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martes, 17 de octubre de 2023

ÉTICA Y ESTÉTICA DE LA POESÍA, A LA SAZÓN DE: "ESTUDIOS SOBRE LITERATURA CONTEMPORÁNEA", DE ANTONIO CARREIRA (I)

 Para la sección de Extractos críticos del blog Ancile, traemos un nuevo post dedicado al libro Estudios sobre literatura contemporánea, del excelso y eminente filólogo Antonio Carreira, y que lleva por título Ética y estética de la poesía, a la sazón de: "Estudios sobre literatura contemporánea". Son algunas reflexiones sobre su espléndido y riguroso trabajo editado por la editorial Renacimiento y que desde aquí recomendamos vivamente. Ofreceremos varias entregas de la totalidad que componen estas reflexiones y que han deponer de relieve algunos asuntos que debieran motivar a plantearnos no pocos criterios de valoración ética y estética de la actualidad.


ÉTICA Y ESTÉTICA DE LA POESÍA, A LA SAZÓN DE:

 ESTUDIOS SOBRE LITERATURA CONTEMPORÁNEA,

DE ANTONIO CARREIRA (I)


 

Ética y estética de la poesía, a la sazón de: "Estudios sobre literatura contemporánea". Francisco Acuyo

Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto,
siempre nuevos y crecientes cuanto más reiterada
y persistentemente se ocupa de ellas la reflexión:
el cielo estrellado que está sobre mí y la ley moral que en mi hay. [1]

 

Enmanuel Kant

 

 

Se pueden establecer algo más que conjeturas sobre si hay algo más allá de la razón y lo razonable en la vida de la conciencia. Pero, ¿se puede mirar, ver e ir más allá del imperativo categórico[2] de lo razonable para reconocer lo que sea bello y moralmente plausible? Creemos que se puede y se debe.[3] Es forzoso decir que la vida de lo consciente se anima y pervive también en el mundo más o menos abisal de lo irracional inconsciente.

No obstante, también debemos reconocer que lo bello razonable, con su apolínea, refulgente y encomiable trayectoria, puede resultar una égida, un escudo, una protección más que una imagen real propiamente dicha que, sin embargo, en su idealidad de constructo de razón, no puede ser impermeable a la realidad sensorial, sensible y sensitiva de lo exterior. Exterioridad que muy bien puede ser perturbadora, inquietante o terrible, pues extrae al sujeto de la complacencia del yo y lo enfrenta a la otra cara quizá menos amable de una belleza, por sublime, eminente, compleja, que nos muestra que aquella, bien puede no estar exenta de diferencias, paradojas, desasosiegos y contradicciones. En verdad que es propio de la estética de lo genuinamente bello llegar a ser considerada como perturbación, dolencia o molestia intolerable, sobre todo para los presupuestos de belleza de una sociedad del deleite superficial, el entretenimiento hipnótico y la fácil complacencia.

Se plantea a mi juicio, por todo lo antecedido, una cuestión que no sólo es estética sino también ética. ¿Afectará la moral a las directrices y ambiente en que se fundamenta y desarrolla lo considerado bello en la actualidad? Es claro, o al menos a mí me lo pareció siempre, que el deleite, el asombro, la fascinación o lo inquietante de lo bello deben ser desinteresados por contemplativos, por lo que podemos decir que lo bello trasciende (en el sentido kantiano) el placer estético para fondear en lo ético; así, las formas bellas, aprehendidas, y a tenor del don de la interpretación, se nos ha otorgado con el sentimiento de lo moral (Hölderlin). De esta manera, nos vemos situados en el ideal de lo bello kantiano. Deberíamos deducir que, en virtud del contenido racional, esa idea de lo bello no debe ni puede sujetarse al instinto finalista del mero consumo o la inclinación ideológica interesada que rigen en la actualidad.

Ética y estética de la poesía, a la sazón de: "Estudios sobre literatura contemporánea". Francisco Acuyo
¿Hasta qué punto esa belleza moral, o moral de lo bello, tiene(n) sentido en nuestros días? ¿A día de hoy no es francamente discutible su presencia? Sin embargo, lo que sí puedo afirmar es que el trabajo, el esfuerzo, la constancia, la entereza en la realización e interpretación de lo bello que aspira a durar, no puede ser compatible con la aspiración efímera, fácil, inconstante de los principios (si es que llegan a serlo) de esta sociedad de lo banal a la que nos vemos relegados irremisiblemente. El temperamento, la condición, el carácter del genio creativo poco o nada tiene que hacer ante la manifestación constante de lo fácil, lo cómodo, incluso, lo ordinario por soez, impuestos por la dinámica de lo superficial que rige en nuestros días.

El esplendor de la verdad hegeliano deducible de lo bello, donde el concepto se manifiesta en lo sensible (curiosa sinestesia)[4] , ¿es un concepto perdido hoy día? Se olvida que dicho juicio (quizá, por prejuicios ideológicos), unifica sus partes en una totalidad organizada (orgánica) y siempre viva, capaz de revocar mil particularidades desde su dispersión para concentrarlas en una expresión y en una figura (Hegel) de totalidad; totalidad que, por cierto, tanto ha criticado el posmodernismo, olvidando la capacidad reconciliadora de las partes que ofrece dicha la totalidad, pongamos por caso, del poema, de la obra plástica, musical, … y todas ellas como una muestra de una praxis de reconciliación y libertad y, desde luego, decíamos, de verdad.

Que la belleza es un fin en sí misma, es algo que en el utilitarismo actual no tiene cabida. Lo estetizante debe estar al servicio de un fin (del consumo o de la tendencia ideológica interesada, decíamos), cuando siempre se mantuvo alejada dicha belleza de cualquier propaganda a fin de tales servicios. Dicho lo cual, tampoco está demás señalar la ostentación de una suerte de política de la belleza que pretende someter los valores más genuinos y profundos de aquella, anestesiando su honda significancia y necesaria trascendencia.

Así pues, es cierto que nuestro raciocinio puede estar vinculado a nuestro temperamento, muchas veces influido, pues, obedece, en ocasiones con más docilidad a los influjos del ambiente que a los criterios y juicios de lo razonable. Es así que, leyendo los Estudios sobre literatura contemporánea,[5] del admirado Antonio Carreira, reflexionaba sobre una cuestión harto debatida y no poco llena de controversias: los valores estéticos, y todo ello debatiendo nuestro autor, a la sazón, sobre unas reflexiones de T.S. Eliot, en relación con la valoración y calidad de la poesía, sobre lo cual, Eliot, enfatizaba que sólo existen versos buenos, versos malos y el caos,[6] pero dejando huérfana de criterios la búsqueda con la que hacer posible una evaluación.


Francisco Acuyo

1ª entrega



[1] Kant, E.: Crítica de la razón práctica, Losada, Buenos Aires, 2003, pág. 171.
[2] Si este imperativo categórico propende a ser un mandamiento autónomo, emancipado de cualquiera religión o ideolo)gía y, a tenor de esa emancipación, apto para regir el proceder humano en todas sus vertientes y ostentaciones. 

[3] Sería interesante atender con la extensión que merecen lo que las vanguardias han aportado en este aspecto.
[4] Sobre esta temática véase: Acuyo, F.:  Fisiología de un espejismo. Sinestesia pincel del pensamiento, colección Entrono Gráfico Ediciones, col. Exagium, Granada, 2023.
[5] Carreira, A.: Estudios sobre Literatura Contemporánea, Renacimiento, Sevilla, 2022.
[6] Ibidem: ob. cit. pág. 368.




Ética y estética de la poesía, a la sazón de: "Estudios sobre literatura contemporánea". Francisco Acuyo


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