Buscando nuevos argumentos sobre el fundamento de la organización del pensamiento y la IA, traemos un nuevo post para la sección de Ciencia del blog Ancile, esta vez, bajo el título: De la organización al caos: ¿El abismo abierto para IA?
DE LA ORGANIZACIÓN AL CAOS,
¿EL ABISMO ABIERTO PARA LA IA?
Que un organismo de organismos
como es el ser humano y su centro neurálgico de reconocimiento del mundo y de
sí mismo como es el cerebro, se resista a los argumentos reduccionistas de la
IA, puede argumentarse, entre otras razones, porque dicho organismo es el
resultado de un proceso evolutivo altamente complejo que viene a suceder en muy
diferentes niveles no establecidos previamente, como sí sucede con el
algoritmo diseñado para la codificación mecánica de sus funciones, el cual, además, puede ser
sometido a ingeniería inversa[1]. Los organismos están estrechamente vinculados a su entorno sin plan previo y de
manera aleatoria. Esto sin contar con que estos organismos están en contante
modificación en virtud de que todo lo que acontece para el cambio se sucede fuera del mismo. Resulta,
además, que la entidad orgánica es imposible de dividir o separar de la propia
información que la modifica, a diferencia del hadware-sofware de la máquina
de computación.
Es, también, constatable que los sistemas dinámicos complejos[4]
no pueden reducirse en conjuntos de ecuaciones diferenciales simples que
llevarían a magnitudes infinitas (Henri Poincaré)[5], amén de que estos sistemas son muy sensibles a las condiciones iniciales y, por tanto, sujetos
a la impredecibilidad y el caos.
No
obstante, de todos estos argumentos, prevalece una idea entre no pocos
científicos que, como ya vimos en anteriores post y veremos en los siguientes,
puede resultar, cuando menos, contradictoria en relación a todo lo
anteriormente expuesto, a saber, el concepto de información prevalece como
fundamento del mundo, desplazando la dimensión física amparada por la materia y
su derivado la energía. Las matemáticas y la lógica, como productos mentales,
son la génesis, si no del mundo, sí de lo que podemos entender y acercar del
mismo, esto incluye a la vida, necesariamente extrayendo para este fin la
posibilidad de una computación analógica. Era inevitable que, al fin, tuviera
que aparecer una serie de terminologías que, o bien trascienden el ámbito significativo de lo retórico,
o bien están mal utilizadas para la ocasión, es el caso del denominado
ordenador orgánico, frente al comúnmente reconocido como computador digital.
Sobre esto y otras aproximaciones daremos cuenta en la próxima entrada del blog
Ancile.
Francisco Acuyo
[2] Decía Gödel: …mis teoremas solo demuestran que la mecanización de las matemáticas, es decir, la eliminación de la mente y de las entidades abstractas, es imposible si queremos establecer un fundamento claro.
[3] Otro ejemplo podría ser el problema de la parada (No existe un algoritmo que pueda predecir si un programa informático seguirá funcionando perpetuamente), descrito por Hilbert, o por las apreciaciones del propio Turing en relación a su máquina Oráculo, capaz de reaccionar a lo que no se pueda acceder mecánicamente, de la cual llegaba a afirmar que no podía tener las características de una máquina (por lo que no se podría construir), y en consecuencia cualquier ordenador será limitado en relación a lo que puede acceder y responder un cerebro humano.
[4] Esta misma dirección argumentativa era expuesta en el ámbito de la organización estructural métrica en el discurso poético (Acuyo, F.: de la proporción en lo diverso, Universidad de Granada, 2007.
[5] Poincaré las denominaría funciones integrables.
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