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lunes, 5 de febrero de 2018

FRANÇOIS POULLAIN DE LA BARRE: LAS MUJERES RECUPERAN SU ALMA/INTELECTO

Cerramos estas últimas entregas del profesor y filósofo Tomás Moreno sobre la Misoginia, para la sección; Microensayos, del blog Ancile, esta vez bajo el título; François Poullain de la Barre: las mujeres recuperan su alma/intelecto.

François Poullain de la Barre: las mujeres recuperan su alma/intelecto. Tomás Moreno





FRANÇOIS POULLAIN DE LA BARRE: 

LAS MUJERES RECUPERAN SU ALMA/INTELECTO




François Poullain de la Barre: las mujeres recuperan su alma/intelecto. Tomás Moreno


.En el siglo XVII, en Francia, de nuevo surgirá la pregunta sobre el alma de las mujeres, esta vez formulada en comparación con la del hombre: ¿es igual que la del hombre? Pero si se les otorgaba alma a los animales aunque fuese un alma inferior, como hacía torpemente el jesuita Bougeant (1673)[1], también había que otorgársela a las mujeres, a los indígenas y a los negros. Además, se argumentaba, en el caso de la mujer que si se la negásemos no se las podría castigar o pegar, y Eva no podría haber pecado si hubiera carecido de ella. Cuando finalmente a las mujeres se les concedió un alma (lo que no cambia nada el hecho de que se las siguiera definiendo sobre todo por sus cuerpos), la cuestión resurgió aunque expresada en otros términos: Concedamos que las mujeres tienen alma. Pero ¿tienen espíritu? O, lo que es lo mismo, ¿tienen las mujeres un intelecto equivalente o semejante al del hombre?
            Los filósofos de la época trataron de responder a la misma. En la Inglaterra anglicana, por ejemplo, se llegaría a cuestionar precisamente que el espíritu o intelecto  de la mujer y del varón
François Poullain de la Barre: las mujeres recuperan su alma/intelecto. Tomás Moreno
fuesen idénticos o similares[2]. Muchos tratadistas reformados, negaban esa semejanza, postulando una “imbecilidad natural” para la mujer y  atribuyendo incluso la (supuesta) tendencia femenina hacia el mal a una específica característica de las mujeres, según la cual la pasión dominaba en ellas sobre la razón, como sostenía, por ejemplo, Richard Baxer en su A Christian Directory de 1673 y como poco más de medio siglo antes, en 1618, habría denunciado Helkiah Croque en su Microcosmographia: “El hecho de que las mujeres sean más desvergonzadas e irascibles que los hombres, pensamos que se debe a la impotencia de sus mentes: ya que la imaginación de las mujeres lujuriosas es como la de las bestias salvajes, que carecen del freno de una razón a la que le repugne o se le oponga y las contenga”[3].
            En Francia, por el contrario, algunos filósofos cartesianos intentaron con éxito, salvaguardar la igualdad intelectual y racional de ambos sexos sin excepción alguna, como es el caso de François Poullain de la Barre (1647-1725). Pensador francés autor de De  la igualdad de los sexos, discurso físico y moral donde se ve la importancia de deshacerse de prejuicios  editado en París en 1673, Poullain de la Barre, siguiendo los pasos de su maestro Descartes, será  uno de los primeros en afirmar, en pleno siglo XVII, la igualdad de los sexos y la identidad de las aptitudes de ambos, ya que, si bien hay separación entre espíritu o mente y cuerpo, “el espíritu no tiene sexo [4]. En su opinión, Dios une la mente y el cuerpo de la mujer del mismo modo que al hombre, y los une por las mismas leyes. Los sentimientos, las pasiones y las voluntades realizan y mantienen esta unión y como la mente no opera de modo distinto en un sexo que en el otro, es igualmente capaz de las mismas cosas, argumenta en la Introducción (31) de su tratado. Su postura, sin embargo, no lograría demasiado eco entre sus colegas filósofos. Otros cartesianos, como Malebranche (1638-1715) –seguidor ocasionalista del racionalismo cartesiano- no serán tan justos con la mujer, ni  coherentes con Descartes, como el anterior. Según el sacerdote del Oratorio la mujer no está dotada con el mismo entendimiento que el varón: todas las especulaciones elevadas, como la ciencia y la filosofía, le son ajenas. Ni siquiera los filósofos ilustrados del siguiente siglo quisieron o pudieron avanzar en la defensa de la racionalidad femenina iniciada por Poullain de la Barre, el aventajado discípulo de René Descartes. (Cont.)

TOMÁS MORENO







[1] El replanteamiento de esta  cuestión en el Renacimiento estaba justificada: en una época en la que todavía eran frecuentes los procesos de animales, se trataba de saber si los animales tenían alma y, en consecuencia, si eran responsables.
[2] A pesar de intentos como el de William Austin en 1637, quien afirmaba que “en lo que respecta al alma no hay ni ellos ni ellas”, o el de Richard Allestree en 1673, quien señalaba que “Dios le dio a la mujer más débil un alma tan grande capaz como la del héroe más grande”, muchos, efectivamente, seguían creyendo que, espiritualmente, como en otros muchos aspectos, la mujer era inferior al hombre”. Cit. en Marta Cerezo, “El canon literario y sus efectos sobre la construcción cultural de la violencia de género: los casos Chaucer y Shakespeare, en Ángeles Cardona, El sustrato cultual de la violencia de género. Literatura, arte, cine y videojuegos, Editorial Síntesis, Madrid, 2010, pp. 20 y ss.  
[3] Citado en Marta Cerezo, op. cit., p. 20.
[4] Nada tan irrelevante para el ejercicio intelectual como el ser de uno u otro sexo, venía a constatar Poullain de la Barre, recordando tal vez la opinión de su maestro René Descartes. El largo título de su obra (De l’égalité deux sexes, discours physique et moral où voit l’importance de se défaire des préjugez) nos revela las intenciones y objetivos del filósofo, sacerdote católico converso al calvinismo en 1688 y cartesiano, de reivindicar los derechos de las mujeres y su igualdad con respecto a los hombres, a partir de las consecuencias epistemológicas, cognitivas y éticas que  se derivan de la crítica cartesiana del prejuicio, la tradición y el argumento de autoridad, así como del dualismo mente-cuerpo.



François Poullain de la Barre: las mujeres recuperan su alma/intelecto. Tomás Moreno

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