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ALEGORÍA
LA niebla sobre el abismo.
Sedienta un sorbo tomaba
la paloma consagrando
de su cáliz la atalaya.
Con la caña de las plumas
hiere el halcón las ventanas.
Gime el cristal de la alcoba
oprimido por sus alas.
El níspero suplicante
su mano al viento alcanzaba.
El aire toca el cristal
con su nudillo de ramas.
El suspiro en el embozo
risueño casi dejaba
escarcha con bisbiseo
de labios sobre las dalias.
Traslucen dulce secreto
los encajes de la sábana.
El ruiseñor del hogar
dormido sobre la llama,
mirlada nube que sueña
en el lecho se acicala
alifando su copete
y la cola remilgada.
Una chispa suavemente,
al rutilar de las ascuas
con su tenue centelleo
desde la frente resbala.
Mas envuelve con sus manos
blandamente cuando cambia
como en olas prisioneras
o movidas de sus palmas
el cabello que, ya mar,
como en las rocas levanta
tanta espuma que en los pechos
se escucha aún resonancia.
El orbe seguramente,
por verla siquiera nada,
en tropel precipitado
hubiera su triste gala.
Temblorosa nieve frágil
entre los dedos llevada
que por su muslo caliente
en vez de fundirse graba.
Así dormido el candor,
así secreta la llama,
o como tibio coral
o así clavel encerrada.
Mariposa dulce luego
entre los dedos dejaba
al deshojar la azucena
en polvo y polen sus alas.
Francisco Acuyo
Cada entrega de esta obra es un regalo de delicada sensualidad, de imágenes únicas. Me obligó, por otra parte a buscar el significado de "alifar", así que enriquecí mi conocimiento de la lengua. Un abrazo agradecido, amigo.
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