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lunes, 7 de octubre de 2024

LA QUINTA EN VERDE, DE JOSÉ ANTONIO RUIZ REINA

 Para la sección de Editoriales amigas del blog Ancile, traemos el siguiente post, dedicado al poeta y querido amigo José Antonio Ruiz Reina, y su libro titulado La quinta en verde, primorosamente publicado por la Editorial Nazaríes, en su colección Daraxa. Porta un prologo riguroso y muy interesante para aproximación de los versos del libro, el profesor y crítico literario y musical, José Manuel Ruíz Martínez. El interior, como decía hermosamente editado, lleva unas preciosas ilustraciones de la artista Belén Esturla, que se acomodan como un guante a la edición. Tienen en esta entrada el prólogo, tres poemas escogidos y que reproducimos para nuestros lectores y alguna de las ilustraciones del libro. Recomendamos vivamente la lectura de, La quinta en verde, de José Antonio Ruiz Reina porque a través de la lectura de sus versos verán los fundamentos de un excelente quehacer poético que reafirma la poesía como un ejercicio de rigor y expresividad altamente creativos.

    El libro se presentará en el Centro Artístico, Científico y Literario de Granada, en Calle Almona del Campillo, 2, 2º, de Granada, el día 18 de octubre del presente año a las 20.00 horas.




La quinta en verde, José Antonio Ruiz Reina




LA QUINTA EN VERDE, 

DE JOSÉ ANTONIO RUIZ REINA




La quinta en verde, José Antonio Ruiz Reina


 PRÓLOGO

(Fragmento)

 

Arte poética,

lección primera:

cuerda y tijera.

 

***

 

Nada más bello, pues, que hacer un buen poema.

Los poemas se hacen, ¿verdad? […]

La palabra es un bien que se trabaja, gema

[…] que me exige precisa orfebrería.

 

***

 

Tal vez cordial o vano, tal vez il miglior fabbro;

pero pocos entienden que en mis palabras labro

esa fosa con flores que llamamos poesía.

 

Antonio Carvajal

 

 

Conocí a José Antonio rodeado de jóvenes que no llegaban a los treinta, cuando él pasaba de los sesenta. Yo era el profesor de aquella clase (y en edad ando entremedias). Y, sin embargo, en su mirada y en su sonrisa, también en sus intervenciones, a tiempo o a destiempo, había algo indudablemente juvenil (de lo que a veces algunos de los que lo eran carecían): el entusiasmo. Después de aquel curso, aún a día de hoy seguimos enredados en cuestiones académicas, pero ahora, además, somos amigos. Por ambos motivos, hemos hablado mucho de poesía, y de poética; y de métrica, que es una parte de la poética, qué duda cabe, pero también —y, a mi juicio, sobre todo—, de la retórica. José Antonio es una de las personas que más sabe de métrica en España, cosa que él, cuando la lea, negará con vehemencia (y se sofocará un poco), pero es verdad —otra cuestión es que a veces necesite de alguien que embride sus entusiasmos métricos, como la propia métrica embrida la efusión poética, lo que no deja de resultar irónico; o poético—. Con estos mimbres, no es de extrañar que sea, quizá sobre todo, poeta.

            Por eso, tampoco es de extrañar que acaso la principal característica de La quinta en verde sea la plena conciencia poética de su autor. Sin duda, no se trata de un poemario ingenuo o inmediato, tan en boga ahora. Y, sin embargo, no pierde la virtud de cierta ingenuidad (o entusiasmo, en su acepción poética más precisa, la platónica) sin la cual los poemas corren el riesgo de volverse meros artefactos retóricos. Por lo mismo, no se trata tampoco de un poemario confesional, y, no obstante, al terminarlo, podemos atisbar a través del espejo oblicuo de lo artístico algunas de las preocupaciones vitales e intelectuales de su autor. Por tanto, en realidad, La quinta en verde no consigue nada que no haga la buena poesía; es decir: nada menos que no haga la buena poesía.



         José Manuel Ruiz Martínez




La quinta en verde, José Antonio Ruiz Reina
De Belén Esturla



LA SOLEDAD DEL YERMO (1)

               

(Fragmento)



...Y Góngora en el cielo

 

En vano rasga su corsé la noche

y el alba trata de incendiar el sueño,

triste rescoldo de una lumbre extinta,

más recuerdo del fuego del infierno

que esplendor azulado de cristales

en la entraña del cielo.

 

Feroces aves en su pico llevan

los negros trozos de la carne muerta:

yace el que fuera peregrino andante

ya en riberas o en campos o entre selvas,

sin que quede memoria de su paso,

desahuciado en la arena.

 

Demonios verdes su postrer aliento

escrutan antes que el olvido llegue

y entran al íntimo recinto intacto,

viendo el núcleo secreto de su germen,

y descifran el rumbo del viajero

encallado en la muerte.

 

De nada sirve registrar su alforja,

tampoco lleva faltriquera al cinto:

solo las huellas de su luz y sombras

marcan signos tan leves e imprecisos

que el cronista se trueca sin remedio

en artero adivino.




La quinta en verde, José Antonio Ruiz Reina
De Belén Esturla



EXOSFERA



     V

                    

 

Se mueve el silencio hacia arriba

y borda en lo oscuro su esencia sin peso,

que sombra es de pluma reseca

y apenas si roza la piel de un ensueño

lejano y agreste

girando hacia el cielo en pos de la lluvia.

 

Retumba la ardiente sequía

que cae del sol

y anega los surcos con gotas de sed

y baña la tarde en sudor

al tiempo que filtra la luz con la rubia

calima de un lento desierto.

 

Qué lejos las horas del verde cantar

del sapo escondido,

qué hermosa la bruma del huerto mojado,

qué viva la lóbrega estrofa

de aliento cautivo

en tu alma terrosa de diosa mortal:

Humuvia...*

delirio incompleto del tiempo de ayer,

de pájaros puros con trinos en flor...

 

Ahora revivo las nieblas perdidas,

el lúgubre acento de un mundo feliz

de gozo y de llanto,

de oro y carmín,

que frota mi cuerpo cuando abro los brazos

y fuera diluvia.




La quinta en verde, José Antonio Ruiz Reina
De Belén Esturla




ALLÁ

    

                   

 

Supón que no estás muerta en este instante

y que tienes tu silla reservada

en el centro del círculo imantado

que gira a la llamada de las horas.

 

Imagina que llueve como antaño

sobre la cara oculta de la Luna

y que germinan girasoles rojos

en todos los rincones del desierto.

 

Envía hasta mi suelo vacilante

los macizos silencios de la nada

que detienen el ritmo atormentado

del áspero delirio donde lloras.

 

Buscaremos a tientas un peldaño

en la escalera rota y, con fortuna,

desconcharemos nuestros ciegos ojos

que imploran a la vida un paso abierto.



José Antonio Ruiz Reina





[1]   Versión abreviada del poema. No aparecen las silvas en tridecasílabos, heptasílabos y hexasílabos, que hay entre los sextetos. En los sextetos usamos el siguiente patrón: 2 endecasílabos sáficos (acentos en 2ª, 4ª, 8ª y 10ª), un endecasílabo sáfico pleno (acentuado en 1ª, 4ª, 8ª y 10ª), un endecasílabo melódico corto (1ª, 3ª, 6ª y 10ª), un endecasílabo melódico puro (3ª, 6ª y 10ª) y un heptasílabo anapéstico (3ª y 6ª).

* Término creado por el poeta Antonio Carvajal en torno al cual se ha compuesto el poema.



La quinta en verde, José Antonio Ruiz Reina
De Belén Esturla


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