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martes, 7 de mayo de 2019

LA ALEGORÍA DE LA CAVERNA EN EL CINE (MATRIX)


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Siguiendo con las entradas sobre la alegoría de la caverna platónica, en nuestra sección, Microensayos, del blog Ancile, traemos un nuevo post elaborado por el profesor Tomás Moreno, y que lleva por título: La alegoría de la caverna en el cine (Matrix).

 La alegoría de la caverna en el cine (Matrix). Tomás Moreno




LA ALEGORÍA DE LA CAVERNA EN EL CINE (MATRIX)



 La alegoría de la caverna en el cine (Matrix). Tomás Moreno



Por lo que se refiere a su presencia en el cine no podemos dejar de citar filmes tan significativos y famosos como Matrix de los hermanos Larry y Andy Wachowski (1999); El show de Truman de Peter Weir (1998); “La Rosa púrpura de El Cairo”, de Woody Allen (1985). Todos ellos sirven muy bien para representar el mito o alegoría de la caverna de Platón de una manera gráfica, como si se tratara de una especie de teatro de sombras chinescas o de marionetas.
            Juan Antonio Rivera, en su lúcido ensayo Lo que Sócrates diría a Woody Allen[1], ha puesto de manifiesto que lo que Platón, por boca de Sócrates, nos cuenta en el Libro VII de República, el mito de la caverna, es sin duda alguna una de las páginas más justamente célebres de la historia de la filosofía. Se plantea en él, entre muchos otros temas, la cuestión de la dificultad de distinguir entre el mundo real y el mundo soñado, o, lo que es lo mismo, entre la vigilia y el sueño,  la ficción y la realidad. Esta temática es una de las que nada más iniciarse el film The Matrix, de An y Larry Wachowski, 1999, nos sugiere su trama: “Matrix –escribe nuestro ensayista y filósofo madrileño- es una fábrica de sueños especial, porque la alucinación es compartida y porque la mayor parte de las personas no despiertan nunca de ellas”[2].
 La alegoría de la caverna en el cine (Matrix). Tomás Moreno
             No es necesario explicitar por extenso su complejo argumento, me atrevería a decir que todo el mundo lo conoce; todos hemos asistido a la visión de alguna de sus partes o versiones y sería algo prolijo extenderse en su complejo desarrollo y avatares. Ch. Falzon en su ensayo La filosofía va al cine[3] nos lo ha sintetizado perfectamente: “La premisa de esta película es que la mayoría de la humanidad ha sido esclavizada por una raza de máquinas inteligentes que utilizan los cuerpos humanos como fuentes de energía. Sin embargo, ellos son completamente inconscientes de su situación real. Todo parece normal porque un superordenador les suministra una realidad simulada (“Matrix”). Sólo unos cuantos rebeldes han logrado escapar a esta esclavitud y pueden resistir y enfrentarse a las máquinas. Así, al comienzo de la película, antes de escapar de “Matrix”, todo lo que el personaje principal Neo (Keanu Reeves) experimenta y toma como real es de hecho una ilusión generada por un ordenador”.
            En su opinión la película se acerca significativamente a la situación del genio maligno cartesiano con respecto a la profundidad del engaño que presenta, un escenario muy semejante al del cerebro en el frasco de cristal. “Efectivamente, como en ese escenario, casi toda la humanidad en la película está en realidad flotando en depósitos, alimentados con electrodos por medio de los cuales se les implanta su simulada realidad”. Uno de sus personajes, Morfeo, nos da la clave del contenido filosófico del film. En una secuencia del mismo va a exponernos la intuición básica que trata de explicitarse en el mismo. Le dice a Neo, el protagonista –“el elegido”, el nuevo Mesías- lo que es realmente el mundo virtual creado por Matrix:

“-Es el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad.
-¿Qué  verdad?
           -Que eres un esclavo, Neo; igual que los demás, naciste en cautiverio, naciste     en una prisión        que no puedes ni saborear ni oler ni tocar. Una prisión para tu mente”.

            Como podemos colegir del diálogo, la situación de partida es, básicamente, la misma que la de los prisioneros de la caverna platónica. En efecto,  Matrix es una ilusión colectiva, en la que se nos presenta una multitud de individuos compartiendo la misma ilusoria realidad. La película, como recuerda Christopher Falzon, rememora además una serie de temas asociados también a la caverna. Cuando el traidor entre los rebeldes, Cypher (Joe Pantoliano), traiciona a sus compañeros porque anhela escapar de la dura realidad, para volver a las ilusorios comodidades de Matrix, se comporta como aquellos prisioneros de la caverna platónica que prefieren permanecer en su original estado de ignorancia y felicidad, antes que atreverse a sacrificarse en la búsqueda de la verdad. La vinculación de la historia de la caverna con un mundo social esclavizado más amplio se trata también en el film, pues Matrix es un instrumento de control social; y los rebeldes que tienen el valor de enfrentarse a la verdad de su situación luchan contra una situación de esclavitud perpetuada por la ilusoria realidad que Matrix representa.
 La alegoría de la caverna en el cine (Matrix). Tomás Moreno

            Por su parte J. A. Rivera, nos recuerda que la perturbadora suposición de que podemos estar morando en un mundo no plenamente real, en una caverna platónica, ha conocido avatares posteriores en la historia de la filosofía. Uno de ellos es el del “genio maligno” imaginado por el filósofo francés René Descarte y antes aludido por Ch. Falzon, “un agente todopoderoso y malevolente que trabaja entre bastidores, y la posibilidad de estar completa y sistemáticamente engañados por este agente”, una especie de duendecillo burlón y embaucador que se complacería en hacernos pasar como real y verdadero lo que no lo es. Esta hipótesis del genio maligno, utilizada como motivo de duda por el filósofo francés con el fin de alcanzar una primera verdad indubitable, es expuesta en sus Meditaciones metafísicas.
            Descartes solucionará el problema apelando a la veracidad incuestionable de Dios que no puede consentir que yo esté permanentemente sometido a tal engaño de semejante espíritu burlón (p. 275). Pero Matrix no es el Dios cartesiano veraz y benevolente, sino una fábrica de sueños creada, diseñada específicamente para mantener en la ignorancia insuperable a los seres humanos. ¿No podría suceder-se pregunta Falzon- que todo lo que experimentamos, todo lo que siempre hemos experimentado, incluso lo que aceptamos como verdades lógicas básicas, fuera el resultado de una construcción generada por algún superordenador, como el de Matrix?
            Hay también en el film múltiples referencias al tema de los sueños  y a la posibilidad de que pudiéramos estar durmiendo sin saberlo. Es el tema que Descartes plantea en su segundo argumento o motivo de duda. Descartes empieza por hacernos partícipes de su desazón –como la que experimenta en la película su protagonista Neo- ante la dificultad de distinguir entre sueño y vigilia. Las palabras de Descartes así lo atestiguan: “[…] veo de un modo tan manifiesto que no hay indicios concluyentes ni señales que basten a distinguir con claridad el sueño de la vigilia, que acabo atónito, y mi estupor es tal que casi puede persuadirme de que estoy durmiendo”. Así cuando el líder de los rebeldes, Morfeo (Laurence Fishburne), dios romano de los sueños; se dirige a Matrix para reclutar a Neo en la causa de la resistencia, le propone a nuestro héroe la oportunidad de “despertar” de su ilusión. La pregunta que le formula es puro Descartes: “¿Tuviste alguna vez algún sueño, Neo, que estuvieras tan seguro que era real? ¿Qué sucedería si no pudieras despertar de ese sueño? ¿cómo podrías saber la diferencia entre el mundo de los sueños y el mundo real?” (cont.).

TOMÁS MORENO







[1] Juan Antonio Rivera, Lo que Sócrates diría a Woody Allen, Espasa Calpe, Madrid, 2003. Por este libro recibió el Premio Espasa de Ensayo del 2003
[2] Ibid, p. 258.
[3] Christopher Falzon, La Filosofía va al cine, Tecnos/Alianza, Madrid, 2005, p. 40-41.



 La alegoría de la caverna en el cine (Matrix). Tomás Moreno



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