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martes, 24 de octubre de 2023

ÉTICA Y ESTÉTICA DE LA POESÍA, A LA SAZÓN DE: ESTUDIOS SOBRE LITERATURA CONTEMPORÁNEA, DE ANTONIO CARREIRA (III)

Tercera entrega del trabajo titulado: Ética y estética de la poesía, a la sazón de: Estudios sobre literatura contemporánea, de Antonio Carreira, para la sección de Extractos críticos, del blog Ancile.



 ÉTICA Y ESTÉTICA DE LA POESÍA, A LA SAZÓN DE:

 ESTUDIOS SOBRE LITERATURA CONTEMPORÁNEA,

DE ANTONIO CARREIRA (III)



Estudios sobre literatura contemporánea, Francsico Acuyo



Un signo claro de esta decadencia es el vacío expresivo producto del galopante narcisismo de una sociedad que muestra un hondo vacío interior, producto por la obsesión de la contemplación hedonista y banal del sí mismo. ¿Por qué hoy podemos distinguir lo bello desasido de lo sublime tan fácilmente en las manifestaciones artísticas que ofrecen al uso los representantes del arte actual? Porque la conmoción, el asombro, el arrebato, el dolor incluso, están descartados de los presupuestos estéticos en la actualidad. Lo plano, ramplón y literal campan a sus anchas en los gustos y valores contemporáneos.

Góngora (de quien sabe como pocos nuestro autor) será el ejemplo más adecuado, quizá, para exponer como contraste lo que hoy ofrece la triste perspectiva de lo literario y poético español. Vemos en el genial D. Luis lo contrario a lo asequible y de monótona y clónica gradación estética, cuyos resultados difícilmente pueden ser entendidos o considerados como poéticos; en el genial cordobés lo sublime destaca por su magnitud y grandeza, por lo agreste y vívido de sus construcciones siempre extremadamente expresivas que impiden el aletargamiento del lector que se ve impelido al asombro constante. La conmoción enérgica de aquellos versos de nuestro poeta universal, cómo disienten con la horizontalidad soporífera del esteticismo manido y tedioso de gran parte de lo que se ofrece en la actualidad.

Estudios sobre literatura contemporánea, Francsico Acuyo

De los grandes maestros del clasicismo, también aprendí que lo bello no puede ni debe complacerse en sí mismo sin implicarse en lo más íntimo del proceso cognitivo, pues debe aspirar a la sugerencia profunda, a la conmoción y a la sublimidad con todo el aporte de complejidad que todo ello conlleva, aunque eso duela en su recepción y necesite de nuestro esfuerzo lector para entenderlo e interpretarlo. ¿Hoy día hay interés por este vasto dominio? Más bien diría que se entrega a la fácil complacencia de lo inmediato y huye de cualquier atisbo de profundidad, audacia y riesgo expresivo.

Adorno proponía una hermenéutica de enorme interés para la contemplación de la verdadera obra de arte, cuando decía que no tiene por qué ser agradable y asequible, más bien al contrario, pues su percepción va mucho más allá del placer porque en dicha contemplación conmueve el concepto habitual de vivencia… es una admonición deal sacrificio la liquidación del yo, que estremecido comprende su propia limitación y finitud.[1] Lo racional (y lo inconsciente como sustrato profundo de la conciencia) se abre(n) a una percepción honda que, a su vez, se mueve entre lo consciente y lo inconsciente, lo racional y lo irracional.

¿Quién, a día de hoy está dispuesto a desviarse de los principios hedonistas de la estética actual, para estar dispuesto al desgarro y el dolor que anuncia lo que es completamente distinto? Será por esto que, en la era de la información, lo bello digital prepondera porque es del todo opuesto a lo que es variado, complejo, distinto y que expone al que se adentra en él a la exposición traumática de lo extraño y diferente.

¿Hasta qué punto no se ignora totalmente el valor del pudor que ofrece el arte al no dar con evidencia sus secretos que requieren en su desvelamiento el esfuerzo, el conocimiento, la entrega y el padecimiento gozoso de su descubrimiento? La sugerencia se sustituye por una simple, incauta, cuando no necia obviedad manifiesta. Sin querer traer a colación una hermenéutica del encubrimiento, sí que me parece oportuno traer a colación a Benjamin cuando nos advierte que solo gracias a un conocimiento muy exacto de lo bello como velo, estaremos en condiciones de aprehender el verdadero arte, porque la belleza no se comunica ni a la empatía inmediata ni a la observación ingenua[2].

Cuando la sociedad elimina sistemáticamente el esfuerzo, lo hace también con la percepción de lo bello, pues muchas, muchas veces, sólo es posible alcanzar la vulnerabilidad necesaria con ese esfuerzo requerido, pero, ¿quién quiere ser vulnerable en una sociedad entregada al consumo de lo fácilmente deleitoso, y a la ideología de lo ramplón y adocenado, de lo tranquilo, cómodo y trivial?

 

 

Francisco Acuyo

               



[1] Adorno, T. W.: Teoría estética, Orbis, Barcelona, 1974.
[2] Byung-Chul Han: La salvación de lo bello, Herder, Barcelona 2023, pág. 52.



Estudios sobre literatura contemporánea, Francsico Acuyo


viernes, 20 de octubre de 2023

ÉTICA Y ESTÉTICA DE LA POESÍA, A LA SAZÓN DE: ESTUDIOS SOBRE LITERATURA CONTEMPORÁNEA, DE ANTONIO CARREIRA (II)

Ofrecemos para la sección de Extractos críticos del blog Ancile, la segunda entrega de: Ética y estética de la poesía, a la sazón de: Estudios sobre literatura contemporánea.


ÉTICA Y ESTÉTICA DE LA POESÍA, A LA SAZÓN DE:

 ESTUDIOS SOBRE LITERATURA CONTEMPORÁNEA,

DE ANTONIO CARREIRA (II)



Ética y estética de la poesía, a la sazón de: Estudios sobre literatura contemporánea. Francisco Acuyo




Parte nuestro autor de una premisa de grande interés que no siempre se tiene en cuenta a la hora de establecer unos fundamentos serios de acercamiento al propio fenómeno poético, a saber: que el poema es, al margen de una cosa de dos (poeta y lector), un constructo cuya componenda adquiere consistencia en dos fundamentos imprescindibles: el musical –rítmico y eufónico- y el racional (este último, con todas las prevenciones que conllevan los factores irracionales de la semántica de la lengua). Sin entrar en las complejas relaciones que puede conllevar la música como lenguaje universal, y el poema como lenguaje que no lo es, lo que Carreira plantea, y a mí me hizo pensar detenidamente, es la racionalidad como fundamento gozoso y gustoso del poema, basado, en principio, en su necesaria comprensión (Eliot). Ahora bien, dicho goce (estético) debe cimentarse en determinadas razones. Nada sabemos de dichas razones (avisa Carreira) y nada dice de ellas el ilustre poeta de San Luis, todo lo cual hizo que mi curiosidad al respecto aumentara exponencialmente.

                La sensibilidad de cada cual, la formación, los valores estéticos y otros criterios subjetivos, que suponemos deben comprender aquellas razones del buen gusto, son materia de segura controversia, en cuanto que deben estar relacionados con diferentes aspectos no menos controvertidos como la comprensión o no del poema, y las interpretaciones variadas que se pudieren hacer del mismo. En cualquier caso, es claro que aquellos ya señalados valores estéticos tienen mucho que decir al respecto de lo bueno, malo o caótico del poema, que advertía Eliot, sobre todo en relación con la ambigüedad o claridad que pudieren ofrecernos sus versos, estableciendo como criterio esencial el ritmo y como pilar básico de todo buen poema, ya que, el ritmo, no es solo medida, sino visión del mundo (Octavio Paz).

                Todo este asunto del ritmo del lenguaje poético no es en modo alguno cosa baladí. Por eso, Carreira, insiste en este aspecto añadiendo, además, otros criterios de distinción entre las artes, centrados en la potencial racionalidad de las mismas; así, la música, se dice, tiene un carácter irracional, y el lenguaje (sobre todo en prosa) carácter racional; de ambos principios se deduce que la poesía ocupe
un estadio intermedio (Pessoa) que, para muchos puede resultar poco cómodo y que, acaso irremediablemente, puede añadir confusión en la práctica y en la teoría del verso. Hablamos, claro está, de la proverbial confrontación teórica (y práctica) entre verso medido y verso libre, que me remito a la magistral referencia que hace nuestro autor en su texto.

Ética y estética de la poesía, a la sazón de: Estudios sobre literatura contemporánea. Francisco Acuyo
                Todo ello tiene su punto álgido cuando Carreira entra a debatir todos estos asuntos con la aparición de las vanguardias artísticas, las cuales acabarán llevándonos hasta la situación de la actualidad. La rebelión contra la versificación silábica coincidirá con la subversión contra todo lo que tuviere asomos de racionalidad. Así también, afectará a la concepción trópica del verso, y la metáfora rehúye referentes comparativos para verterse como metáfora absoluta que no aspira al significado sino al ser (Paz), donde la realidad no es aludida, porque pretende recrearla. Mas, si esto es así, ¿quién podría considerarse poeta y qué poema? Nos dice nuestro autor que ante situación, nuevamente, habrá que de enfrentarse al difícil problema de los valores estéticos.

                La cuestión es que las artes se han rebelado contra tantas cosas, nos avisa Carreira, que es extremadamente complicado, a luz de estos cambios y del aparato teórico derivado de los mismos, aprehender criterios de valoración apreciables a lo bueno o nefasto de esta o aquella obra artística. Esta situación, llevada al ámbito de la poesía, pone, inevitablemente, la duda o la evidencia de si no estamos ante un verdadero ocaso de la poesía. O si ya no encontramos diferencias entre la prosa (mala), exhibida como poesía, poniendo (textualmente) en peligro la sensibilidad de los jóvenes que se acerquen a ella.

                La indiscutible necesidad de renovación de las artes no justifica la clara inclinación actual por el camino de lo fácil para verter el objeto artístico como una mercancía asequible y de consumo rápido, alentado todo ello por una propaganda perfectamente engrasada para tal fin. Una de las expresiones que más me gustan de Carreira ante el panorama del arte y la literatura (y que se deriva a la música), es que estas nuevas generaciones caminan irremediablemente a la sordera, amén de decidir hablar en necio para dar gusto al vulgo. La reflexión pertinente y que viene muy apropósito en la panorámica actual quizá sea: ¿si no hay grandes compositores, poetas o pintores es porque no tienen cabida en la escala de valores de nuestra sociedad actual?

Lo que sí parece del todo evidente es que nuestra sociedad está manifiestamente entregada al hedonismo de la belleza fácil y digerible. Rechaza cualquier dolor o sacrificio y expone con claridad que estamos entregados a la dogmática doctrina del consumo o de la ideología (im)pertinente. La herida que exigía Gadamer ante la contemplación de la obra de arte verdadera, es hoy rechazada por una producción supuestamente destinada a agradar de forma exclusiva, y no a convulsionar, sorprender, despertar. La sedación de la sensibilidad expone que los presupuestos de consumo triunfan resueltamente. Exponen de manera obvia, además, que acaso hoy, de manera ostensible, sea imposible la percepción de la maestría y destreza que exige y reside en la resolución de lo genuinamente bello.

El disfrute plano, literal, liso del formato de consumo, no oculta que, además, vivimos en la era de la producción de datos, cuya impudicia de lo literal expone un mundo que no admite la profundidad velada de lo íntimo, y por tanto no admite ambigüedad mediante la que enfrentarse con el lenguaje, cuestión especialmente grave en relación al lenguaje poético, que no puede perder el pudor de su intimidad y su manifestación analógica, emancipada y libre. La obscenidad de la era de la información acaso tiene que ver también bastante con este serio declive, porque este procaz exhibicionismo de literalidad está despojando a la poesía de su fundamento: la singularidad abierta, viva, profunda y dinámica de su lenguaje.



Francisco Acuyo

2ª entrega




Ética y estética de la poesía, a la sazón de: Estudios sobre literatura contemporánea. Francisco Acuyo


martes, 17 de octubre de 2023

ÉTICA Y ESTÉTICA DE LA POESÍA, A LA SAZÓN DE: "ESTUDIOS SOBRE LITERATURA CONTEMPORÁNEA", DE ANTONIO CARREIRA (I)

 Para la sección de Extractos críticos del blog Ancile, traemos un nuevo post dedicado al libro Estudios sobre literatura contemporánea, del excelso y eminente filólogo Antonio Carreira, y que lleva por título Ética y estética de la poesía, a la sazón de: "Estudios sobre literatura contemporánea". Son algunas reflexiones sobre su espléndido y riguroso trabajo editado por la editorial Renacimiento y que desde aquí recomendamos vivamente. Ofreceremos varias entregas de la totalidad que componen estas reflexiones y que han deponer de relieve algunos asuntos que debieran motivar a plantearnos no pocos criterios de valoración ética y estética de la actualidad.


ÉTICA Y ESTÉTICA DE LA POESÍA, A LA SAZÓN DE:

 ESTUDIOS SOBRE LITERATURA CONTEMPORÁNEA,

DE ANTONIO CARREIRA (I)


 

Ética y estética de la poesía, a la sazón de: "Estudios sobre literatura contemporánea". Francisco Acuyo

Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto,
siempre nuevos y crecientes cuanto más reiterada
y persistentemente se ocupa de ellas la reflexión:
el cielo estrellado que está sobre mí y la ley moral que en mi hay. [1]

 

Enmanuel Kant

 

 

Se pueden establecer algo más que conjeturas sobre si hay algo más allá de la razón y lo razonable en la vida de la conciencia. Pero, ¿se puede mirar, ver e ir más allá del imperativo categórico[2] de lo razonable para reconocer lo que sea bello y moralmente plausible? Creemos que se puede y se debe.[3] Es forzoso decir que la vida de lo consciente se anima y pervive también en el mundo más o menos abisal de lo irracional inconsciente.

No obstante, también debemos reconocer que lo bello razonable, con su apolínea, refulgente y encomiable trayectoria, puede resultar una égida, un escudo, una protección más que una imagen real propiamente dicha que, sin embargo, en su idealidad de constructo de razón, no puede ser impermeable a la realidad sensorial, sensible y sensitiva de lo exterior. Exterioridad que muy bien puede ser perturbadora, inquietante o terrible, pues extrae al sujeto de la complacencia del yo y lo enfrenta a la otra cara quizá menos amable de una belleza, por sublime, eminente, compleja, que nos muestra que aquella, bien puede no estar exenta de diferencias, paradojas, desasosiegos y contradicciones. En verdad que es propio de la estética de lo genuinamente bello llegar a ser considerada como perturbación, dolencia o molestia intolerable, sobre todo para los presupuestos de belleza de una sociedad del deleite superficial, el entretenimiento hipnótico y la fácil complacencia.

Se plantea a mi juicio, por todo lo antecedido, una cuestión que no sólo es estética sino también ética. ¿Afectará la moral a las directrices y ambiente en que se fundamenta y desarrolla lo considerado bello en la actualidad? Es claro, o al menos a mí me lo pareció siempre, que el deleite, el asombro, la fascinación o lo inquietante de lo bello deben ser desinteresados por contemplativos, por lo que podemos decir que lo bello trasciende (en el sentido kantiano) el placer estético para fondear en lo ético; así, las formas bellas, aprehendidas, y a tenor del don de la interpretación, se nos ha otorgado con el sentimiento de lo moral (Hölderlin). De esta manera, nos vemos situados en el ideal de lo bello kantiano. Deberíamos deducir que, en virtud del contenido racional, esa idea de lo bello no debe ni puede sujetarse al instinto finalista del mero consumo o la inclinación ideológica interesada que rigen en la actualidad.

Ética y estética de la poesía, a la sazón de: "Estudios sobre literatura contemporánea". Francisco Acuyo
¿Hasta qué punto esa belleza moral, o moral de lo bello, tiene(n) sentido en nuestros días? ¿A día de hoy no es francamente discutible su presencia? Sin embargo, lo que sí puedo afirmar es que el trabajo, el esfuerzo, la constancia, la entereza en la realización e interpretación de lo bello que aspira a durar, no puede ser compatible con la aspiración efímera, fácil, inconstante de los principios (si es que llegan a serlo) de esta sociedad de lo banal a la que nos vemos relegados irremisiblemente. El temperamento, la condición, el carácter del genio creativo poco o nada tiene que hacer ante la manifestación constante de lo fácil, lo cómodo, incluso, lo ordinario por soez, impuestos por la dinámica de lo superficial que rige en nuestros días.

El esplendor de la verdad hegeliano deducible de lo bello, donde el concepto se manifiesta en lo sensible (curiosa sinestesia)[4] , ¿es un concepto perdido hoy día? Se olvida que dicho juicio (quizá, por prejuicios ideológicos), unifica sus partes en una totalidad organizada (orgánica) y siempre viva, capaz de revocar mil particularidades desde su dispersión para concentrarlas en una expresión y en una figura (Hegel) de totalidad; totalidad que, por cierto, tanto ha criticado el posmodernismo, olvidando la capacidad reconciliadora de las partes que ofrece dicha la totalidad, pongamos por caso, del poema, de la obra plástica, musical, … y todas ellas como una muestra de una praxis de reconciliación y libertad y, desde luego, decíamos, de verdad.

Que la belleza es un fin en sí misma, es algo que en el utilitarismo actual no tiene cabida. Lo estetizante debe estar al servicio de un fin (del consumo o de la tendencia ideológica interesada, decíamos), cuando siempre se mantuvo alejada dicha belleza de cualquier propaganda a fin de tales servicios. Dicho lo cual, tampoco está demás señalar la ostentación de una suerte de política de la belleza que pretende someter los valores más genuinos y profundos de aquella, anestesiando su honda significancia y necesaria trascendencia.

Así pues, es cierto que nuestro raciocinio puede estar vinculado a nuestro temperamento, muchas veces influido, pues, obedece, en ocasiones con más docilidad a los influjos del ambiente que a los criterios y juicios de lo razonable. Es así que, leyendo los Estudios sobre literatura contemporánea,[5] del admirado Antonio Carreira, reflexionaba sobre una cuestión harto debatida y no poco llena de controversias: los valores estéticos, y todo ello debatiendo nuestro autor, a la sazón, sobre unas reflexiones de T.S. Eliot, en relación con la valoración y calidad de la poesía, sobre lo cual, Eliot, enfatizaba que sólo existen versos buenos, versos malos y el caos,[6] pero dejando huérfana de criterios la búsqueda con la que hacer posible una evaluación.


Francisco Acuyo

1ª entrega



[1] Kant, E.: Crítica de la razón práctica, Losada, Buenos Aires, 2003, pág. 171.
[2] Si este imperativo categórico propende a ser un mandamiento autónomo, emancipado de cualquiera religión o ideolo)gía y, a tenor de esa emancipación, apto para regir el proceder humano en todas sus vertientes y ostentaciones. 

[3] Sería interesante atender con la extensión que merecen lo que las vanguardias han aportado en este aspecto.
[4] Sobre esta temática véase: Acuyo, F.:  Fisiología de un espejismo. Sinestesia pincel del pensamiento, colección Entrono Gráfico Ediciones, col. Exagium, Granada, 2023.
[5] Carreira, A.: Estudios sobre Literatura Contemporánea, Renacimiento, Sevilla, 2022.
[6] Ibidem: ob. cit. pág. 368.




Ética y estética de la poesía, a la sazón de: "Estudios sobre literatura contemporánea". Francisco Acuyo


domingo, 15 de octubre de 2023

BREVÍSIMA Y ELEMENTAL APROXIMACIÓN A LAS SUITES DEL ÚLTIMO ILUSIONISTA

 Para la sección Extractos críticos del blog Ancile, traigo un nuevo post que lleva por título: Brevísima y elemental aproximación a "Las suites del último ilusionista"


BREVÍSIMA Y ELEMENTAL APROXIMACIÓN

 A LAS SUITES DEL ÚLTIMO ILUSIONISTA



 

Brevísima y elemental aproximación a "Las suites del último ilusionista". Francisco Acuyo

 



Para algún amigo querido estas notas brevísimas,
 y en su prosaica redacción , seguramente limitadas y muy torpes,
 las cuales no sé si aclararán algo de sus dudas.

 

 

 

 Si la suite se compone de piezas breves musicales (en música clásica y jazz) de carácter dancístico, en este libro se reproducen métricamente siguiendo o mejor remedando el esquema musical, guardando la misma tonalidad en su relativo menor, pues están fundamentados los versos en el esquema que se conoce en métrica como el arte menor silábico (8, 7, 6, 5), queriendo imitar las formas diversas de danza como la alemanda, zarabanda, giga, gavota, etc…; y, si entendemos el ilusionismo como el arte de producir fenómenos que parecen contradecir los hechos naturales, tenemos el esquema básico formal y temático de este libro.

La idea partió de una dedicatoria que hace tiempo me escribió el maestro filólogo Antonio Carreira, cuando me decía que era un poeta crepuscular, literalmente, habida cuenta de lo que hoy, con la supuesta modernidad y posmodernidad se mal entiende como poesía.

Así como la illusio-ionis latina, ilusión, engaño, acaba derivando en el verbo illudere, formado con el prefijo in- y el verbo ludere, jugar, de esta suerte el conjunto de poemas es en verdad un juego que sigue la etimología a pie de la letra y quiere significar jugar contra, o hacer mofa de la propia ilusión que puede parecer la vida, y como toma cuerpo de realidad vívida a través del amor y de la amistad.

            El último ilusionista, quizá porque me siento como el raro que todavía cree en la sustancialidad de la poesía para hacer de ella un camino, una vía de sentido y significado, y donde la búsqueda y la percepción de la belleza es una senda de verdad que nos comunica con la realidad de lo bello (junto al sufrimiento) como lo más genuino del mundo.

Brevísima y elemental aproximación a "Las suites del último ilusionista". Francisco Acuyo
            También fantaseaba con que en estas suites (si habitaciones fuesen)  pudiesen ser conciencia y como sujeto de tal, que trataba de observar el huésped, o, si acaso, al fin, el huésped no era sino yo mismo que en ellas habitaba. Exigía la observación plena y atenta como plegaria natural del alma para discernir esta diferencia. Pero, supe que era una suerte de anónima sustancia, música o habitáculo, un ámbito de trascendencia.

            He aquí que, en el desfile de personajes en forma de dedicatorias, son el ángulo (Alehp) borgiano donde cada persona puede ver y entender el mundo como una singularidad exenta de cualquier ley física que me comunica que la vida es, ante todo, un cometido, una encomienda, una misión.

            Durante los días de confinamiento puede oír como nunca antes el silencio atronador, que es vital para la vida de los hombres, Puede escuchar y contemplar lo que creí yo el eco de tantos otros silencios fundamentales. Vi germinar las flores del balcón y secarse otras y entender que la observación, la contemplación, era el paso genuino hacia la creación. En este teorema de percepción y vida creativos se sustentan todos y cada uno de los poemas que habrán de conformar la unidad de este librito.

            Supe de la naturaleza, en fin, de este ilusionista (quizá el último que lo reconoce) que sabía el truco, la estratagema, la prestidigitación de la mente, que en modo alguno es una entidad por sí misma, pues, nada puede conocer ni entender fuera de ella misma. Sus representaciones, los poemas, ofrecen las impresiones de un mundo que se presenta así mismo como una ilusión, eso sí de una profundidad prolífica y opima. Supe, en la contemplación de todos aquellos personajes que forman parte del libro en forma de dedicatoria, que ellos conmigo formaban porción de lo que creía una exterioridad, cuando en realidad yo ya formaba fracción imprescindible de ella.

            Supe de la lógica ilusa de la identidad porque nada hay discontinuo entre lo que percibimos y aquello que nuestra (la conciencia) percibe. Son manifestaciones de este ascesis el amor, la amistad, el dolor compartido, la aspiración a lo trascendente…, que están ahí para crear lo verdaderamente nuevo. Hablamos, escribimos, y ese lenguaje nos constituye, pero lo que lo hace universal es precisamente el vigor y el impulso de ese amor, de esa amistad, de ese dolor compartido, de esa aspiración a lo trascendente…

            Gracias a estos poemas y sus figuras (personales, animales, vegetales…) pude dejar en su construcción imaginativa de ser yo, para ser el universo todo que aquellos constituían, y supe, además que todas y cada una de las ilusiones me instruía, me amonestaba de la realidad de la conciencia que, paradójicamente, las advierte.

            Una vez más entendí que la poesía podía ser la ciencia de la paradoja en la que las leyes que creemos construyen el universo no son inmutables mecanismos, sino un suerte de organismo vivo que interacciona y cambia, y que la lógica, cuando es poética, nos enseña a desconfiar de las supuestas excelencias de ella misma.

 

Francisco Acuyo



Brevísima y elemental aproximación a "Las suites del último ilusionista". Francisco Acuyo



 

miércoles, 11 de octubre de 2023

EXISTENCIALISMOS Y POSMODERNIDAD

 Para la sección de Pensamiento del blog Ancile, traemos un nuevo post que lleva por título: Existencialismo y posmodernidad.


EXISTENCIALISMOS Y POSMODERNIDAD

 

 

Existencialismo y posmodernidad. Francisco Acuyo


No deja de sorprenderme ciertas corrientes de pensamiento posmoderno, ubicadas en la necesidad de la superación de los errores reconocibles de la modernidad  entroncados por los avances científicos, sobre todo en su vertiente tecnológica, y a su vez enfrentados a las diversas corrientes existencialistas, cuyos fundamentos críticos de pensamiento, son, paradójicamente, opuestos a no pocos de los presupuestos de la intelectualidad cientificista de la modernidad.

                Mi admiración y adhesión a muchos de los valiosos presupuestos de estas corrientes (a mi juicio mal denominadas) posmodernas, no es, sin embargo, seguidora de algunos de sus argumentos (no sé si suficientemente reflexionados, o acaso huérfanos de conocimiento sobre lo que el complejo y variado movimiento existencialista supuso para el pensamiento en su tiempo y los ecos inevitables de influencia en la actualidad).

                Ensalzan los existencialismos la fenomenología para estructurar sus razonamientos con el fin de tratar de depurar o refutar el pensamiento de la existencia. Sobre todo cuando el punto de partida de todo existencialismo que se precie se sustenta sobre la subjetividad del individuo y sus vivencias arraigadas estrechamente en lo fenomenológico, que es donde engarza precisamente  este pensamiento particular de la posmodernidad. Y cuando percepciones o emociones como la angustia (enraizada en la constante inevitable del sufrimiento humano)  ponen en evidencia las insuficiencias del pensamiento científico,  manifiesta el existencialismo la necesidad de las acciones del sujeto, las cuales deben obtener coherencia con sus deseos y creencias, siendo esto el tronco, el  eje de una autenticidad que  se necesita para aceptar un papel coherente en el mundo, necesidad que supera cualquier aproximación científica.

Existencialismo y posmodernidad. Francisco Acuyo

            Buena cuenta de estos y otros presupuestos dieron las vanguardias literarias y artísticas, hija de un movimiento filosófico que en modo alguno puede o debe considerase como sistemático ni deudor de una escuela de asignación rigurosa, si no, más bien de diversas corrientes (cristianas, agnósticas o declaradamente ateas) que hacen comunes algunos de sus presupuestos filosóficos.

                Hay otra curiosidad que muy bien puede emparentar al movimiento posmoderno con el existencialismo, muy a pesar de algunos de sus componentes, la indefinición de sus movimientos. Otra curiosidad análoga de no menor entidad intelectual y filosófica será que,  en ambas,  impera la importancia de la  conciencia (existencial) para el reconocimiento de una ética de responsabilidad ajena a cualquier tipo de creencias dogmáticas. La existencia y la conciencia de existir, es antes que la esencia, declaran los existencialistas.

                Acaso el mal entendido parta del entendimiento de lo fenomenológico como vía de  conocimiento no tanto de objetos como de estos reducidos al ámbito de la conciencia, aunque esta conciencia sea intencional siempre. El vivir en la mente del mundo, como gustan muchos de estos pensadores posmodernos, será la mayor y más específica diferencia, en tanto que la conciencia ya no es sólo una cuestión individual, sino que participa de ella todo lo que existe en el mundo, y el hablar sobre este va a depender del lenguaje que seamos capaces de proponer a la naturaleza.

                En cualquier caso, en lo que sí estarían de acuerdo existencialistas y posmodernos será que el reduccionismo positivo cientificista no es en modo alguno suficiente para explicar el mundo. La materia pasa a ser imaginada o percibida, en cuyo proceso es fundamental la conciencia. Daremos en próxima entrada algunos detalles sobre estas contradicciones que son muy interesantes para comprender el pensamiento (¿y su crisis?) en la actualidad.



Francisco Acuyo

 


Existencialismo y posmodernidad. Francisco Acuyo


viernes, 6 de octubre de 2023

TODO SOBRE LA NADA EN LA TRADICIÓN HERMÉTICA Y EL VACÍO CUÁNTICO

 A vueltas con la tradición hermética, traemos un nuevo post que lleva por título: Todo sobre la nada en la tradición hermética y el vacío cuántico, para la sección de Ciencia del blog Ancile.



TODO SOBRE LA NADA EN LA

TRADICIÓN HERMÉTICA Y EL VACÍO CUÁNTICO

 

Todo sobre la nada en la tradición hermética y el vacío cuántico, Francisco Acuyo

 

Si es cierto que es más difícil deshacer el Oro que hacerlo,[1] será situación que pondrá en evidencia la dificultad de separar el mixto que une los elementos que configuran la naturaleza humana. El Oro de nuestra personalidad, lo corpóreo que constituye nuestro ego es harto complicado de disolver, y esta imposibilidad de vacío es cierto que nos impide acceder a aquellos estados del ser profundo.[2]

                Perder el sustento sólido y estar súbitamente en el vacío, será como disolverse vertiginosamente para el instinto de conservación del yo y acceder a la conciencia vacía, acción que se precisa para la vena puramente creativa. Así lo entiende no solo tradición mistérica de lo oculto, también la propia disciplina de la mecánica cuántica. El vacío de la física es altamente creativo, pues en realidad está rebosante, plétora, pues, todo lo que puede suceder, sucede.

                La nada del espacio cuántico se asemeja al vacío hermético, por otra parte, necesario para perder el vínculo corporal (material) en pos de indagar y fundirse con el alma, el espíritu de lo profundo del ser. Así, el vacío de lo infinitamente pequeño esta abundante de la virtualidad de unas partículas (bosón de Higgs) que no son sustancialmente, pero darán consistencia, masa, a otras para hacer posible una interacción cuántica. O lo que es lo mismo, el vacío posee una opima estructura compuesta por las posibilidades en las que las partículas pueden aparecer o desaparecer.[3]

Todo sobre la nada en la tradición hermética y el vacío cuántico, Francisco Acuyo
                Los límites de la ciencia no pueden ni deben considerarse como los límites del pensar, ni siquera el id quod maius cogitari nequit[4] de la filosofía, que se sitúa entre lo trascendente y la nada. La dialéctica muestra su límite en los límites del pensar, la ciencia, según ella misma cree, en los límites de lo que existe.

                Personalmente nunca me sentí demasiado a mi gusto con cualquier dualismo, pero es inevitable que tanto unos u otros límites nos han de llevar o bien a la negación del ser o bien a su ausencia. La tradición hermética y la física cuántica nos llevan al límite mismo de todo lo que es, y este no ser es el que nos indica el límite. La nada (el sunyata o la vacuidad), no obstante, no debe confundirse con el no ser, puesto que en realidad es el don de nadie, el non natum que es anterior al ser mismo.

                En ambas perspectivas (ciencia moderna y hermetismo) queda siempre latente la potencialidad del ser, que ha de sobrevenir por la observación, o lo que es lo mismo, por la conciencia que, nos pone en contacto con la vieja interrogante del ¿por qué hay algo en vez de nada?, y sobre todo por el ¿de donde deviene ese poder que hace consciente al ser para que sea? Pero lo que es aún más desconcertante, ¿de dónde viene al ser la capacidad de negarse y entrever el no ser de la nada?

                La confianza en la mente es filosóficamente proverbial por extraordinaria, ahora lo comenzamos a ver y entender en la nueva ciencia, donde la primacía de la mente (nosotros decimos de la conciencia) es fundamento básico, pero la sabiduría arcana, quizá influida por oriente, baraja una visión más profunda del límite del ser y no ser, pues en realidad de lo que habla es de la nada que es anterior al Ser.

                Tema este complejo y de gran interés que, si vemos iniciativa de comprensión por nuestros lectores seguiremos abundando en él.

 

Francisco Acuyo  

 

 

 

 

 

               



[1] De Pharmaco Cath., XI, 8.
[2] Evola, J.: ob. cit. pág 147.
[3] Cox, B. y Forshaw, J.: El universo cuántico, Debate, Barcelona, 2014, pág.238.
[4] Aquello mayor de lo cual no se puede pensar.


Todo sobre la nada en la tradición hermética y el vacío cuántico, Francisco Acuyo


martes, 3 de octubre de 2023

DEL MONISMO DUALISTA DEL MATRIMONIO CIELO E INFIERNO HERMETISTA A LA DEUDA DE LA CIENCIA CON ESTA UNIÓN MÍSTICA

 Siguiendo las directrices argumentales y temáticas de anteriores entradas, traemos un nuevo post para la sección de Ciencia del blog Ancile que lleva por título: El monismo dualista del matrimonio cielo e infierno hermetista y la deuda de la ciencia con esta unión.


DEL MONISMO DUALISTA DEL MATRIMONIO

CIELO E INFIERNO* HERMETISTA,

A LA DEUDA DE LA CIENCIA

CON ESTA UNIÓN MÍSTICA


 

El monismo dualista del matrimonio cielo e infierno hermetista y la deuda de la ciencia con esta unión. Francisco Acuyo

Sin contrarios no hay progresión, inferían los iniciados y estudiosos del hermetismo. Algunos poetas (Yeats), inspirados en la tradición hermética (Boehme) afirmaban que la concepción de un solo principio que actúa a través de los contrarios, era el fundamento de todo conocimiento, principio del Corpus Hermeticum: Solo hay una religión de Dios, y consiste en no ser malvado. Cuando la ciencia empezó a desechar este entre otros principios de la tradición, y a alejarla del sentido y significado de aquella, de la ciencia digo, y cuando el azar manifiesto en forma de accidentes se impuso para responder a una vida sin sentido, se abrió una nueva etapa para la ciencia positiva y mecánica, y cerró la puerta a cualquier aproximación holística y simbólica que, por cierto, no pocos sectores de la ciencia moderna de nuevo reclaman.

                Del empirismo radical proviene gran suerte de confusión al negar toda influencia de la mente per se en la realidad del mundo, pues la imaginación creativa no era sino hija, o mejor, esclava de la experiencia mensurable. Para el iniciado la experiencia no es más que el resultado de la dualidad que no tiene contradicciones, pues Hermes va y viene del cielo al infierno, de la materia al espíritu, siguiendo una visión única, cuyo fundamento analógico y metafórico hace de la mirada del poeta hermético que se vea simultáneamente viendo a través de lo que ya vemos.[1]

El monismo dualista del matrimonio cielo e infierno hermetista y la deuda de la ciencia con esta unión. Francisco Acuyo
                Esta consecuencia implica el intento de un monismo característico del hermetismo y del que la ciencia actual es deudora, a pesar de los intentos de ocultar dicha deuda por la dogmática cientificista, que se olvida de lo fundamental: reflejar el universo en la mente para adquirir un conocimiento universal, que no puede estar desvinculado de la conciencia imaginativa, si está en armonía y comunicación viva, continua y organizada con el cosmos.

                La objetivación, la literalización, la mecanización de la dinámica integrada de la mente y la materia, es la que ha llevado a la incomprensión y a la falta de sentido de los descubrimientos de la nueva ciencia; insistimos en el ejemplo de la mecánica cuántica, que se encuentra en la fase de una búsqueda de significado a sus profundas e inquietantes (para la ciencia mecánica) paradojas. En cualquier caso, para muchos, la conciencia impregna totalmente la estructura y la dinámica del mundo, en cuyo seno, el matrimonio entre mente y materia es una unidad inseparable.

                La ciencia positiva trata, en cierto modo, de hacernos olvidar la memoria de un inconsciente (¿colectivo?, que diría Jung, que se encuentra perfectamente activo en la iniciación hermética, la alquimia o la Cábala, todas las cuales pretenden relegarse a un olvido imposible, si es que permanece en el inconsciente vivo de aquella memoria.

                Hasta qué punto la ciencia positiva no es la negación de la aletheia, si esta es o significa el no olvidar, según Platón, así sucede mediante la anamnesis o rememoración.[2] ¿Podrá la ciencia nueva, ante las raras paradojas que se observan en los mismos limites que alcanza su conocimiento, que es probable que en realidad es más que una búsqueda de ese saber, un reconocimiento de lo que siempre estuvo ahí? El cisma al que se enfrenta la ciencia y la propia epistemología es que la experiencia es una visión extremadamente parcial de la realidad, porque la conciencia ya estaba ahí, antes de cualquier experiencia. Todo parece indicar que el Anima Mundi está acaso más viva que nunca, y a la que pertenecemos (Platón) y a la que de un modo u otro regresamos en un proceso paradójico de ser antes y crear lo nuevo alternativamente, donde lo que haga el futuro el observador determinará lo que ocurra en el pasado[3], que decíamos en el anterior post sobre esta temática.

                Fascinados por el futuro que parece escribir en el espacio de la conciencia, postergamos a nueva entrada de este blog Ancile, nuevas aproximaciones.

 

 

Francisco Acuyo

               

                 

 



*Matrimonio del cielo e infierno, título del libro de William Blake.
[1] Harpur, P.: ob. cit. 322.
[2] Ibidem: Pág. 336.
[3] Acuyo, F.: Observadores y participantes, una paradójica genealogía del universo.

El monismo dualista del matrimonio cielo e infierno hermetista y la deuda de la ciencia con esta unión. Francisco Acuyo