Acaso sea la matemática (y la poesía en cuanto tiene de parentesco con la matemática) la vía más peculiar, pero también más segura de indagar en la realidad sustancial de ese no algo que es la conciencia; para esta indagación, este nuevo post de la sección de Ciencia, del blog Ancile, bajo el título: El lenguaje matemático ¿y poético?), más allá de la experiencia determinista, dice lo que sigue.
EL LENGUAJE MATEMÁTICO ¿Y POÉTICO?)
MÁS ALLÁ DE LA EXPERIENCIA
DETERMINISTA
Cerrábamos el anterior capítulo
de estas reflexiones sobre la información y el apogeo de esta, y como resultado más espectacular la IA. Centrándonos en las matemáticas, base de toda ciencia de la información, pasamos a exponer nuevas dudas al respecto sobre lo que realmente sabemos del universo y de la conciencia a través de esta vía de conocimiento, y si es capaz de responder a cuestiones como:.
¿Cómo es que una abstracción puede describir la materialidad del mundo con
tanta precisión? ¿Puede la conciencia a través del razonamiento puro explicar,
concretar e incluso construir las propiedades de lo que consideramos realidad
tangible? ¿Es cierto que, en palabras del filósofo Charles Peirce, en verdad
todavía falta algo secreto por descubrir?
La
IA ha puesto en evidencia que los patrones sobre los que se edifica no son tan nuevos, si como así parece están
estructurados sobre algoritmos e ideas estadísticas ofrecidas en nuevas capas o
pasos computacionales, que la arraigan a una matemática básica incorporada a su
sistema de proceso de datos, pero que no puede crear conocimiento nuevo alguno.
El positivismo determinista, a mi juicio, de esta inteligencia, es precisamente el sepulcro de
sí misma y por lo que no puede ser equiparable a la humana. No obstante, también es cierto que, cuanto mayor sea nuestra dependencia de esta manera de computar
matemáticamente, más en peligro ponemos la inteligencia (y la conciencia) propia(s) al intentar
encontrar niveles comparables, consiguiendo sólo una depreciación o devaluación
de nuestras propias capacidades creativas.
Existe,
sin embargo, un fundamento especialmente importante en cualquier aproximación
del lenguaje matemático, al margen de su eficacia, y que muy bien puede
emparentarlo a lenguajes muy singulares (como la poesía): la búsqueda de la
belleza y elegancia en sus expresiones formales y sus estructuras constitutivas. En cualquier caso, nos fascina ver la sugestiva
conexión entre nuestros pensamientos (a través de las expresiones matemáticas y poéticas) y el propio universo. Se establece un diálogo que nos habla de
similitudes y parentescos enigmáticos,. Se dirá que queda resonando el eco
de una inteligencia que hace posible esta interacción, y que nosotros no nos
cansamos en identificar con el término de ese no algo intangible que es la conciencia.
Será,
no obstante, necesario reconocer la compleja problemática del lenguaje para comunicar esta
aproximación última deducida, lenguaje que emparenta a la matemática pura más
creativa con el lenguaje poético, como instrumentos más aproximados para describir
aquella realidad última, portadora de los recursos trópicos con la suficiente
potencia creativa para la transformación de nuestro propio entendimiento y aquel a la que la propia sociedad debiera aspirar.
Esta
idea de conciencia universal expresa la necesidad de ese lenguaje capaz de
indagar en esos sectores aún por descubrir de nuestro pensamiento que interaccionan con el universo que, ahora, se empieza a reconocer en el ámbito de la información, información que es capaz de crear y recrear ese no algo que denominamos conciencia. Este lenguaje
poético matemático en modo alguno puede emparentarse al básico y rudimentario
que aporta la IA en la actualidad, lenguaje al servicio de una mecánica reduccionista y de una determinista visión de la realidad.
Este
tipo de lenguaje superior (poético matemático) es el que hace de las entidades
abstractas organismos vivos y, pone de relieve que, quizá, todo, hasta
lo más minúsculo, tenga o porte esta suerte de enigmática conciencia de la que
venimos hablando hasta el momento, y que sea en realidad la sustancia última y primera del mundo.
La
eficiencia del algoritmo computacional no puede ni debe compararse con la
creatividad viva, cambiante, orgánica del pensamiento humano. Y podemos encontrar argumentos para esta denuncia en el seno mismo de las matemáticas y de lo que estas tengan como proceso de creación pura. De ello hablaremos
en la siguiente última entrada en el blog Ancile.
Francisco Acuyo
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