Una breve aproximación al signo y el símbolo en poesía, para la sección, Poesía y matemáticas, del blog Ancile bajo el título: El signo lingüístico y matemático y el símbolo poético.
EL SIGNO LINGÜÍSTICO
Y MATEMÁTICO
Y EL SÍMBOLO POÉTICO
Y EL SÍMBOLO POÉTICO
LA realidad –empírica- del mundo como un hecho
incuestionable abarca el objeto de entendimiento del científico (y del
matemático que aplica su disciplina a la descripción de dicho objeto), como indiscutible
fin –y principio- de su disciplina de conocimiento. Cualquier otro
cuestionamiento al margen de este hecho no es objeto de estudio merecedor de
atención para el método científico. Las indagaciones sobre los diferentes
porqués sobre la interacción de nuestras conciencias con el mundo y del posible
sentido de la realidad que inunda nuestras vidas se dice que es propósito de
otros dominios del saber (casi siempre cuestionados por la ciencia empírica),
como es la filosofía (en sus diferentes vertientes incluida o, sobre todo,
especialmente discutida, la metafísica) o la religión. Veremos que la poesía
(no es solo un arte literaria, sino una vía peculiar de conocimiento creativo)
indaga de manera muy singular en la naturaleza de lo sensible y experimental,
pero también sobre cuestiones no traducibles al ámbito de lo estrictamente
sensorial, se diría incluso que intenta un saber uniabarcador –totalizador-
donde el espacio y el tiempo en el que se sitúa lo experimentado, adquieren una
singular carta de naturaleza.
Puede
decirse que los rasgos matemáticos que –teóricamente al menos- comparte la poesía, empatizan especialmente
con los pitagóricos y platónicos, en tanto que la verdad –creativa y- última
del número está implícita en la verdad última de lo que es cierto en el mundo.
La poesía se intenta integrar muchas veces, en su afán de conocimiento e
integración en el entorno, mediante la obtención de la belleza para una
representación mediante la que, con su singular lenguaje (simbólico y
especialmente conceptual),[1]
indague la realidad y acaso las últimas cuestiones que se manifiestan no sólo
en la reflexión metafísica o teológica, también en la búsqueda de la verdad (decíamos,
mediante la indagación de la belleza) a través de la intuición lógica,
paralógica y extralógica de la poesía. Los significados –de los conceptos- poéticos se sitúan en muchos casos más allá de las
pretensiones lógico matemáticas de la ciencia que también confluyen en el
lenguaje. El
símbolo poético y esa peculiar lógica del concepto poético –manifiesta, en tantas
ocasiones referido, en el especial uso del lenguaje y, por tanto de su lógica-
serán los que hagan de la expresión poética una senda única y genuina de
entendimiento y de ser en el mundo.
Está
claro que en muchas ocasiones es transparente que los significados poéticos son
más extensos que los que se establecen mediante una relación lógico formal, y
esto no sólo por el carácter singular del concepto poético (recuerden aquella
lógica o ciencia de la paradoja de la que hemos hablado en otras ocasiones),
también porque el símbolo –no sólo el signo- poético es también muy peculiar.
El enunciado poético (como hipótesis de la realidad) no busca su verdad tanto
en la comprobación empírica como en la veracidad de sus formulaciones a través
de una coherencia refleja (como diría Juan Ramón Jiménez) en lo hermoso conseguido, que aspira a la
armonía de la conciencia intuitiva –y su lógica subjetiva- con el mundo y con
las aspiraciones que lo trasciende. Puede incluir significados que se encuentren
más allá de lo experimental sensible (y que trascienden el espacio y el tiempo
empíricos) y que, como decíamos, puede vincular –a lo poético- no sólo con la
matemática –pura-, también con la metafísica o la religión, pues no es raro
encontrar en su peculiar discurso símbolos y referencias míticas –y religiosas-[2]
que la enlazan con el misterio de la existencia y del devenir y concluir de la
vida.
Tampoco será
extraña la indagación en poesía de conceptos tan fascinantes para el hombre como
el del infinito (actual y potencial tan debatido en matemáticas) y del que
hablaremos más adelante desde la óptica poética con más detenimiento, y que
debate su existencia en el tiempo y el espacio como supuesta propiedad física
del mundo, frente a la infinitud pura de lo matemático. El infinito es una de
las visiones primigenias sobre las que ha debatido el hombre y lo ha hecho de
manera singular desde la matemática, la metafísica, la religión y, desde luego,
desde la poesía, y esta última lo ha hecho en virtud del manejo de símbolos y
concepciones que aspiran a superar lo contingente de nuestras vidas, de hecho
se dice que esa apreciación o valor de lo absoluto tiene una consistencia
anterior a la articulación misma del pensamiento tal y como hoy lo concebimos y
que en el prístino lenguaje del mito (y
de la poesía) es una constante.
De
manera recurrente hemos hablado de los signos (formales de la lógica
matemática) y de los símbolos intuitivos de la poesía (también de la
matemática, de la lógica de la metafísica….) sin establecer unas distinciones
claras entre unos y otros, entre otras razones porque no es fácil ya que tales
distingos obedecen a cuestiones artificiosa cuando no espurias. En cualquier
caso, en siguientes exposiciones hablaremos de este y otros asuntos de gran
interés.
Francisco Acuyo
-->
[1]
Especial, porque en sus presupuestos pueden dirimirse términos lógicos y otros
que no tienen que serlo necesariamente (aquellos elementos irracionales tan
característicos que muchas veces podemos encontrarnos en tantos versos de
grandes poetas)
No hay comentarios:
Publicar un comentario