Para la sección de Editoriales amigas del blog Ancile, traemos el siguiente post, dedicado al poeta y querido amigo José Antonio Ruiz Reina, y su libro titulado La quinta en verde, primorosamente publicado por la Editorial Nazaríes, en su colección Daraxa. Porta un prologo riguroso y muy interesante para aproximación de los versos del libro, el profesor y crítico literario y musical, José Manuel Ruíz Martínez. El interior, como decía hermosamente editado, lleva unas preciosas ilustraciones de la artista Belén Esturla, que se acomodan como un guante a la edición. Tienen en esta entrada el prólogo, tres poemas escogidos y que reproducimos para nuestros lectores y alguna de las ilustraciones del libro. Recomendamos vivamente la lectura de, La quinta en verde, de José Antonio Ruiz Reina porque a través de la lectura de sus versos verán los fundamentos de un excelente quehacer poético que reafirma la poesía como un ejercicio de rigor y expresividad altamente creativos.
El libro se presentará en el Centro Artístico, Científico y Literario de Granada, en Calle Almona del Campillo, 2, 2º, de Granada, el día 18 de octubre del presente año a las 20.00 horas.
LA QUINTA EN VERDE,
DE JOSÉ ANTONIO RUIZ REINA
Arte poética,
lección primera:
cuerda y tijera.
***
Nada más bello, pues, que hacer un buen poema.
Los poemas se hacen, ¿verdad? […]
La palabra es un bien que se trabaja, gema
[…] que me exige precisa orfebrería.
***
Tal vez cordial o vano, tal vez il miglior
fabbro;
pero pocos entienden que en mis palabras labro
esa fosa con flores que llamamos poesía.
Antonio Carvajal
Conocí a José
Antonio rodeado de jóvenes que no llegaban a los treinta, cuando él pasaba de
los sesenta. Yo era el profesor de aquella clase (y en edad ando entremedias).
Y, sin embargo, en su mirada y en su sonrisa, también en sus intervenciones, a
tiempo o a destiempo, había algo indudablemente juvenil (de lo que a veces
algunos de los que lo eran carecían): el entusiasmo. Después de aquel curso,
aún a día de hoy seguimos enredados en cuestiones académicas, pero ahora,
además, somos amigos. Por ambos motivos, hemos hablado mucho de poesía, y de
poética; y de métrica, que es una parte de la poética, qué duda cabe, pero
también —y, a mi juicio, sobre todo—, de la retórica. José Antonio es una de
las personas que más sabe de métrica en España, cosa que él, cuando la lea,
negará con vehemencia (y se sofocará un poco), pero es verdad —otra cuestión es
que a veces necesite de alguien que embride sus entusiasmos métricos, como la
propia métrica embrida la efusión poética, lo que no deja de resultar irónico;
o poético—. Con estos mimbres, no es de extrañar que sea, quizá sobre todo,
poeta.
Por eso, tampoco es de extrañar que
acaso la principal característica de La quinta en verde sea la plena
conciencia poética de su autor. Sin duda, no se trata de un poemario ingenuo o
inmediato, tan en boga ahora. Y, sin embargo, no pierde la virtud de cierta
ingenuidad (o entusiasmo, en su acepción poética más precisa, la platónica) sin
la cual los poemas corren el riesgo de volverse meros artefactos retóricos. Por
lo mismo, no se trata tampoco de un poemario confesional, y, no obstante, al
terminarlo, podemos atisbar a través del espejo oblicuo de lo artístico algunas
de las preocupaciones vitales e intelectuales de su autor. Por tanto, en
realidad, La quinta en verde no consigue nada que no haga la buena
poesía; es decir: nada menos que no haga la buena poesía.
José Manuel Ruiz Martínez
De Belén Esturla |
LA SOLEDAD DEL YERMO (1)
...Y Góngora en el
cielo
En vano rasga su
corsé la noche
y el alba trata de incendiar
el sueño,
triste rescoldo de
una lumbre extinta,
más recuerdo del
fuego del infierno
que esplendor azulado
de cristales
en la entraña del
cielo.
Feroces aves en su
pico llevan
los negros trozos de
la carne muerta:
yace el que fuera peregrino
andante
ya en riberas o
en campos o entre selvas,
sin que quede memoria
de su paso,
desahuciado en la
arena.
Demonios verdes su postrer
aliento
escrutan antes que el
olvido llegue
y entran al íntimo
recinto intacto,
viendo el núcleo
secreto de su germen,
y descifran el rumbo del
viajero
encallado en la
muerte.
De nada sirve
registrar su alforja,
tampoco lleva faltriquera
al cinto:
solo las huellas de
su luz y sombras
marcan signos tan
leves e imprecisos
que el cronista se
trueca sin remedio
en artero adivino.
De Belén Esturla |
EXOSFERA
Se mueve el silencio hacia arriba
y borda en lo oscuro su esencia sin peso,
que sombra es de pluma reseca
y apenas si roza la piel de un ensueño
lejano y agreste
girando hacia el cielo en pos de la lluvia.
Retumba la ardiente sequía
que cae del sol
y anega los surcos con gotas de sed
y baña la tarde en sudor
al tiempo que filtra la luz con la rubia
calima de un lento desierto.
Qué lejos las horas del verde cantar
del sapo escondido,
qué hermosa la bruma del huerto mojado,
qué viva la lóbrega estrofa
de aliento cautivo
en tu alma terrosa de diosa mortal:
Humuvia...*
delirio incompleto del tiempo de ayer,
de pájaros puros con trinos en flor...
Ahora revivo las nieblas perdidas,
el lúgubre acento de un mundo feliz
de gozo y de llanto,
de oro y carmín,
que frota mi cuerpo cuando abro los brazos
y fuera diluvia.
De Belén Esturla |
ALLÁ
Supón
que no estás muerta en este instante
y que
tienes tu silla reservada
en
el centro del círculo imantado
que
gira a la llamada de las horas.
Imagina
que llueve como antaño
sobre
la cara oculta de la Luna
y
que germinan girasoles rojos
en
todos los rincones del desierto.
Envía
hasta mi suelo vacilante
los
macizos silencios de la nada
que
detienen el ritmo atormentado
del
áspero delirio donde lloras.
Buscaremos
a tientas un peldaño
en
la escalera rota y, con fortuna,
desconcharemos
nuestros ciegos ojos
que
imploran a la vida un paso abierto.
José Antonio Ruiz Reina
[1] Versión abreviada del poema. No aparecen las silvas en tridecasílabos, heptasílabos y hexasílabos, que hay entre los sextetos. En los sextetos usamos el siguiente patrón: 2 endecasílabos sáficos (acentos en 2ª, 4ª, 8ª y 10ª), un endecasílabo sáfico pleno (acentuado en 1ª, 4ª, 8ª y 10ª), un endecasílabo melódico corto (1ª, 3ª, 6ª y 10ª), un endecasílabo melódico puro (3ª, 6ª y 10ª) y un heptasílabo anapéstico (3ª y 6ª).
* Término creado por el poeta Antonio Carvajal en torno al cual se ha compuesto el poema.
De Belén Esturla |
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