Cuando los orígenes de la ciencia actual y las paradojas de la denominada protociencia comparten analogías que hacen reflexionar sobre los fundamentos compartidos de las mismas, llevan a este nuevo post para la sección de Ciencia del blog Ancile, y bajo el título: Analogía y paradoja en la alquimia y la mecánica cuántica.
ANALOGÍA Y PARADOJA
EN LA ALQUIMIA Y LA MECÁNICA CUÁNTICA
Quienes se acerquen a las recetas
alquímicas no podrá dejar de quedar perplejos ante las innumerables paradojas (que
no contradicciones) que las pueblan, en apariencia, indiscriminadamente: así, el
azufre ora es cuerpo fijo, ora volátil; o que el mercurio es agua en un momento
y en otro fuego, y así sucesivamente.
Acaso, el propósito de la alquimia de reunir el cielo y la tierra, pone en evidencia
la dinamicidad constante del mundo alquímico que, estaba empeñado en permanecer
estrechamente vinculado con la naturaleza material de las cosas, y que, en definitiva,
viene a componernos, y para su realización era necesario un nuevo empirismo (que
aprovechó la ciencia moderna).
Las
analogías sobre la estructura de la materia son muy diversas (por ejemplo, considerar las partículas subatómicas como pequeñísimas esfera, las cuales
podrían ser adecuadas sino fuese porque en realidad las partículas no tienen
una localización precisa, y cuya célebre incertidumbre no hace sino desembocar
en extrañísimas paradojas, como el hecho de que no podamos conocer al mismo
tiempo el lugar y el movimiento de una partícula). La luz como realidad
simultánea como onda y partícula es otra de las raras
consecuencias que derivan de la observación de la estructura íntima de la
materia, donde la luz se convierte en cuerpos y los cuerpos en luz.[4]
Así
mismo resulta inevitable recordar el papel de la conciencia (del observador) en
la materialidad de lo que consideramos como mensurable: lo que en verdad pone en seria cuestión la existencia de la realidad objetiva. Todo lo cual nos
pone en conexión con la idea del alquimista de si la propia materia no puede
ser alterada sino por simpateia, y que el teorema de Bell, para avalar el principio de no localidad, deduce que es
posible la acción instantánea a distancia que, a su vez, expone la posibilidad de que una
parte del universo pueda tener conocimiento de otra parte[5],
en una especie de contacto a distancia en ciertas condiciones.
Son
numerosas las analogías y paradojas que comparte la alquimia con la ciencia
moderna, aspectos que resultan de mucho interés y que darán lugar a nuevas
indagaciones en posteriores post del blog Ancile.
Francisco Acuyo
[1] Harpur,
P.: ob. Cit. Pág. 236 y 237.
[2] Las
cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza: electromagnetismo, la fuerza
nuclear fuerte, la fuerza nuclear débil y la gravedad, donde la unidad de todas
ellas puede considerarse la piedra filosofal de los físicos de la materia
subatómica.
[3]
Robinson, A. L.: Science
[4] Talbot,
M.: Más allá de la teoría cuántica, Gedisa, Barcelona, 1995, pág. 36.
[5]
Gliedman, J.: Entrevista con Brian Josephson, Omni, 4, nº10, 1982, pág. 88.
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