Finalizamos las aproximaciones sobre el arte como terapia con este nuevo post para la sección de Ciencia del blog Ancile, bajo el título: Sincronicidad terapéutica del arte.
LA SINCRONIDAD TERAPÉUTICA DEL ARTE
Uno de los efectos terapéuticos
más asombrosos del proceso creativo artístico reside en la capacidad de acceder y compartir imágenes del
inconsciente. Acción que comparte cualquier ser
humano. La expresión de estas imágenes hace posible la comunión entre el artista y el mundo, e incluye al otro que contempla perplejo dicha obra de arte sin saber muy bien
qué es lo que le fascina y comparte con el creador, actuando como una suerte de
psicología transpersonal que hace de su conciencia, conciencia del mundo.
El artista genuino sabe que su espíritu contiene sobradas potencias para no tener que depender de fuerzas o energías foráneas, potencia que le hace adquirir una seguridad en sí mismo que de otra manera resultaría imposible. Los valores positivos que necesita el artista, a través de su arte, los descubre y orienta para afrontar sus miedos más íntimos e inconscientes. Es por eso que la capacidad de introversión del artista puede entenderse como una ayuda ayuda manifiesta para liberarse de posibles anquilosantes procesos inconscientes.
Para
el que sufre algún trastorno mental, el hecho de poder hacer conscientes
fragmentos desconocidos (y fuera de la consciencia y) de su propia personalidad a través del
arte, supone una nueva visión de la realidad óptima para el desarrollo y la
evolución interior. Aquel factor subjetivo del arte no solo percibe
el objeto, sino que lo hace suyo.
El
arte y su capacidad creativa es capaz de trasformar objetos materiales en las imágenes
psíquicas que hacen de su arte algo genuino, nuevo y estimulante. Este
ejercicio de introspección le lleva a niveles de autoconocimiento realmente
propicios para enfrentar terapéuticamente diferentes trastornos.
A
través del arte comprendemos, o al menos intuimos, que la mente personal (la que
puede padecer un trastorno) no es tan discontinua y personal como cultural y ordinariamente se nos hace creer, el
factor terapéutico radica precisamente en este caer en la cuenta de que tu
mente no está aislada de la mente de cualquier otro. Tu espíritu, alma o mente
necesita reconocer esa integridad, la cual hará tener una visión mucho más
amplia, que afecta a un potencial trastorno.
Aprendes,
en fin, a través del ejercicio artístico que aquello que supuestamente produce el trastorno forma parte de un mundo que era, y que nunca puedes ver realmente,
sino que es por que devino cuando lo miraste, es decir, cuando fuiste consciente
de ello. El aspecto terapéutico radica en que a través de la creación puedes
constatar que la realidad es el resultado de tu mente en acción. El arte nos reconcilia
con aquellas partes del corpus mental
que no reconocemos como nuestras, y que provocan tantos trastornos en su
extrañamiento. Esto nos enseña a entender cómo las convenciones, la educación y la cultura desvinculan la realidad de la
mente misma. Así mismo nos ayuda a entender que la realidad está en nuestra mente, la
cual localiza y selecciona, limitando los
contenidos del mundo, que de otro modo no podrían libremente seleccionarse. El arte, en fin, es una asistencia esencial para salir de la autorreflexión
egoica trastornada a través de su alerta creativa.
Francisco Acuyo
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