios naturales y urbanos, sin embargo, en ellas prenden, y
no parece que fulguran, sino dentro del infinito espacio que enmarca en un
instante la conciencia del que, en éxtasis, siempre las contempla. Pero la
noche encuentra en el día y sus personajes y naturaleza, la otra cara de la
realidad de lo que queda del tiempo. Aquí, en estas páginas, una semblanza.
Del prólogo Lo que queda del tiempo
1
VED
celestial la estela, que de brillo
ciñe
esmaltado el pulso (azul o blanco,
purpúreo,
a veces) de las horas sobre
la
edad del cielo deslizando añil
la
estela de la noche;
se
diría
imprecar
a las sombras del paisaje:
¡Tú, conciencia, por fin regresa al único
mandato
de tu ser a aquel espejo
en
que se reconocen las miríadas
de
estrellas, si pupilas de otro mundo!
YO MISMO
(GLOSA)
yo soy aquel que ayer no más decía
el verso azul y la canción profana,
Rubén Darío
Yo mismo, aquel que ayer no más decía
el verso azul y la canción profana
soy, y cuyo venidero azar recuerda
en un futuro nunca sucedido,
donde el marco de su memoria olvida
el infinito devenido, donde
la fronda de sus valles estelares
hace ubérrimos nuestros prados; sí,
aquel que, no nacido, no bebió
nunca de su agua viva, ni su música
escuchó entre la flor alerta en que
liba lascivamente algún insecto;
mas, rocé entonces la corola suave
de la espuma en la luz marina, cuyo
tiempo a la orilla, delicado, suena
por siempre acorde.
Sí, a la orilla en que
soy yo, aquel, que ayer no más decía
en la infinita sima de esta orilla
sentir tan cerca el fraternal abrazo
de los astros, en cuyo resplandor
un ruiseñor había por la noche
que era alondra de luz por la mañana.
Egregias piedras de la noche son
animales del hombre familiares:
luz de míticos seres que proyectan
en un cielo las formas constelado.
Después de que la arena del reloj
de nuestro devenir hubiera casi
por completo pasado; cuando un poco
más, y pronto estaremos al fin mudos.
Si ministro mortal de este infinito
empíreo, a los que oyeren les propongo
oblaciones nocturnas a este dios
que hará de cada espíritu una estrella.
Poemas de Francisco Acuyo.
Fotografías de Alejandro Martínez
Exposición La ciudad Constelada
La ciudad constelada en Entorno Gráfico Ediciones
Bravo! Cómo disfruto con tú elevada poesia, es como un baño de rocio que te limpia de todo lo que estorba y solo queda Belleza para beberla a poquitos y te ilumine entera.Felicidades a ti querido poeta y esa ejemplar labor editorial. Las fotografías son arte puro.Un gran abrazo. Y besos a tus gatitos.
ResponderEliminarUn enorme agradecimiento a Francisco Acuyo por esta publicación que sin su apoyo no habría sido posible este libro. Me siento muy orgulloso de tener este grandísimo amigo y su sabiduría poética en la familia. Gracias.
ResponderEliminarGenial, como siempre!
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