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martes, 28 de septiembre de 2021

LA LUZ DE LA AZUCENA, LA VOZ DE TI VENIDA

 La luz de la azucena, la voz de ti venida, es el título de esta última entrada del blog Ancile para la sección Poesía, dedicada a la tristemente desaparecida periodista Elia Rodríguez.

 

 

 LA LUZ DE LA AZUCENA,

LA VOZ DE TI VENIDA



 

La luz de la azucena, la voz de ti venida,  Francisco Acuyo

 

 

A la voz, luz de humanidad,

de la inolvidable Elia Rodríguez

 

  

 

 

   SI la voz a ti debida

es de luz, en la azucena

florece como la imagen

que la música tutela.

 

 

   Voz o luz para la piel

de nuestra memoria queda

en la claridad sonora

que, si no ilumina suena.

 

    Nunca habitará el olvido

donde reside perpetua

la armonía del fulgor

que en tu voz, luz nos recuerda.

 

    El instante ya no es tiempo,

el movimiento es luciérnaga

que deviene con la música

eterna reminiscencia.

 

    Veo en tu voz familiares

(que la eternidad sustenta)

las almas contigo vivas

de quienes amé y en la pérdida

 

    por siempre creí olvidadas;

allí escuché (y vi) el emblema

fraternal de la confianza

que una voz en la azucena,

 

   si es la voz a ti debida,

arde vibrante en la estrella

que de noche nuestro espíritu

en sus acordes contempla.

 

 

 

 

Francisco Acuyo

 

 

La luz de la azucena, la voz de ti venida,  Francisco Acuyo

 

  

 

 

  

 

 

 

 



 

 

 

 

jueves, 23 de septiembre de 2021

LA CAUSALIDAD CUÁNTICA Y LA REALIDAD MATERIAL DEL MUNDO

 Seguimos el post anterior, relacionado con el paradójico mundo de la realidad cuántica, y todo para la sección de Ciencia, del blog Ancile, y esta vez bajo el título: La causalidad cuántica y la realidad material del mundo.


LA CAUSALIDAD CUÁNTICA


Y LA REALIDAD MATERIAL DEL MUNDO



La causalidad cuántica y la realidad material del mundo. Francisco Acuyo


 

Comentábamos en la anterior entrada que el sentido común es uno de los instrumentos más socorridos para establecer y orientar la causalidad de los más variados fenómenos que conforman la realidad que percibimos. También es preciso recordar la admonición a que el sentido común nos engaña como también lo hacen los sentidos a la determinante hora de corroborar la realidad de buena parte de  fenómenos físicos a los que accedemos, así como a la determinación de la estructura material (o física) de lo que decimos que consiste en el mundo.

                La no localidad[1] de la estructura (partículas) más íntima de la materia del universo –cuántico- ejerce como un elemento altamente perturbador y extraño no solo para el sentido común, también para la teoría y la praxis de la misma física clásica, y todo esto, si es que realmente ese efecto de entrelazamiento –cuántico- pone o parece poner en duda la constante de la velocidad de la luz[2], y si es que dicha enigmática correlación altera gravemente nuestra concepción de lo que acontece en el mundo, puesto que el tiempo y el espacio adquieren raras connotaciones físicas que incluso pondría en duda su existencia, al menos tal y como la concebimos según las directrices de la física clásica. Pero ¿ es por esto que la violación del principio de la constante de la velocidad de la luz implica necesariamente una ruptura de la causalidad? Hay opiniones que tratan de aclarar que estas velocidades heterodoxas no son en modo alguno físicas,[3] en el sentido de que lo que se está propagando –en realidad- no es nada físico. ¿De qué estamos hablando entonces cuando aquello que determinamos como no físico, tiene sin embargo consecuencias prácticas, tecnológicas en el ámbito de lo evidentemente físico? Es una realidad que la mecánica cuántica tiene unas implicaciones en este ámbito que son fundamentales. ¿No estamos ante una flagrante contradictio in terminis? ¿No es una discordancia lógica, filosófica y desde luego física?

                Nada físico viaja a velocidades superiores a las de la luz, nos insisten. Pero ¿qué nos dice, o de qué nos advierte el comportamiento ampliamente reconocido de la no localidad de la realidad cuántica, que parece cuestionar aquella constante y límite de la velocidad de la luz? La física clásica y la relatividad especial nos advierten de que si una parte (una partícula, por ejemplo), no tiene contacto con otra que se encuentre distante, no puede obtener información de manera instantánea. Sin embargo, en la medición cuántica esto no sucede así, de hecho, a todas luces las partículas medidas se comportan e interaccionan de manera instantánea –no local-.

La causalidad cuántica y la realidad material del mundo. Francisco Acuyo

                Es claro que el concepto de localidad necesita una revisión detenida para aclarar la naturaleza de la realidad de lo más íntimo de la materia (y sus implicaciones, si las hubiera, en la realidad con lo que interaccionamos cotidianamente). Las desigualdades de Bell[4] tratan de dar luz sobre esta inquietante cuestión que, desdice el sentido común, y diríase que también los fundamentos de la ciencia física clásica y relativista, a saber: 1- Los valores de las propiedades físicas están predeterminados antes de hacer una medida. 2- Los valores de las propiedades físicas en una parte no contienen información sobre las otras partes.[5] Esta aproximación nos dice que hay teorías que cumplen o no el realismo local, pero que en modo alguno habrá de afectar a la consistencia física de causalidad que rigen en los fundamentos de la naturaleza que observamos y que parece respetarse siempre.

                El hecho de proclamar una no localidad que nadie ha visto (aunque matemáticamente sea correcta) pone en cuestionamiento la física tradicional aunque no expone una base empírica (físico tradicional) que la constate. Mas, ¿cuál es, o, cómo es, entonces, la realidad a la que tenemos acceso, si como todo parece indicar, hasta que no observamos un sistema cuántico este no tiene por qué poseer propiedades bien definidas?[6]

                Abundaremos sobre esta cuestión tan extravagante como llena de interés científico (inevitablemente, también filosófico) en próximas entradas de este blog Ancile.



Francisco Acuyo

 



[1] Traemos nuevamente la anterior nota sobre  la realidad cuántica de la no localidad: Recordamos que dos objetos situados a distancia, en física, no pueden bajo ningún concepto influirse de manera instantánea, necesitaría de un intervalo temporal para que esto fuese posible, de donde deducimos la necesidad de un espacio tiempo para que esto suceda, por lo que es preciso que dicha influencia se propague a velocidades inferiores a las de la luz. Pues bien, este principio se demuestra inaceptable en el mundo de la realidad subatómica. El entrelazamiento cuántico será el término que pone en evidencia esta  realidad extraña (sobre todo al sentido común) de la materia en sus estructuras más íntimas. Para el matemático esta realidad resulta fascinante, porque pone en evidencia la importancia de sus acercamientos abstractos a la realidad física del mundo.

[2] Constante inviolable según Albert Einstein que nos dice que, ya estemos quietos o en movimiento, la luz o cualquier radiación electromagnética no puede sobre pasar esta constante en cualquier marco de referencia, por lo que se estima como una constante universal.

[3] Sabín, C.: Diccionario de física cuántica, Física y Química, Investigación y Ciencia, 14 de septiembre 2020.

[4] O Teorema de Bell, es un metateorema utilizado para cuantificar matemáticamente las predicciones en matemática cuántica, de la que se deduce que en modo alguno puede las variables ocultas locales de una teoría física puede reproducir las predicciones de la mecánica cuántica

[5] Ibidem.

[6] Merali, Z.: Más allá del gato de Schrödinger, Física Cuántica, Actualidad, Investigación y Ciencia, 22 de septiembre de 2020.


La causalidad cuántica y la realidad material del mundo. Francisco Acuyo


martes, 21 de septiembre de 2021

A VER CÓMO LO CUENTO

 A ver cómo lo cuento, es el título del último post que traemos para la sección de Narrativa del blog Ancile. Relato divertidísimo que exhibe las excelencias narradores de nuestro amigo y colaborador Pastor Aguiar, a quien  reconocemos como baluarte fundamental de nuestros colaboradores.



A VER CÓMO LO CUENTO

 

 

A ver cómo lo cuento, Pastor Aguiar



Déjame ver por dónde empiezo. Estoy tratando de entrarle a una serie de sucesos que han perdido el orden cronológico. Tampoco voy a dejarme tentar por el deseo de exponerles acá mi tesis sobre la inteligencia de los cipreses mientras coloco cada memoria en su lugar, así que cierro los ojos y entresaco visiones como fotos del baúl de abuela Victoria, que en paz descanse.

            Hacía poco que había llegado. Toda mi vida he sido un visitante, y esta vez recorría la casa donde viví mis últimos años antes de la gran huida.

            No vi cambios llamativos, era la segunda vivienda de la cuadra. En la esquina, supuse que aún Pericón y Marta soñaban con ser propietarios de aquella caja de concreto con ventanas de madera remendadas, idéntica a las demás, alquiladas por la revolución a profesionales de la salud.

            Yo estaba sentado en un taburete dándole la espalda a un paredón de apenas metro y medio de altura y tres de ancho, entre lo de Pericón y mi destino de entonces. La acera haraganeaba rozándome la punta de las chancletas con una de sus orillas. La otra limitaba con un verdugón de pasto interrumpido de vez en cuando por palmeras raquíticas, después la calle raramente transitada, porque era el final del pueblo.

            Yo cazaba posibles apariciones, como el policía retirado que al atardecer iba de regreso a su camastro y siempre me contaba alguna novedad sobre la fábrica de jamones para turistas; pero en vez de él llegó de repente aquel niñote cabezón hijo de Rótula y Velorio, vecinos cercanos con los que nunca tuve buenas relaciones, ya sabes, por tanto chisme que merodeaba.

            El niñote tan ancho como alto, dijera tipo tonel, colocó un objeto alargado e indescifrable a pocos centímetros por encima de mi cabeza, de forma que una punta se apoyaba en el paredón trasero y la otra en sus manos. Era algo así como una larguísima tabla de planchar, qué locura, y para colmo la soltó sin avisar. Suerte que mis reflejos anduvieron a punto para detener el golpe, de manera que eché la cosa a un lado próximo a la acera.

            Al instante llegó Velorio alérgico al saludo, con aires de padre ofendido.

            _ Qué pasó con el niño, a ver.

            _ Nada. Quien debía quejarse soy yo, porque vino a colocar un tablón enorme por encima de mi cabeza y si no ando rápido me la parte. Lo único que hice fue esquivar el trastazo. El chico desapareció en el acto.

            _ Ah, bueno, era solo para saber_ Dijo alejándose por delante de una ventolera.

            Yo me quedé imaginando que nos habíamos entrado a piñazos, cura que merecía el hijo de puta; y el niñote, de tal palo tal astilla. De seguro el mayorcito era peor, con su aire de sabelotodo, e incapaz de limpiarse el culo.


            Pero bueno, mejor sin bronca, para evitar complicaciones con la policía y posible confiscación de mi pasaporte.

            Al ratito decidí entrar a la casa para sorprenderme con la presencia de mi ahijada Torina y su hermanito Rubicundo mar de pecas, como le decía el propio padre. Y no solo ellos, pues entre la sala y los dos cuartos correteaban tres o cuatro infantes desconocidos, bajo la persecución de la abuela de Torina. Quedé pasmado al verlos a todos con la misma estampa, como si el tiempo no pasara por ellos.
Mi ahijada apenas a la altura de mi ombligo, pero con ademanes de adulta, me abrazó sin decir palabra, y todos hicieron lo mismo en fila.

A ver cómo lo cuento, Pastor Aguiar
           
 
Cuando pensé que terminaba la saludadera, se apareció, creo (Creo que cayó desde el techo) Ron, el primogénito de Agapito Caldero, un alcohólico crónico de la finca Rebacadero, carajo, que esto no correspondía con la lógica de los hechos.

            El caso era que Ron semejaba un pichón de gorila de apenas cuatro pies de altura y el triple de ancho, comparado conmigo. Sus brazos le llegaban al piso, rematados por unas manazas descomunales, una de las cuales me extendió con peligro de triturarme los dedos.

            _ ¿Qué haces aquí Ron? Jamás estuviste en este barrio, creo que ni lo soñaste.

            _ Estoy de visita, igual que tú, pero veo que te pusiste viejo y eso no puedo explicármelo_ Me dijo con una seriedad que metía miedo, y una voz de barítono ensordecedora, a tal punto que los demás desaparecieron.

            Al verme a solas con Ron se me ocurrió algo insospechado.

            _ ¿Hace mucho que no te fajas?

            _ Un tiempito. Nadie quiere que le desbarate la cara_ Me confesó.

            _ Pues acá tenemos unos vecinos pesadísimos, de esos que te dan ganas de hacerlos papilla a puros trompones. ¿Qué tal si les das un escarmiento?

            _ Para luego es tarde. Señálamelos nada más y déjamelos a mi cargo, que, muerto el perro, muerta la rabia.

            _ No es para que los mates, solo dales un buen escarmiento.

            _ No te preocupes.

            Salimos al portalito y de inmediato divisé al niñote de Velorio a pocos pasos arrastrando el tablón de antes sobre la acera.

            _ Es aquel adefesio, y ya verás que al instante viene el padrazo a defenderlo. Son tuyos_ Animé a Ron, quien ya hinchaba el pecho y comenzaba a girar sus brazos como aspas de molino.

            Yo me quedé en el portal observando a Ron en pleno ritual bélico, a pasos cortos, sofocándose a propósito, sacando su pene de caballo para marcar territorios con chorros de orina.

            Desde mi posición no pude ver claramente el rostro del niñote, pero sí su parada en seco y su intento de levantar el madero para defenderse, porque ya Ron le lanzaba un sopapo que lo dejó como una calcomanía sobre el cementado.

A ver cómo lo cuento, Pastor Aguiar

            El niñote dejó escapar un grito de cerdo en el matadero y no terminó cuando Velorio llegó esgrimiendo una silla, vociferando mil insultos.

            Ron lo vio llegar y creo que por compasión le dejó lanzar un sillazo que atajó con ambas manos. El mueble voló en añicos, y todavía no aterrizaban tales fragmentos y Velorio era un guiñapo sanguinolento entre las patas del pichón de gorila.

            _ ¡Déjalo ya, que lo vas a matar! _ Grité.

            Por suerte Ron me escuchó y vino hacia mí con su mejor sonrisa.

            _ Gracias muchacho, creo que con esto tienen para el resto de sus vidas, digo, si llegan a recuperarse. Pero te aconsejo que desaparezcas, no vaya a llegar la policía.

Efectivamente, no demoró en llegar un carro patrullero al lugar de la bronca. Los vi interrogando a lo que quedaba de Velorio, sin hacer mucho caso a un niñote que era más quejido y llanto que otra cosa.

            Yo no me había movido del portal, aunque ya Ron era un recuerdo, un quizás invento mío.

            _ Usted, ¿vio algo? _ Me preguntó uno de los agentes.

            _ Acabo de salir por causa de los gritos. Estoy de visita en esta casa. ¿Qué pasó?

            _ Eso quisiéramos saber, porque lo que cuenta la víctima mayor no parece realidad. Dice que un monstruo, algo así como un chimpancé, los atacó sin más ni más. No podremos reportar una locura así hasta que se les aclare la mente.

 

 

Pastor Aguiar




A ver cómo lo cuento, Pastor Aguiar



 

jueves, 16 de septiembre de 2021

EL HAIKU SOBRE EL AGUA, LE HAÏKU SUR L'EAU, EN ÉDITIONS DU PETIT VÉHICULE

     Para la sección de Poesía, traemos el post titulado El haiku sobre el agua, Le haïku sur L'eau,  con una selección de poemas (y fotografías) del último libro publicado por quien suscribe este breve texto introductorio, en la bella y exquisita edición (artesanal, cosida a mano) al cuidado del poeta Luc Vidal, y con fotografías también del mencionado poeta, en la editorial Éditions du Petit Véhicule, en versión francesa de la profesora Joëlle Gautelli Tedeschi. Añadimos el enlace a dicha editorial para cualquier interesado en esta y otras obras publicadas en esta editorial ubicada en Nantes:


      Éditions du Petit Véhicule




EL HAIKU SOBRE EL AGUA, 

LE HAÏKU SUR L'EAU, 

(SELECCIÓN)

EN ÉDITIONS DU PETIT VÉHICULE



El haiku sobre el agua, Le haïku sur L'eau,  Francisco Acuyo


                                                                                     Al poeta y amigo Antonio Piedra

                                                Au poète, à l’ami Antonio Piedra
 
 
 
 
  
XI


 
    EL timbre frágil

del agua pinta el ámbito

de lapislázuli.


 
    LE timbre fragile

de l’eau teinte l’atmosphère

lapis-lazuli.
 



 
XII



 
(Amanecer marino)
(Aube marine)
 
 
   SE escucha azul

el vuelo de la noche

hacia la luz.



 
      ON écoute bleu

l’essor de l’obscurité

jusqu’à la lumière.


 

El haiku sobre el agua, Le haïku sur L'eau,
Fotografía de Luc Vidal

 

A la memoria del amigo y querido poeta Rafael Juárez

À la mémoire de Rafael Juárez, ami et cher poète

 

 

 

XXI


 

   SOBRE la mar

sueña el tiempo del río

la eternidad.

 

   LÀ-BAS sur la mer

rêve le temps du cours d’eau

une éternité.

 


 

 

XXII

 


   BAJO el rocío

la hoja tensa el silencio

en equilibrio.

 


   DESSOUS la rosée

la feuille tend le silence

en grand équilibre.

 

 

XXIII

 

   EN el aljibe

la voz suena designio

irremisible.

 


   En fond de citerne

la voix un irrémissible

dessein fait sonner.

 


El haiku sobre el agua, Le haïku sur L'eau,
Fotografía de Luc Vidal




A la memoria de Carlos Villareal,

maestro del agua.

À la mémoire de Carlos Villareal,

maître de l’eau.

 

 

 

LXX

 


   DE noche y libre

un espíritu corre

por el aljibe.

 


   DANS la nuit et libre

un esprit galope

au mitan de la citerne.

 


Dans la nuit et libre

court un esprit dans

le bassin de part en part.

 

 

 

 

LXXI

 


   Dice el azul

que en el agua penetra:

yo soy la luz.

 


   Proclame le bleu

qui au fond de l’eau pénètre :

je suis la lumière.






Francisco Acuyo, de El haiku sobre el agua

Le haïku sur L'eau

Versión Francesa  de Joëlle Guatelli Tedeschi.

Edición al cuidado del poeta Luc Vidal

Fotografías de Luc Vidal

 


 

 

El haiku sobre el agua, Le haïku sur L'eau,
Fotografía de Luc Vidal



                                                                     Éditions du Petit Véhicule

martes, 14 de septiembre de 2021

EL TIEMPO CONSTELADO II

 Para la sección de Poesía, traemos un nuevo post con otro poema de la publicación que estamos preparando con poemas y fotografías de Alejandro Martínez, que llevará por título: La ciudad constelada; este sería el poema número 2 del que lleva por título general: El tiempo constelado.




El tiempo constelado II, Francisco Acuyo
Fotografía de Alejandro Martínez


 

II

 

 

 

Mas, nosotros, ¡oh estrellas!, nunca aquí

abajo recobramos lo que dimos 

a vuestro excelso brillo en forma de otra

nueva (¿o igual?) conciencia.

 

                                          Si este instante

en sí mismo un aliento consistente

contuviera, su espíritu volátil

(y perceptible apenas) al sentido

nos diría que el tiempo existe, que es

después de todo lo vivido frágil

memoria que en suspenso queda, como

irreversible página que anuncia

un futuro, no obstante, siempre incierto. 

 

   Que imaginemos su transcurso acaso 

sea que preguntarnos hace: ¿ahora

qué acontece?; y antes, ¿qué pasó?;

y luego, ¿qué sucederá después?  

Por eso no deviene algún momento

en esta noche, no se mueve ni

transcurre. El signo constelado se

dibuja con los astros en  inmóvil

movimiento: esta que habla ahora no

es conciencia de tiempo o de lugar,

si habitó alguna vez  lo acontecido.





Francisco Acuyo










El tiempo constelado II, Francisco Acuyo
Fotografía de Alejandro Martínez