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miércoles, 28 de septiembre de 2022

POESÍA E INDIVIDUALIDAD

Concluimos las entradas dedicadas a la individualidad con este post que lleva por título: Poesía e individualidad, para la sección de Pensamiento del blog Ancile.


  POESÍA E INDIVIDUALIDAD


Poesía e individualidad, Francisco Acuyo


El poeta genuino (y el lector avisado) sabe(n) que la participación (vital, orgánica o animista) es fundamental en todo lo que el poeta expresa: es un organismo que vive en comunión con todo lo que vibra, es un proceso de contemplación activa que no pretende reducir la experiencia de la existencia vital a cantidades o explicaciones lógico científicas. La cosa poética se percibe como una presencia que vive y habita en uno mismo, que nos es sino lo más íntimo del cosmos todo.

            El verbo poético explora las dinámicas de nuestro devenir existencial, y lo expresa lejos de cualquier intento de lenguaje mecanicista, y si bien algunos creen que este lenguaje (nuevo) está por nacer,[1] lo reconocemos nosotros en las creaciones más genuinas de la poesía universal. Acaso sea la expresión poética el lenguaje apropiado para la indagación y entendimiento de la agencia subjetiva que anida en el corazón de cada cosa en el mundo.[2]

            La no exposición clara de la importancia del ser como individuo, conlleva necesariamente al olvido del Ser (Heidegger). Nos expone inevitablemente a ser mucho más vulnerable ante los atropellos de la modernidad manifiestos sobre todo en los avances tecnológicos que nos adocenan. La revolución digital es una siniestra muestra de la era de la interrupción (Thomas Friedman), donde le individuo es incapaz de mantener constante una vida plena en virtud de las continuas y estresantes interrupciones

Poesía e individualidad, Francisco Acuyo
que nos provoca la vida digital. El mundo virtual y los juegos electrónicos pueden ser una buena muestra de ello, pues condenan a que la imaginería individual sea cada vez menos personal y más colectiva y mecánica. La personificación integradora es de capital importancia en poesía, mas, ¿solamente en ella?

            Las emociones y sentimientos dirigen a un conocimiento que no por subjetivo es menos importante, pues constituyen en el individuo una virtud de excelente precio, virtud y potencia que debiera estimarse infinitamente. El poeta, como el chamán, actúa como intermediario con la comunidad que integra el mundo y su acto expresivo perceptivo debe entenderse como interactivo y participativo pues, trasciende el proceso verbal al uso de la norma, y establece una integradora relación sensorial con aquello de lo que habla. La poesía trata de no sujetarse al método de investigación porque sabe que lo que se observa y habla con la convención no es la naturaleza misma, y porque sabe que todo fenómeno es potencialmente expresivo: pues en realidad todo habla.

            La posmodernidad, en su huida hacia adelante, no ha insistido lo suficiente (si es que siquiera a reparado en ellos) en estos detalles capitales. Con Hölderling hemos de insistir en: que allí donde hay peligro // crece también el poder salvador[3]; entendiendo el peligro en los excesos de las nuevas tecnologías, y el poder salvador, en el arte y sus diversas formas creativas, pues será el impulso creativo el que realmente nos muestre vías de aprehensión y entendimiento del enigma de nuestra existencia. La poesía nos enseña que los recursos que pedimos al Cielo residen en nosotros mismos.  Para el poeta el arte poética es la mente mediante la que se expresa la materia misma, pues concibe su conciencia poética como anterior y primordial y, desde luego, irreductible a cualquier género o especie de mecanismo: es la forma fundamental de expresión y reconocimiento del individuo que trasciende las cosas que, supuestamente, están ahí fuera.


Francisco Acuyo



[1] Harding, S.: Tierra viviente, Atalanta, Gerona, 2021, Pág. 58.

[2] Ibidem.

[3] Hölderling, en Heidegger, M.: The Question Concernig Technology, Pág. 28.



Poesía e individualidad, Francisco Acuyo


viernes, 23 de septiembre de 2022

EL DIGNATARIO DE LA HUMANIDAD

 Siguiendo la temática del individuo en la posmodernidad, traemos un nuevo post para la sección de Pensamiento del blog Ancile, que lleva por título El dignatario de la humanidad.




EL DIGNATARIO DE LA HUMANIDAD



El dignatario de la humanidad. Francisco Acuyo



El dignatario, aquel que porta dignidad, desde la antigüedad (Roma) era el portador de valores altamente representativos de buena conducta y de no menos alta consideración moral, era el individuo referente ¿lo sigue siendo en la actualidad? ¿Hasta qué punto en los estudios culturales, literarios y concretamente poéticos sigue siendo este un modelo social, ético y estético? Si entonces no era extraño que aquél que ganaba en dignidad fuese tenido como ejemplo ético y de reconocido prestigio en atención al valor que tenía el honor obtenido de su conducta y proceder ejemplar, ¿lo es ahora de igual modo?

            La admonición del párrafo anterior se hace extensiva irremediablemente al ámbito de los valores éticos y estéticos. Debe referirse sin ningún pudor al dominio de aquellos impulsos interiores más profundos y que tanto la modernidad como la propia posmodernidad olvida e incluso rechaza. El reduccionismo compartido por ambas circunscripciones de pensamiento hace inadmisible cualquier otra dimensión que no sea la estrictamente materialista, tan maleable, por cierto, a las costumbres consumistas de la actualidad. El triunfo mecanicista de Laplace se extiende por la modernidad y la posmodernidad y llega hasta nosotros con deprimentes aseveraciones como: La célula es una máquina. El animal es una máquina, el hombre es una máquina[1]; de esta suerte, no es extraña la aventajada victoria de este colectivismo adocenado del consumo, donde cada individuo es solo una parte del engranaje del gran artilugio social del todo insaciable. La vida y el organismo es una ilusión, donde lo vivo está en realidad muerto.[2] Quienes hemos estudiado a fondo la fenomenología del lenguaje poético, sin duda no podemos estar en mayor desacuerdo: la organicidad y dinamismo del verso y del conjunto poemático, y las aproximaciones desde sus más diversas perspectivas (lingüísticas, gramaticales y sintácticas, métricas[3], retóricas, ...) dan buena cuenta de nuestra contrariedad y, por ejemplo, de la tendencias estéticas posmodernas que desdeñan todo lo que no sea nuevo, y cuyo entendimiento no se muestra sino en la elección de un supuesto hallazgo que expira antes que la misma moda.

            No será raro familiarizarse con este atroz mecanicismo olvidado de la persona cuando las consideraciones sobre nuestra humanidad se reducen a meros datos, a información básica para olvido de cualquier identidad. El individuo al que nos referimos, en cualquier caso, no será el reducido al ego secular o religioso… es la personalidad del que sufre y no sabe por qué y del que se puede inferir una auténtica teoría del dolor[4], y de la que la poesía hace una praxis expresiva de excepción.

            La separación de la persona de cualquier atisbo de trascendencia es ley normalizada en cualquier campo del saber, incluido el filosófico en la actualidad, olvidando milenios de vivencia, intuición y entendimiento de lo que bien puede estar más allá de lo que podemos aprehender por una vía racional materialista, y las consecuencias de su inhibición hasta la fecha acaso sólo han podido apenas soslayarse. Decíamos que el nous (inteligencia) incluso en occidente se ignora, cuando Platón y Aristóteles evocan al mismo como el don divino que hace al individuo participante activo en el orden cósmico. Hoy día la inteligencia pretende ser artificial, centrada la potencia de esta en el cómputo de datos, y donde pensar es realizar cálculos (Hobbes), pero, seamos serios ¿tiene esto algo que ver con la experiencia consciente de pensar?[5]

El dignatario de la humanidad. Francisco Acuyo

            El proceso de la consciencia, en sus diversas manifestaciones, es lo opuesto al repliegue de patrones familiares de lo mecánico, porque se hace precisa una recepción activa, orgánica e integral que nos conecte y constituya en el mundo. No se ha hecho énfasis suficiente ni en la modernidad, ni acaso en la mal denominada posmodernidad, de la importancia del sentido y del significado de las cosas para el individuo que, al fin y al cabo, compone la totalidad de la sociedad. Así podemos encontrar afirmaciones enervantes y desalentadoras de personalidades de primer nivel del pensamiento del siglo XX que afirman que: Nuestros orígenes, esperanzas y miedos, nuestros amores y creencias no son más que el resultado de disposiciones accidentales de átomos;[6] a añadir a otras perlas como las ya adelantadas de Monod, acentuando así la descripción, no ya del hombre, sino de la misma naturaleza como una máquina (y aún la misma actividad artística y poética) que está dispuesta para beneficio de quien esté dispuesto a obtenerlo.

            Si ponemos tanta atención al individuo será, aunque pueda parecer lo contrario, para poner más vigor en un hecho cada vez más incontrovertible, y que solo será perceptivo claramente si atendemos al individuo como fuente para la mejor comprensión de que la naturaleza no es una descripción contable de sujetos, sino una comunión de ellos. Los conceptos positivo materialistas del tiempo y el espacio son puestos en cuestión y se muestra como acaso el mismo órgano de cognición por excelencia, el cerebro, como mero filtro o receptor cognitivo, y que aquellos no son más que reflejos de lo que realmente tiene durabilidad y consistencia.

            Por todo lo antecedido no será disparatado hacer una reflexión sobre la pérdida de valores (y como decía, no sólo éticos y estéticos) en la actualidad, también su incidencia en la cultura en general, y particularmente en la literatura, y aún más singularmente en la poesía, pero se insiste en reducir al individuo en su existencia a módulos cognitivos, ADN replicante, microtúbulos de sensibilidad cuántica, bucles de software y datos, muchos y complejos datos.


Francisco Acuyo



[1] Monod, J.: Entrevista en la BBC, citada en Lewis (ed) Beyond Chance and Necessity, Pág. 9.
[2] Naydler, J: La lucha por el futuro de la humanidad, Atalanta, Gerona, 2021, pág. 71.
[3] Acuyo, F.: De la proporción en lo diverso, Universidad de Granada, 2007 y Jizo ediciones, en 2º edición aumentada, Granada 2009.
[4] Acuyo, F.: Pasión y razón del sufrimiento, Epílogo de Lógica de la decepción, el problema del mal en el mundo (en prensa).
[5] Naydler, J: op. cit. pág. 150.
[6] Russel, B.:



El dignatario de la humanidad. Francisco Acuyo


martes, 20 de septiembre de 2022

LA DIALÉCTICA SOCIEDAD-INDIVIDUO: ENTRE LA SINTIENCIA CONSCIENTE Y LA INSINTIENCIA MATERIAL

Para la sección de Pensamiento traemos un nuevo post que lleva por título: La dialéctica sociedad-individuo: entre la sintiencia consciente y la insintencia material.



 LA DIALÉCTICA SOCIEDAD-INDIVIDUO: 

ENTRE LA SINTIENCIA CONSCIENTE

 Y LA INSINTIENCIA MATERIAL



La dialéctica sociedad-individuo: entre la sintiencia consciente y la insintencia material. Francisco Acuyo


El legein del lenguaje[1] como representación identitaria de lo social no es nada sin la persona que lo produce, y cuya lógica (logos) se sitúa más allá de una representación social, si realmente aspira a ser profundamente creativo. Esto puede constatarse en la expresión poética, que supera el teukhein[2] instrumental (comunicativo) del lenguaje (poético) para ser creación, conocimiento y expresión de lo más íntimo del individuo, que ha de despertar el corazón sin que la tiranía del pensamiento robe todo simulacro de verdadera vida.

            La dialéctica sociedad-individuo está marcada en lo más profundo por el misterio de la existencia como fundamento de la experiencia humana, la cual intenta la indagación de la llamada de una verdad más primordial, vasta, intensa y recóndita (Heidegger) y que atañe al ser consciente de su individualidad, o lo que acaso sea lo mismo que consciente de la misma consciencia. La poesía nos enseña revivir y convivir con un animismo (que tuvo sus ecos en occidente a través de Spinoza, Leibniz y, ya en pleno siglo XX, por Alfred North Whitehead, donde la sintiencia se ponía en duda como origen de lo insintiente material arcano, y que ha sido inhibido durante siglos y que, sin embargo, aspira a entender el impulso que hace viva a la misma materia.

            Mucho se ha hablado de la necesidad de una revolución del uso del lenguaje. Se ha preferido el reproche por el silencio antes que por el abuso de las palabras. Pero, ¿qué modo de expresión sería este? Tanto valdría aspirar a articular un verbo estelar para comprensión de todos los astros que hallar un lenguaje suficiente satisfactorio para cualquiera logomaquia de razón que no pudiese mentir o ser falseada. No obstante, hay un lenguaje singular que pasó inadvertido por apercibirse (tanto al moderno como al posmoderno intelectual) adulterado, por no ir conducido siempre por juicios de razón, y la pobre sabiduría de este lenguaje, desde Platón, puesta al servicio de la opulenta ignorancia que no esté a la razón sujeta. 

La dialéctica sociedad-individuo: entre la sintiencia consciente y la insintencia material. Francisco Acuyo

            En la observación del lenguaje poético y el individuo a través de su verbo trasgresor de la norma, observamos nosotros el salto anhelado que lleva la peculiaridad de su expresión, enunciado y testimonio de profundo calado, y que supone  la superación de la lengua en su sistemática formal para hablarnos como lo hace la misma naturaleza a través de los árboles, los manantiales, las montañas, las estrellas… pues todos ellos forman parte del anima mundi que activa el pulso orgánico del universo, y el no menos vital de la poesía, puesto que los símbolos, metáforas, analogías verdaderamente poéticos no son en modo alguno lineales y mecánicos, forman parte de la organicidad del cosmos que llega a nosotros por la experiencia individual y ontológica de la existencia del ser en el mundo. El poeta verdadero sabe que: El mundo es de hecho un ser viviente dotado de alma e inteligencia.[3] 

            La lógica poética diside de aquella otra dialéctica del método controlador de la naturaleza (y que reconocemos en lenguaje formalista de las matemáticas aplicadas) y de la concepción racional del lenguaje deductivo racional, y la que nada deja a la pasión honda del espíritu sino reliquias inhibidas a las que inconscientemente adorar. Trata el verbo poético de redimirnos de la crisis de percepción (por otra parte, tan característica de la modernidad) que ve el mundo tras la óptica mecánica y hondamente materialista de la tecnología y el dígito informático, los cuales impide ver la realidad profunda de la organicidad de la república de la Naturaleza, y que la poesía entiende como algo vivo inseparable del individuo que lo expresa y lo contempla. El árbol, la fuente, el astro… se están expresando a través de la conciencia poética más allá de cualquier reduccionismo, de hecho, es la clara oposición a cualquier análisis lógico: la integración. Es una lógica de sistemas que atiende más que a los objetos como entidades contables, a las relaciones y jerarquías de los mismos, y desde cuya óptica constatamos que la totalidad en modo alguno puede ser la suma de las partes, lo cual es un bonito interés, sin que el capital sufra por ello ningún quebranto.



Francisco Acuyo



[1] Ibidem.

[2] Ibidem.

[3] Platón, Timeo, Obras completas, Aguilar, Madrid, 1997, Pág. 567.



La dialéctica sociedad-individuo: entre la sintiencia consciente y la insintencia material. Francisco Acuyo


jueves, 15 de septiembre de 2022

ESCEPTICISMO UNIVERSALIZADOR Y LA INDIVIDUALIDAD

 Proseguimos con la temática del posmodernismo, esta vez con un nuevo post que lleva por título: Escepticismo universalizador y la individualidad, y todo para la sección de Pensamiento del blog Ancile.


 ESCEPTICISMO UNIVERSALIZADOR

 Y LA INDIVIDUALIDAD



Escepticismo universalizador y la individualidad, Francisco Acuyo


El escepticismo de las teorías universalizadoras (Lyotard) se centran en la alienación tecnológica, pero nunca sobre lo esencial de esa enajenación, si impuesta en el ser y en la existencia de cada individuo, y aunque se critique el lenguaje impuesto como realidad por la modernidad, para esclavización colectiva, y puesta a punto para el utilitarismo y la efectividad, no se pone énfasis en el lenguaje subjetivo, ¿inútil? y creativo por excelencia cual es el de la poesía, y que nos habla de una verdad más profunda por ser individual. Y aunque: : Los seres humanos que pensaban que podían usar el lenguaje como instrumento de comunicación, aprenden a través del sentimiento de dolor que acompaña al silencio (y del placer que acompaña a la invención de un nuevo idioma)[1], mas sin caer en la cuenta que ese nuevo lenguaje es ya muy, muy viejo, y que, desde luego, no es en modo alguno silencioso: la poesía, y, además, donde el básico referente de la lengua común puede desaparecer en su totalidad, por cierto, sin que el lenguaje -poético- pierda un ápice de expresividad y profundidad en su discurso.

    El simulacro de los modelos virtuales de la modernidad son los modelos evidentes de la alienación, no tanto social como del individuo, que observa cómo socialmente se construye el artefacto de una realidad (hiperrealidad según Baudillard)[1] desvirtuada, que olvida lo sustancial del individuo y que en el fondo de su ser quiere pasar del pensamiento netamente discursivo a otro, articulado, mediante un lenguaje que revalorice el ser a través de la acción vital y creativa, que rebase la automatización del razonamiento y análisis lógico para optar por una vía de reafirmación de la persona que quiere contemplar activamente el mundo y así misma.


La Babel informativa de la modernidad (Vattimo) se produce en masa para las masas, nunca para la formación y el crecimiento del individuo, pero ¿atendemos al origen del acto que hace ser al individuo? ¿Nos preocupamos por aquel nous aristotélico mediante el que nos contemplamos inteligentemente en lo más íntimo de nosotros mismos? ¿Hasta dónde llegó el impulso posmoderno en cuestiones de tan profundo calado?

Escepticismo universalizador y la individualidad, Francisco Acuyo
Si bien es el individuo quien, en algún momento de su existencia, quiere entender el sentido y el propósito de su vida, ¿por qué, si todos los periodos de la historia poseen ciertas condiciones fundamentales de verdad que constituyen lo que es aceptable, o no (Foucault),[1] no hemos insistido, no obstante, en reconocer la capacidad de inspección, de contemplación del lenguaje más genuino del individuo y que reconocen las tradiciones de sabiduría, y que en su capacidad creativa encontramos un antes y un después de una inteligencia que ilumina personalmente para proyectarse fuera del mismo individuo?

¿Si hemos perdió toda conexión con las raíces más profundas del ser individual por el implacable avance de la inhumana tecnología, ya no somos capaces de escuchar el logos cósmico que, sin duda, todavía reside más o menos secretamente en las conciencias de cada individuo? Si la Era del vacío (Lipovetsky)[1] de nuestra sociedad posmoderna impone su ley, ¿a qué responde que esa crítica posmoderna no acabe de calar en el alma del individuo actual si no es porque dicho individuo no está ahí, en el Da- sein (Heidegger), en el presente individual de las cosas, que no es sino el misterio de la existencia, y cuyo enigma trasciende cualquier marco de referencia instrumental o tecnológico?

Todas estas interrogantes han de servirnos para descifrar y evaluar las ausencias y silencios ontológicos, fenomenológicos y epistemológicos ante determinados acaeceres y realidades que afectan plenamente al individuo que siente, reflexiona y que trata de entender y a su vez entenderse en el mundo. Para entender el célebre imaginario (de Castoriadis)[1] en el origen mismo del pensamiento y del lenguaje, más allá de cualquier logicismo e incardinado en las relaciones simbólicas de las que es capaz, no pueden entenderse ni las analogías, ni las sensaciones ni las metáforas, es muy difícil justificar su realidad sin atender al sujeto, cuya conciencia es y debe ser individual, y con él establecer parámetros creíbles sobre la creación humana. Insistimos que la poesía, en su subjetivismo es una muestra palmaria de este necesario e importantísimo reconocimiento de la individualidad. El imaginario colectivo no es sino el sincretismo de la actividad y hacer del individuo



[1] Castoriadis, C.: La institución imaginaria de la sociedad, Tusquets, Barcelona, 1977.
[1] Lipovestky, G:: La era del vacío, Anagrama, Madrid, 1998.

[1] Foucault, M.: Las palabras y las cosas, Siglo XXI, Madrid, 1999.
[1] Baudillard, J.: Cultura y simulacro, Kairós, Barcelona, 2007.        
[1] Lyotard, F.: La diferencia, Gedisa, Madrid, 2009, Pág. 37.



Escepticismo universalizador y la individualidad, Francisco Acuyo



jueves, 8 de septiembre de 2022

EL OLVIDO MODERNO Y POSMODERNO DEL INDIVIDUO

 Para la sección de Pensamiento del blog Ancile ofrecemos una nueva entrada, esta vez bajo el título de El olvido moderno y posmoderno del individuo.


EL OLVIDO MODERNO 

Y POSMODERNO DEL INDIVIDUO


El olvido moderno y posmoderno del individuo. Francisco Acuyo


Existe, paradójicamente, un olvido moderno (y desde luego posmoderno) de lo que es realmente la humanidad, mas como comunidad de individuos que, además, por cierto, concierne además en relación a los orígenes que siempre han sido descritos, querámoslo o no, como espirituales, si han compartido la aspiración a lo trascendente desde la más honda y remota antigüedad, y esto ha sido así a pesar del denodado impulso de nuestra contemporaneidad en dirigirnos a la distracción, fraccionamiento y disolución de la conciencia de lo espiritual, aunque sea esta ley de identidad de lo humano, a través de la nueva era tecnológica, con la revolución digital a la vanguardia.

            Inmersos en el autoolvido de lo que realmente somos como individuos hemos estado, y aún estamos cayendo al vacío de la oquedad abismal a la que nos ha traído los juicios y prejuicios de la modernidad, y de la que no ha sabido extraer consecuencias convincentes el criticismo de la posmodernidad, porque estamos sumidos en la terrible sentencia de Lyotard en forma de inquietante interrogación cuando decía: ¿Y si lo propio del hombre fuera estar habitado por lo inhumano?,[1]  y todo porque parece locura que la lógica posmoderna pueda defender el pro y la contra de la misma causa.

El olvido moderno y posmoderno del individuo. Francisco Acuyo
            Esta fuera, o al menos parece estarlo, de nuestra actual perspectiva ver y entender la naturaleza y la vida que acompaña como aquello que forma parte de nosotros, como algo vivo y consciente que permanece en interacción continua. Ahora se explica a aquel sugerente animismo referido, como una mera proyección de los sentimientos humanos sobre la materia inanimada, y, desde luego, se ridiculizaque, en modo alguno, el pulso de las cosas naturales incida en nosotros ni como sociedad ni como individuo. Pero esta actitud integradora, holística (en forma de observación y entendimiento que nos ha acompañado desde la noche de los tiempos) conlleva un alto precio que hace tiempo que ya estamos pagando por su autoridad equívoca.

            A parte de enfrentarnos a la evidente inhumanidad de la sistemática política, económica y social, está esa otra inhumanidad que se esfuerza en soterrar definitivamente quizá lo más profundo y genuino de nuestra humanidad: la conexión viva e íntima del alma, de la conciencia,  con el mundo, y en cuya génesis se encuentra el individuo que aspira a ser algo más que un objeto vinculado a la insidiosa relación con lo netamente utilitario, merced de las supuestas bondades tecnológicas. Quizá el materialismo más recalcitrante (de no pocas de las mentes críticas de la posmodernidad) ha sido uno de los obstáculos más evidentes para que esa crítica sea realmente renovadora, profunda y provechosa. No deja de resultar curioso que esto suceda cuando, a través de los descubrimientos y reflexiones extraídos de la misma ciencia (física cuántica, relatividad, teoría del caos…) se muestra que dichas presunciones no ha servido de gran cosa, ya que se ofrecen principios y patrones positivos materialistas como dogma de fe generalmente admitido, ¡cuando es una realidad científicamente indemostrable! y que ha impedido e impide ir un paso si quiera más allá con el que mostrar sus límites, y con ellos, que en realidad no sabemos todavía con certeza cosas fundamentales que presumíamos sabidas, sirva como ejemplo: qué es y de dónde viene la misma materia.

El olvido moderno y posmoderno del individuo. Francisco Acuyo
            Sólo un breve apunte sobre está nueva fe materialista, que muy bien puede ser en su determinación ofrendas profanadas, repulsivas al sacrificio de lo que la verdad fuese, así lo podemos extraer de la sincera confesión de uno de los padres de la nueva física, Albert Einstein: No puedo probar que mi concepción sea cierta (el materialismo), pero esa es mi religión.[2] Todos sabemos o deberíamos saber que sin conciencia no podemos demostrar que exista algo, so pretexto de faltar a la verdad,  y la conciencia, a día de hoy, es algo que no podemos determinar como materia. Es inevitable la abstracción mediante aquella, la conciencia, para establecer un marco de referencia sobre lo que la materia sea, y si esta (la materia) es exterior y objetivamente existente, como todo determinismo materialista cree en su profesión devota de fe positiva.

            Si la verdad marca la temperatura de toda ciencia, la certeza de la materia, antes de la conciencia, no puede demostrarse y, por lo tanto, es desconocida:  lo que conocemos en realidad es precisamente el enigma de la conciencia, ¿porqué, pues, está obsesión de fe casi fundamentalista expuesta incluso para criticar uno de los fundamentos de la modernidad, como son los juicios de razón sustentados por la materia? ¿Es acaso la ciencia esa hija loca del saber que con supersticiones da nacimiento a toda suerte de falsedades? Resultará de ello que la ciencia no empieza, sino que insiste, en reclamar una nueva suerte de barbarie.



Francisco Acuyo



[1] Lyotard, F.: Lo inhumano, charlas sobre el tiempo, Manantial, Buenos Aires, 1998.
[2] Einstein, A.: en Gosling, Science and the Indian Tradition: When Einstein Met Tagore, 162.


El olvido moderno y posmoderno del individuo. Francisco Acuyo


martes, 6 de septiembre de 2022

EL SER EXISTENCIAL Y LA POSMODERNIDAD

 Bajo el título de El ser existencial y la posmodernidad, traemos un nuevo post para la sección de Pensamiento del blog Ancile.


EL SER EXISTENCIAL Y LA POSMODERNIDAD


El ser existencial y la posmodernidad, Francisco Acuyo


En virtud de aquel ser existencial que decía que somos haré en forma de interrogante una, o mejor dos propuestas, que habrá de quedar incorporadas al texto como interpuestas guardas de paciencia: ¿Si en verdad parece equivocarse el espíritu guiado por los sentidos, somos realmente lo que hacemos? [1] ¿Acaso también lo que pensamos?[2] Por las obras (o sus frutos) los conoceréis[3], pero también por la ideología, y es que subyace muchas veces en nuestros pensamientos más los prejuicios que reflexiones razonables. El agathós (bondad) social e individualmente útil se inspira muy por encima de la utilidad egoísta que se hace expresa gracias al logos. La palabra que no tergiversa el valor de sus significados es de capital importancia si quiere ser realmente universal su significado. ¿Qué tiene que decir a esto la palabra poética en tiempos tan tempestuosos y vacíos?

            La era de la postverdad (posmodernidad) lo pone todo crudamente en entredicho, y la socialización de aquellas obras que deben ser verdad para todos pierden la esperanza de su autenticidad, que no otra que la que aspira la anthrópeia philosophía (filosofía de las cosas humanas) y que atañe inevitablemente a cada individuo.

El ser existencial y la posmodernidad, Francisco Acuyo
                Veremos hasta qué punto es disparatado el mundo de los conceptos y del lenguaje en nuestra época, y lo imposible que puede ser desarrollar un proyecto ético genuino si se pretende recusar los antiguos e indispensables parámetros ético filosóficos en la edad de la posmodernidad, y cómo, incluso, una de las manifestaciones del arte (literario) más antiguo y genuino, cual es la poesía, acaba diluyendo sus principios más básicos de construcción, expresión y entendimiento en nuestros días, si hemos de dar la razón a los censores cínicos, inclinados a la irreflexiva invectiva de lo auténtico.

            El antidualismo característico del pensamiento posmoderno llevó, sin embargo, a los otros que querían rescatar de la postergación y la inadvertencia, al olvido de su ser individual que, no obstante, comparte en la mayoría de sus anhelos y características personales, el resto de los componentes sociales de toda humanidad, y donde los marginados y oprimidos son también descuidados en su ser común de sociedad humana. El cuestionamiento textual y el giro lingüístico exacerbado les hace obviar las manifestaciones más genuinas del lenguaje como es la poesía, donde se enfrenta singularmente la realidad del lenguaje común con otra más profunda y conectada con lo que muy bien pudiese considerarse como lo más universal de todo individuo: su ser como algo que pudiera o, al menos debiera ser duradero y manifiesto en su personalidad en cualquier hora y lugar. Es así que el poema, cada poema es una realidad sujeta al poeta y, por supuesto, a quien lo lee, saborea y suscribe en su personal exégesis, pues uno y otro no son sino un individuo. Puede una verdad cuestionarse, pero no la universalidad de esta anclada en la diversidad de cada persona individual, máxime si está rememorando que la totalidad de lo que somos como humanidad es gracias a esa individualidad que persigue la verdad del ethos que inviste de dignidad (dignitas, decíamos) a cada ser humano.



[1] Aristóteles: Ética Nicomáquea, Taurus, Madrid, 2009.
[2] Damampada.
[3] Lucas 6. 43-44.



El ser existencial y la posmodernidad, Francisco Acuyo


sábado, 3 de septiembre de 2022

EL SER HUMANO Y LA NULIDAD DEL INDIVIDUO EN LA ACTUALIDAD

 Para la sección de Pensamiento del blog Ancile, proseguimos con la temática de la anterior entrada, esta vez bajo el título de El ser humano y la nulidad del individuo en la actualidad.


   EL SER HUMANO Y LA NULIDAD

 DEL INDIVIDUO EN LA ACTUALIDAD



El ser humano y la nulidad del individuo en la actualidad. Francisco Acuyo


Pero, ¿cómo es que se falta el respeto a sí mismo el ser humano en la actualidad, si ni siquiera se tiene en cuenta la primordial individualidad de la persona, y sin leer con atenta detención y aprender de memoria su ser existencial? Acaso deberíamos afrontar esta interrogante dirigiendo nuestra mirada hacia aquellos hombres ejemplares que debieran ser modelo para cualquiera que pretenda respetarse a sí mismo, y plantearse si hay alguno en lo más prominente de la vida pública entre nosotros. Parece, a primera vista, que no es nada fácil de encontrar en este ámbito social de responsabilidad pública. Si, pongamos que los mandatarios, modernos y posmodernos, no se respetan a sí mismos poniendo en contradicción continua el valor de su misma palabra (es tristemente constatable que nuestros próceres políticos mienten más que respiran con todo desparpajo y sin vergüenza alguna), ¿dónde hemos de mirarnos, no ya como sociedad, sino como individuo particular para ser coherente con aquella dignitas latina, y no digamos con el ethos griego?

                Aquel reflejo moral del mundo sustentado por el logos para llegar al ethos mediante el que promover y educar nobles y muy necesarias intenciones, precisa, como nunca antes, hablar consigo mismo con total sinceridad e igual honradez con el mundo, y todo porque anhela ser algo más que mero azar, caos, pues requiere un propósito justo para sí entre aquellas circunstancias inevitables, y que sólo puede alcanzarse mediante la dignidad de ser individuo digno de respeto.

                Que la aspiración de aquel ethos era (y es), sin duda, el impedimento de la destrucción personal (y por ende social), sigue pareciéndonos igual de indiscutible ahora que entonces, y que ha de estar basado en la excelencia humana (areté) que indaga en la justicia, en la verdad y el bien, y que precisa de la aspiración sincera a la bondad, pero, ¿dónde ha quedado en nuestros días aciagos esta fundamental aspiración?

        Estas y otras interrogantes intentarán ser despejadas en próximos post de este blog Ancile.



Francisco Acuyo




El ser humano y la nulidad del individuo en la actualidad. Francisco Acuyo