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martes, 3 de abril de 2018

EL PSICOANÁLISIS Y LA OSCURIDAD MENTAL FEMENINA: SIGMUND FREUD.


Abundando sobre la interesante y candente cuestión de la misoginia, traemos una nueva entrada que lleva por título: El psicoanálisis y la oscuridad mental femenina: Sigmund Freud, de la mano del filósofo Tomás Moreno, para la sección; Microensayos, del blog Ancile.



El psicoanálisis y la oscuridad mental femenina: Sigmund Freud, Tomás Moreno



EL PSICOANÁLISIS Y LA OSCURIDAD 

MENTAL FEMENINA: SIGMUND FREUD



El psicoanálisis y la oscuridad mental femenina: Sigmund Freud, Tomás Moreno


Sigmund Freud (1856-1939), coetáneo de Weininger en la Viena finisecular, participa,  en su obra El porvenir de una ilusión (1927), de esa conceptualización negativa de la inteligencia femenina, aunque lo haga de forma indirecta, poniendo de manifiesto, por ejemplo, cómo la neurosis religiosa, que afecta mucho más a las mujeres que a los hombres, es algo derivado o fruto del instinto y del infantilismo y de la debilidad mental, y sólo mediante la inteligencia/razón -el “único medio que poseemos para dominar nuestros instintos”- podremos liberarnos de ella:

¿Cómo, pues, esperar que estos individuos, sometidos a un régimen de restricción intelectual, alcancen alguna vez el ideal psicológico, la primacía del intelecto? Tampoco ignora usted que a la mujer, en general, se le atribuye la llamada “debilidad mental fisiológica” (Moebius, 1903), esto es, una inteligencia inferior a la del hombre. El hecho mismo es discutible, pero uno de los argumentos aducidos para explicar semejante inferioridad intelectual es el de que las mujeres sufren bajo la temprana prohibición de ocupar su pensamiento con aquello que más podía interesarlas, o sea, con los problemas de la vida sexual[1].

            El texto es ambiguo: por una parte piensa que es “discutible la debilidad mental fisiológica de la mujer”, pero, por otra, culpa a la temprana represión de la sexualidad que sufren las niñas como causa de esa supuesta deficiencia intelectual. Esto ya lo había explicado Freud años antes en su
El psicoanálisis y la oscuridad mental femenina: Sigmund Freud, Tomás Moreno
artículo de 1908, “La moral sexual ‘cultural’ y la nerviosidad moderna”:

No creo que la antítesis biológica entre trabajo intelectual y actividad sexual explique la “debilidad mental fisiológica” de la mujer, como pretende Moebius en su discutida obra. En cambio, opino que la indudable inferioridad intelectual de tantas mujeres ha de atribuirse a la coerción mental necesaria para la coerción sexual[2].

            A pesar de esa matización, en El malestar en la cultura va a proclamar la “oscuridad de la mujer” y su carácter de auténtica rémora de la cultura y enemiga de la civilización que “viéndose relegada a un segundo término por las exigencias de la cultura”, cuyos valores están ligados al elemento masculino, adopta frente a ella una actitud hostil:

Las mujeres representan los intereses de la familia y de la vida sexual; la obra cultural en cambio, se convierte cada vez más en tarea masculina, imponiendo a los hombres dificultades crecientes y obligándoles a sublimar sus instintos, sublimación para la que las mujeres están escasamente dotadas. Dado que el hombre no dispone de energía psíquica en cantidades ilimitadas, se ve obligado a cumplir  sus tareas mediante una adecuada distribución de la libido. La parte que consume para fines culturales la sustrae, sobre todo, a la mujer y a la vida sexual; la constante convivencia con otros hombres y su dependencia de las relaciones con éstos, aun llegan a sustraerlo a sus deberes de esposo y padre[3].

            En consecuencia, “las mujeres no tardan en oponerse a la corriente cultural ejerciendo su influencia dilatoria y conservadora […]. Sin embargo, son estas mismas mujeres las que originalmente establecieron el fundamento de la cultura con las exigencias de su amor”[4]. Al vivir, pues, en un permanente estado infantil, tienen como rol o función natural y principal la domesticidad: la maternidad, la conservación de la prole y el cuidado o protección del grupo familiar. Y eso es, precisamente, lo que las hace permanecer junto al macho: las exigencias del amor a su prole y no las del amor romántico. Por ello mismo concluye Concepción Fernández Villanueva en un penetrante estudio sobre la mujer desde la perspectiva del psicoanálisis freudiano: “La misma necesidad que Freud reconoce a la mujer de crear, de expandir su libido es la maternidad. La mujer es su descendencia[5]. 
El psicoanálisis y la oscuridad mental femenina: Sigmund Freud, Tomás Moreno            Sin embargo, y a pesar de que Freud rechaza la equiparación o equivalencia absoluta de los dos sexos tanto en el plano intelectual como en el moral que tantos feministas de ambos sexos tratan de imponer, está muy dispuesto “a concederles que también la mayoría de los hombres quedan muy atrás del ideal masculino y que todos los individuos humanos, en virtud de su disposición bisexual y de la herencia en mosaico, combinan en sí características tanto femeninas como masculinas, de modo que la masculinidad y la feminidad puras no pasan de ser construcciones teóricas de contenido incierto”[6].
            En definitiva la posición androcéntrica que  Freud defiende en sus acercamientos a la comprensión de la feminidad, su concepción de la mujer como inferior intelectual y moralmente, su calificación de la misma como mero sujeto paciente frente al carácter agente del varón, o como rémora de la cultura frente al carácter activo y dinámico del varón -como sujeto del cambio y del progreso civilizador-, hacen del pensador austriaco  más una especie de patriarca judío  o de continuador del misógino pensamiento aristotélico-tomista, propugnadores de la sumisión e infantilización de la mujer, que un decidido partidario de su mayoría de edad y de su necesaria emancipación.
            Jung, por su parte, postulará también la dimensión irracional de lo femenino, sosteniendo además que el inconsciente y los dominios entendidos como “irracionales”  de la mujer, constituían en realidad el “lado femenino” de todo ser humano, de modo que cada uno de nosotros tenía en sí mismo un aspecto alógico que correspondía a la vez a los planos de la feminidad y de la primitividad. (Cont.).

TOMÁS MORENO








[1] Sigmund Freud, Psicología de las masas. Más allá del principio del placer. El porvenir de una ilusión, Alianza Editorial,  octava edición, Biblioteca Fundamental de Nuestro Tiempo, tr. Luis López Ballesteros y de Torres, Madrid, 1984   p. 185
[2] Sigmund Freud, “La moral sexual ‘cultural’ y la nerviosidad moderna” (1908), en Obras Completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1981, p. 1259. Sólo les atribuye como aportación cultural, la invención del tejido: “Se estima que las mujeres aportaron pocas contribuciones a los descubrimientos e invenciones de la historia de la cultura, pero quizás, después de todo, inventaron una técnica: la del trenzado y el tejido”. Cf. François Collin y otros, Las Femmes de Platon a Derrida, p. 602.
[3] Sigmund Freud, El malestar en la cultura, Alianza Editorial, Madrid, 1975, op. cit., pp. 46 y ss.
[4] Ibid.
[5] Concepción Fernández Villanueva, “La Mujer y la psicología”, en M. Ángeles Durán (edit.), Liberación y utopía, Akal Editor, Madrid, 1982, p. 83..
[6] Sigmund Freud, “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica”, Obras Completas, vol. III, trad. de Luis López Ballesteros, Biblioteca Nueva, Madrid, 1967, p. 491.




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