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sábado, 17 de junio de 2017

ÉTICA Y ESTÉTICA DE LA REALIDAD: LA BELLEZA DE LAS VARIABLES OCULTAS Y EL DOLOR DE LA MATERIALIDAD

Para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, traemos una nueva reflexión sobre la realidad y la belleza bajo el título de: Ética y estética de la realidad: la belleza de las variables ocultas y el dolor de la materialidad.


Ética y estética de la realidad: la belleza de las variables ocultas y el dolor de la materialidad. Francisco Acuyo


ÉTICA Y ESTÉTICA DE LA REALIDAD:

LA BELLEZA DE LAS VARIABLES OCULTAS 

Y EL DOLOR DE LA MATERIALIDAD








Que la intuición de la belleza es una realidad manifiesta en las obras de arte (y en la misma naturaleza) -y en la misma matemática y en la ciencia-, es un hecho perfectamente reconocible, aunque su valor provenga (como intuición, decíamos)[1] del impulso vital e irracional de nuestra naturaleza (en los que se verá inmersa la misma matemática y la ciencia en sus momentos culminantes creativos, si hijos de la verdad, aunque no del todo del realismo al menos en la concepción objetivo positivista, sobre todo en matemáticas y desde luego en poesía). Debemos recordar que en relación a la verdad del valor científico y su vinculación con lo que la realidad sea, en modo alguno es una posición definitiva, total y absoluta. Al fin y al cabo los juicios que pretenden expresar verdades científicas, sobre todo en su faceta imaginativa, no son impermeables de aquellos que perciben el bien (el goce estético) en la verdad, y por  qué no, de las percepciones del mal, del dolor (éticas) reflejas en las consecuencias del producto de su potencial aportación de verdad al mundo.

                De la funcionalidad de la mecánica cuántica se deducen útiles indiscutibles que habrían de afectar a la vida de todos hasta nuestros días, y esto manifiesto sobre todo en los avances tecnológicos, pero las consecuencias que conllevaría el desapego del físico hacia la realidad material o abstracta de los componentes elementales (átomos) de nuestra realidad
Ética y estética de la realidad: la belleza de las variables ocultas y el dolor de la materialidad. Francisco Acuyo
ordinaria son inevitables desde una óptica filosófica, si queremos entender que es realmente la realidad y cómo no afecta esta. La intuición de la belleza y su apreciación en la obra del hombre y de la misma naturaleza impone un criterio análogo, en virtud de que su idea en relación a la materia perceptual de lo bello, exige un entendimiento (además de la vivencia) de lo bello.

                Me inspiraba (y ruego disculpen mi imaginación que se desborda tantas veces injustificadamente y que, reconozco, es poco proclive a la mesura y al rigor exigido de la ciencia) el teorema de Bell[2] toda suerte de invenciones, hipótesis o conjeturas en correspondencia con mis intuiciones sobre la belleza (decía anteriormente también en concordancia con el dolor)[3] y la naturaleza de la realidad. Todo parece indicar que si se viola el teorema de Bell y su desigualdad en la experimentación de lo supuestamente real, y es imposible constatar la realidad de nuestro mundo y,  ¿evidentemente?, su separabilidad de otros fenómenos y del fenómeno de la observación (y de la conciencia), o lo que viene a traducirse: se hace una precisa –necesaria- una visión integradora –holística- de la naturaleza y de nosotros mismos. La visión estética del mundo muy bien nos ha hablado de esta óptica integradora de los valores de lo bello  en virtud de la conciencia y de los valores que baraja esta para su percepción y entendimiento.

                La razón –el sentido común- que exhibe la realidad de un mundo separado por sus diferentes objetos componibles (dícese que estos sólo pueden encontrar influencias entre sí en virtud del contacto físico y no de influencias espurias a esta razón ¿lógico? positiva y material), y es que no es posible nada fuera de esta razón, ya que no permite acciones fantasmales a distancia (o variables ocultas), como le gusta decir a Einstein. La apreciación de lo bello contiene una visión inquietante -¿irracional-?- que atenta contra aquella razón incuestionable de la separabilidad de las cosas, y nuestra percepción y concepción de lo bello: parece que la belleza no admite separabilidad y realidad a la vez, pero no por eso lo bello deja de tener realidad perceptible e intelectualmente apreciable.

                Lo que artistas, poetas, filósofos, místicos… intuían hace milenios en virtud de su apreciación y entendimiento de la belleza y la ineludible integración de la mente y la materia, sin la cual la realidad de lo bello no sería posible, hoy parece querer mostrarnos que la realidad del mundo tiene unas características similares ( y que ofrece el universo como obra de arte), en tanto que es imposible describir lo que el mundo sea al margen de la inevitable imposibilidad de la separabilidad, donde los objetos físicos se dice que están separados del resto (y de la observación consciente –o inconsciente- de aquello que apreciamos como real) y la realidad de lo que pueda ser aquello que entendemos como real.

                Realidad y belleza, belleza y realidad[4], son caras acaso de la misma moneda por la que nuestra conciencia rige para el entendimiento de nosotros mismos y nuestra situación en el mundo. Abundaremos sobre esta cuestión en próximas entradas de este blog.



Francisco Acuyo





[2]  Gracias al Teorema de Bell se ha planteado de manera más seria las cuestiones filosóficas inferibles de aspectos de la mecánica cuántica más allá de la comprobación experimental, o lo que es lo mismo, si partimos de las propiedades físicas del mundo no son creadas por la observación  y por lo tanto son separables unas de otras. Se deduce que ciertas magnitudes observables han de ser mayores que otras también observables, por lo que se colige una desigualdad (de Bell) que puede comprobarse experimentalmente.
[3] Acuyo, F.: Elogio de la decepción, Jizo ediciones, Granada, 2013.
[4] En Ancile: Cuando la realidad es belleza y la belleza realidad: http://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2017/06/cuando-la-realidad-es-belleza-y-la.html




Ética y estética de la realidad: la belleza de las variables ocultas y el dolor de la materialidad. Francisco Acuyo

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