viernes, 22 de julio de 2022

EL GATO

  Para la sección de poesía, traemos un nuevo poema inédito intitulado El gato, del libro Criaturas de Frontera, para la sección habitual de Poesía del blog Ancile.




EL GATO


 

El gato; Francisco Acuyo





CON razón el corazón
de los ancestros veía
en tus pupilas la luz
intrigantes de otra vida.
 
   Con razón la sinrazón
nos inquieta todavía,
si es su luz quien nos contempla
desde tus iris herida.
 
  Familiar el infinito
observas como a la orilla
del tiempo, donde la nada
al fulgor de tu pupila
 
    la eternidad se refleja;
iguales pero distintas
son la imagen y la luz
del reflejo en tu retina,
 
   que, en ellas, en movimiento
hipnótico se deslizan
cuando quietas para siempre
cruzan por la sombra efímeras.
 
   Si de martas aliñado
el lomo de pronto erizas
será  porque del trasmundo
se abre la puerta sombría;
 
  y si fruncido y mirlado
acicalas repentina-
mente el bonete, será
porque al fin la perspectiva
 
   del infinito quedó
bien trazada y reducida
en el mapa de tu lomo
que la grácil cola atilda.



 
 
Francisco Acuyo


 

 

   



El gato; Francisco Acuyo


 

martes, 19 de julio de 2022

SENTIDO Y SUFRIMIENTO

 Nuevamente insistiendo sobre el mal del sufrimiento traemos un nuevo post para la sección Pensamiento del blog Ancile, bajo el título Sentido y sufrimiento.


SENTIDO Y SUFRIMIENTO


 

Sentido y sufrimiento. Francisco Acuyo

La inanidad del ser existencialista (Camus y Sartre) está sugerida en buena parte por el dolor al que se ve abocado el ser humano, en principio, sin ningún sentido. En última instancia, el sentido del mundo o el de nuestra existencia misma, nos resulta inaccesible racionalmente. El dolor como constante en la vida de las criaturas acaso no debiera considerarse filosóficamente como algo del todo físico, si viene a considerar la imposibilidad de dar lógica al sufrimiento, y sobre todo, si el sentido de ese sufrimiento apunta más que al ser, al deber ser.

                La realidad del sufrimiento debe asumirse. Esta asunción es vital cuando la entendemos como la acción de trasformación del que sufre y cuya acción es amarga labor para la construcción del ser en el mundo, y la cual nos hace reflexionar sobre el para qué del sufrimiento que, en principio nos ha de llevar a otra aceptación fundamental, y es la de nuestra incapacidad intelectual de dar sentido al dolor, lo cual no significa que no lo tenga.

                Este suspense racional sobre el sentido del dolor implica necesariamente una proyección más allá de los sentidos y de la razón misma de su sentido último. Se dice que la trascendencia se sitúa entre el ser y la nada del dolor, para hacernos intuir que si nos trasciende es posible que sea. Aquí se nos plantea la naturaleza singular del tiempo como requisito básico para su comprensión, y es que el sufrimiento está siempre custodiado por el pasado, y en sus actas se refleja el carácter cíclico del mismo, y que la superación del tiempo será la superación del sufrimiento.

                Estas cavilaciones son las que nos llevarán, en nuestra insuficiencia, al fundamento del pensamiento trascendente (Wittgenstein) en el que creer en Dios es creer que la vida tiene sentido.  Es natural, siguiendo esta directriz de pensamiento, entender que si Dios es amor, y el amor es sufrimiento, el sufrimiento es la vía de percepción para una conciencia de lo trascendente.

                No debe resultar extraño establecer con esta disyuntiva de razón y pasión identificada en el sufrimiento, una genuina ontología del dolor, que a su vez nos impulse a un intuitivo conocimiento que nos trasciende en nuestra vulnerabilidad, endeblez e incluso en nuestra casi inconsistencia.

Sentido y sufrimiento. Francisco Acuyo

                El sufrimiento no puede considerarse como un epifenómeno de la conciencia, sino el sustrato capital de la misma conciencia que nos habla de la realidad hasta sus márgenes más diluidos o más oscuros e inaccesibles. Es verdad que con la contemplación del sufrimiento de las criaturas es desde donde  la compasión más sincera se hace evidente como conocimiento que trasciende el materialismo azaroso darwinista, donde todo carece de propósito, significado, conciencia e intención.

Nos habla de leyes naturales que acaso pueden sintetizarse en otras más profundas y que tienen que ver con lo más genuino de la conciencia, que se extrae del mismo sufrimiento universalque la conciencia interpreta, y en cuyos patrones más íntimos se edifica lo verdaderamente creativo, que viene a identificarse con los símbolos más arraigados de nuestra mente, no solo para dar sentido, sino para crear un mundo mejor en el que realizarnos como entidades conscientes. Resorte sincrónico que conecta el mundo más allá de las convenciones físicas del tiempo y el espacio.

Convenciones que habría que añadir a las del pensamiento discursivo a la búsqueda de utilidad frente a la importancia de la quietud y la contemplación, que conlleva la recepción ya aceptación del sufrimiento. El análisis lógico y el cálculo de resultados se ven destruidos ante la irrupción del sufrimiento que suplica por una contemplación que nos lleve a una estimación profunda del significado de la existencia, y que no quiere resultados finalistas, porque esa aspiración a entender el sufrimiento es un fin en si mismo.

 


Francisco Acuyo

 


Sentido y sufrimiento. Francisco Acuyo


jueves, 14 de julio de 2022

FE, CIENCIA Y CONCIENCIA DEL SUFRIMIENTO

 Abundado sobre la cuestión del sufrimiento, traemos este nuevo post para la sección Pensamiento del blog Ancile, y esta vez bajo el título: Fe, ciencia y conciencia del sufrimiento.


FE, CIENCIA Y CONCIENCIA

DEL SUFRIMIENTO 


Fe, ciencia y conciencia del sufrimiento. Francisco Acuyo


Si, como decíamos en la anterior entrada, Dios es la coicidentia oppositorum (Nicolas de Cusa), ¿por qué dicha coincidencia de opuestos resulta tan trascendental para el entendimiento del dolor? Es más, ¿por qué Dios ha de identificarse en la coincidencia frontal de los contrarios? En primer lugar, tendríamos que hacer un inciso, creo que fundamental, y que tiene que ver con la misma palabra Dios: es cierto que pocas formas lingüísticas que acompañan signos, conceptos y significados ha sido tan manipulados, manoseados y, finalmente, controvertidos; seguidamente, atender a la naturaleza de esa oposición es en realidad la vocación de unidad de la dualidad querida por Dios, que emparenta con el concepto platónico (andrógino y hermafrodita) que acaso debe entenderse más bien como complementario. Así, si Dios es amor, debe contener, como decíamos, el deseo, el apego a lo amado, siendo el amor el que atrapa al alma y la lleva al sufrimiento por nada dura, ni el amor mismo, y acaba manifestándose en forma de caos o de discordia; por lo que será le caos el que en realidad y en el fondo la libera; y que el amor es la ilusión que nos ofusca y nos esclaviza en lugar de liberarnos y nos lleva a una incierta y extraña lucha contra Dios, parece algo bien claro, sobre todo cuando se manifiesta este dolor en el momento en el que no podemos aceptar el sufrimiento del inocente, que no puedo aceptar y desde luego creer que provenga de un Dios de bondad.

La naturaleza de la fe (credere, cor dare) es puesta en entredicho, o acaso se ve puesta en duda si atendemos a la etimología griega pisteuein, si la fe es tener algo como verdadero, lo cual implica a aquel razonar con la pasión que atribuíamos al sufrimiento en la anterior entrada y que nos lleva a una profunda paradoja. No será la primera vez que nos encontremos la visión contradictoria del sufrimiento como vía de realización personal[1], si es que a través de aquel y de su fracaso se entiende una manera muy sustancial de aprendizaje. En cualquier caso, la desesperación que conlleva el sufrimiento, sin embargo, puede conllevar la esperanza que nos invita a una especie de optimismo que dicta mucho de ser metafísico, si no trágico.[2] No obstante, es inevitable encontrar dudas razonables ante esta pasión optimista fundamentada en la tragedia.

Fe, ciencia y conciencia del sufrimiento. Francisco Acuyo

Así las cosas, es también inevitable preguntarnos si en verdad, tiene algún sentido el dolor y si es posible compaginar una justificación del mismo entre la razón de una lógica y la pasión de la fe y de la esperanza. Decía Lapide[3] que más que contradicción debíamos entenderla como interacción singular donde el homo sapiens llega a realizarse como homo patiens a través del dolor y del fracaso. Sin embargo, queda para muchos en el aire el sufrimiento de los inocentes y de los justos que, a no ser por una vía del todo inconsciente, pone en duda cualquier acercamiento a un razonable sentido de su sufrimiento.

Decíamos que el amor (y acaso este encarnado en entidad divina) son la constatación de su existencia en virtud del sufrimiento que conlleva. El amor nos lleva a apegarnos a quienes amamos, aún sabiendo que habremos de perderlos, por lo que filosofías como el Budismo invitan al reconocimiento de la verdad del sufrimiento a través de ese apego y nos conmina a despegarnos de todo, pero, ¿no será esta petición algo que no es propio o asequible para el ser humano?

Si recordamos a Blaise Pascal o a Nietzsche  que ponían énfasis en la necesidad de la superación de ser humano, quizá encontremos una senda de entendimiento extremadamente sutil para la superación de la humanidad a través de la esperanza, porque no ha de contentarse con lo que es, sino la de ser mucho mejor y con ese afán cambiar el mundo.

        ¿Será esta aportación intelectual, pero también emocional, una vía de entendimiento a la realidad del sufrimiento? Indagaremos sobre este punto más adelante en la próxima entrada del blog Ancile.

 

 

Francisco Acuyo



[1] Frankl, V. y Lapide, P.: Búsqueda de Dios y sentido de la vida, Herder, Barcelona, 2005, pág. 111.
[2] Ibidem, pág. 112.
[3] Frankl, V. y Lapide, P.: pág. 114.



Fe, ciencia y conciencia del sufrimiento. Francisco Acuyo

martes, 12 de julio de 2022

RETRATOS DE FUEGO SOBRE EL AGUA, DE LAURA LINARES, CON POEMAS DE FRANCISCO ACUYO

 Bajo el título de Retratos de fuego sobre el agua, se editó el libro catálogo de acuarelas de la artista Laura Linares, con poemas de Francisco Acuyo para la ocasión. Recoge personajes que de una u otra manera tuvieron que ver con el primer Concurso de Cante Jondo de Granada, cuyo centenario se celebra este año 2022. Se hizo presentación del mismo el día 7 de julio en la Fundación AguaGranada, aprovechando la presentación de la exposición de sus acuarelas, que permanecerán hasta finales de este mes julio. Ofrecemos para la sección Editoriales amigas del blog Ancile una muestra de los extraordinarios retratos y alguno de los poemas que contiene dicha publicación. Además, esta edición singular porta un archivo NFC y su correspondiente código QR para acceder a dichos contenidos en una espléndida exposición virtual totalmente interactiva por parte del fotógrafo Juan Francisco Navarro. En este post estarán los enlaces de dicha exposición como muestra de la excepcionalidad de dicha publicación. Añadimos un fragmento del prólogo de la publicación. Para visualizar la exposición virtual sólo tiene que clicar en el enlace del inicio y final de la entrada que indica "Exposición virtual". Podrán interactuar en ella, escuchando música, viendo con detalle los cuadros, accediendo a los poemas escritos o escuchando recitados por el autor...




 EXPOSICIÓN VIRTUAL



Retratos de fuego sobre el agua,  Laura Linares y Francisco Acuyo
Federico García Lorca



RETRATOS DE FUEGO SOBRE EL AGUA

DE LAURA LINARES,

CON POEMAS DE FRANCISCO ACUYO



Retratos de fuego sobre el agua,  Laura Linares y Francisco Acuyo
Manuel de Falla



En atención a los honrados límites que merece cualquiera elogio, y con el fin de no rebasar los linderos de toda discreción, por un instante, sin embargo, hablaremos de la lírica herencia musical de aquellas primitivas estirpes, cuyo influjo sustancial y profundo en la memoria de no pocos y aún muy bien avisados permanece. Persiste, digo, en la evocación de los que, primero en aquellos felices momentos de 1922, y después, por todos los que aún lo seguimos con gozo rememorando. Pero, si prestamos atención, no será un instante en realidad posible para disertar de algo que tiene cualidades perennes y de plenitud verdadera. Testimonio (de autoridad) de todo ello darán visionarios como Falla, Albéniz, Glinka, Granados, Ángel Barrios, Lorca,… directamente; de forma acaso indirecta Rimski Korsavov, Borodín, Balakiref, Strawinski, Debussy, Ravel… pero todos ellos igualmente nos hablan de una cima músico creativa que presiente el misterio de las primeras edades. Esto será así porque en verdad este canto se acerca a las músicas naturales del bosque y de la fuente. Mérito acreditado por si propio tendrá esta música, cuya legitimidad queda acreditada, además, por la altura de aquellos que la cantaron, estudiaron y defendieron hasta la fecha. Este canto enigmático primitivo, de lo más arcano y antiguo de Europa, lleva desnuda y escalofriante la emoción de las primeras razas orientales, cante que mueve fascinación en las formas, patetismo en los tonos, hechizo en los modos, singularísima modulación y otras bellezas musicales de las que es dueño incuestionable.





Retratos de fuego sobre el agua,  Laura Linares y Francisco Acuyo
Silverio Franconetti


RETRATOS DE FUEGO SOBRE EL AGUA

 

 

Para María Laura Fernández Linares,

por su colección de acuarelas

 para la Fundación aguas Granada

 

 

 

 

   MISTERIOSAS estirpes

contemplan el reflejo

primordial donde suena

la luz del pensamiento.

 

   Un fondo musical

fuera vibra del tiempo:

los acordes del agua

arden en el espejo

 

   sobre imagen eterna

que retrata por dentro

al agua y al fuego activos

con su canto dilecto.

 

   Criaturas son de humano

rostro y espíritu angélico 

en cuya refracción

un espacio sin término

 

  concreta cuando abren

al infinito un gesto.

Húmeda arde la luz

sobre un agua de fuego.

 

   La sombra del retrato

proyecta acaso el vértigo

interminable sobre

la luz de lo concreto.

 

   Fecundo ritmo antiguo

en lo alto ya dispuesto

de los árboles mueve

un abismo en el viento

 

   que exhala para siempre

en lo hondo primigenio

y perfila una luz

en sonoro silencio,

 

   o un instante de luces

que, con figuras dentro

de un fondo musical,

fuera vibra del tiempo.

 



Retratos de fuego sobre el agua,  Laura Linares y Francisco Acuyo
Fernando de los Ríos



EL SOL DEL NARANJO

 

 

 

 

    LAS hojas del naranjo

se cimbrean al sol:

al destello, la brisa,

suena resplandor

rítmico entre las frondas,

reluciente región

del jardín que resuena

reluciente candor.

Las hojas del naranjo

se cimbrean al sol.


 

Retratos de fuego sobre el agua,  Laura Linares y Francisco Acuyo
Manuel Ángeles Ortiz




ROJA RESONANCIA

 

 

 

 

  LA tarde declina

trazando una estampa

de música ardiente

y roja asonancia.

 

   Por la lejanía

los rosales cantan

a un cauchil que escucha

rojo en la distancia.

 

   Luces primitivas

suenan cuando canta

por las cuevas rojas

roja resonancia.

 

   La noche, sepulcro

de la tarde, clama

por la injusta sangre

de luz derramada.

 

   El último pájaro

del árbol mudanza

hizo por vestir

de estrellas las ramas.

 

   Las estrellas, signos

de misterio trazan

con líneas de tiza

blanca resonancia:

 

    la alberca la luna

refleja en el agua.

El mirto ilumina

con su aroma el alma.




Retratos de fuego sobre el agua,  Laura Linares y Francisco Acuyo
La gazpacha






Retratos de fuego sobre el agua,  Laura Linares y Francisco Acuyo















EXPOSICIÓN VIRTUAL






RAZONAR CON LA PASIÓN: EL SUFRIMIENTO

 Traemos a colación nuevas aproximaciones en forma de adenda a la temática del mal, del dolor o el sufrimiento en el mundo, esta vez bajo el título: Razonar con la pasión: el sufrimiento, y todo para la sección de Pensamiento del blog Ancile.



RAZONAR CON LA PASIÓN:

EL SUFRIMIENTO



 

Razonar con la pasión: el sufrimiento; Francisco Acuyo

 

PORQUE acaso razonar con la pasión sea dialogar (reflexionar, aprehender) y discernir algo sobre el mal del sufrimiento, será mediante dicho diálogo que se revele una acción paradójica, por la que no debe resultar extraño pensar el sufrimiento como una suerte de incubación, en el sentido greco latino clásico, pues en virtud de esas meditaciones nos vemos embarcados en un viaje que tiene todos los visos de iniciático a una dimensión mal apercibida y mucho peor aceptada. Podemos constatar, además, que aquél que habla con sabiduría del dolor, pasa por ser para quien lo escucha un terapeuta sanador a la guisa del iatromantis profeta, capaz de curar el mal a través de su enigmática y paliativa ciencia. En cualquier caso indagar sobre el sufrimiento es tarea cuya noción científico explicativa es harto difícil, aunque sea esta fundamental para intentar llegar a su comprensión desde esta óptica metodológica. Pero la visión o contemplación que atañe a los dominios del significado y por tanto a su comprensión a la que ya Dilthey hacía clara referencia y ya en ámbitos caso menos intricados que el del mismo y siempre subjetivo pero universal sufrimiento.

                La recepción o captación y posterior aceptación del sufrimiento son los primeros pasos para llevarnos a la senda de la quietud, que a su vez nos transporta, de manera no menos extraña y paradójica al fin del pensamiento, acaso también del mismo sufrimiento, pues una vez que lo has tocado no hay división, nada desgarra tu corazón, pues no conoce separación alguna.[1] Y es que en verdad el pensamiento cuando analiza separa, escoge, reúne lo vivido para comprobar que el dolor todo es su acervo dividido.

                Afrontar el dolor y su sufrimiento es vital; su huida lo acrece y agrava a través de una sensación que puede que no sea nada más que la existencia mirándose así, por separado, en sujetos y objetos. Pero si vivimos su experiencia como totalidad una y plena, no hay ausencia, ni ruptura, ni

separación; es la prueba de fuego de nuestra percepción, inteligencia y experiencia para contrastarla con el ser verdadero.

                La percepción del sufrimiento es caer en la cuenta de nuestra indefensión e incapacidad mortal de ir más allá del mismo sufrimiento existencial, Este caer en la cuenta fundamental de nuestra insuficiencia ante lo que es más grande que nosotros mismos. La razonable y lógica propuesta ante la pasión es el resultado del mayor sufrimiento y su fin, en aparente y flagrante contradicción no acabe tanto con el amor ansiado sino con el caos en el que se inició todo en el mundo, si es que en verdad el amor es el poder que atrapa el alma y la Discordia el que lo libera.[2]

                Todo lo que una vez fue inmortal, de pronto se convirtió en mortal (Empédocles), y todo en virtud de la potencia que lleva a la encarnación, es decir, el amor, si es que el amor es quien diseña nuestros efímeros cuerpos,[3] y a través del deseo se manifiesta como verdad revelada el sufrimiento que conlleva capcioso el amor como ingenio que nos hace estar a merced de su apatê (engaño).

                Parece que la manera de evitar el sufrimiento radica en reconocer el engaño cuyo producto más sofisticado somos nosotros mismos, seres que sufren y experimentan en el dolor de la existencia. Esta superación del engaño es la atención sobre la superación del dolor que sobreviene cuando mueres antes de la muerte, que es entender que el mal. Como fuerza terrible disruptiva, puede servir al bien usada adecuadamente.

Pasión y razonamiento, es una muestra paradójica de la coincidentia opositorum que Nicolas de Cusa atribuía nada menos que a Dios, y donde Éste tiene una plena identificación con el sufrimiento. Veremos en próxima entrada estos atributos y relaciones en principio tan heterodoxas.

 

 

 

Francisco Acuyo

 



 

[1] Oráculo de Apolo en Anatolia

[2] Kingsley, P.: Realidad, Atalanta, Gerona, 2004, pág. 389.

[3] Ibidem, pág. 396.



Razonar con la pasión: el sufrimiento; Francisco Acuyo


jueves, 7 de julio de 2022

ALMA, DE FRANCISCO ACUYO, EN VERSIÓN DE ALFREDO ARREBOLA

 He querido seguir el homenaje a nuestro querido amigo Alfredo Arrebola, recientemente desparecido, trayendo para la ocasión la versión que hizo del poema Alma, del libro Pan y leche para niños, dentro de la sección de Poesía del blog Ancile. Bellísima canción que acompaña a la guitarra el maestro Ángel Alonso, y que se encuentra en el disco La mano del tiempo, y que tuvo a bien musicar  algunos poemas de dicho libro. Va el poema ,y abajo, al final de la entrada, el lugar donde cliquear para escuchar la hermosa canción. 


Alma, Francisco Acuyo




ALMA



 


Alma, Francisco Acuyo






                                                                               Para Laurita, pequeña

 

 

   SOBRE la luna laurel

de lirio y nardo la plata,

si sueño apenas de flores,

entre algodones pintaba.

 

   Sobre la luna, mi niña,

de azucenas y de nácar

la mariposa de amor

leve desliza sus alas.

 

  De la noche y sus colores

finge otra flor enojada

y en tus pupilas, espejo

absorto, se observa el ámbar.

 

    Mi niña, sombra el fulgor

lleva rutilante al alba,

rincón donde eternidad

efímero huella dejara.

 

Mas es preciso que sepas

de donde la luna su agua

de vida (para la flor

que el mundo aroma) tomaba:

 

  De la fuente que en la noche

pura para la esmeralda,

mi niña, de tus pupilas,

siempre inmarcesible mana.

 

  La luna (en su halo) le pinta

invisible al laurel: aura,

que colorea su nombre

con los pinceles del alma.




De Pan y leche para niños, 3ª edición, Entorno Gráfico Ediciones, Atarfe, Granada, 2016,  colección El torno Gráfico nº11, pág 66.









Alma, Francisco Acuyo






lunes, 4 de julio de 2022

SEGUNDA CARTA A DOLARIA, POR ANTONIO CARVAJAL

 Hacemos puntual entrega de la Segunda carta a Dolaria, enjundiosa y avisada como acostumbra nuestro querido amigo, excelso poeta y sabio metricista Antonio Carvajal, para la sección De la Métrica Celeste del blog Ancile. 


SEGUNDA CARTA A DOLARIA, 

POR ANTONIO CARVAJAL



Segunda carta a Dolaria, Antonio Carvajal



Desde que el castellano tiene gramática escrita hay constancia de que la mayoría de nuestros doctos teóricos del verso tienen tendencia a olvidar que los poemas se pueden hacer con la lengua viva que se habla con el vecino, con la lengua agonizante que se estudia y practica con los colegas, con lenguas o jeri-aprendidas-ronzas, etc., y que cada lengua es una materia moldeable según sus características. Hay una fuerte diferencia entre la versificación con el griego y el latín, basada en la combinación de sílabas largas y breves, y la castellana fundada en la combinación de fuertes y débiles. En latín y griego cuentan que había sílabas tónicas y átonas cuya intensidad mayor o menor no decidía la formación del verso; en castellano, en cambio, nos trae sin cuidado la longitud de las sílabas, pues largas o cortas las estimamos iguales aunque a veces se perciba bien la cantidad de tiempo que se emplea en pronunciarlas, tanto que nos quedamos tan panchos al no contar al final del verso esdrújulo la sílaba postónica, rápida y brevísima, y al darle doble valor a la tónica final de verso agudo, de donde se deduce que “todo verso castellano se mide como llano” y que “todo verso francés agudo es”, lisa y llana convención métrica, como una convención de sastres sisadores que convencen a sus clientelas de que el geme y el palmo son iguales. Al caso: si en latín y en griego una sílaba larga vale dos tiempos y una síl
aba breve vale uno, el hexámetro clásico dura 24 tiempos, en tanto que el análogo romance vale 17; para disimular la sisa se tiende a confundir con apariencias de distinción y llamamos cláusulas a las combinaciones de sílabas castellanas que nos parece que se parecen a unas sílabas escritas en otra lengua que pocos saben pronunciar y muchos menos saben oír. Pero pasar por latino (¿ladino?) sigue dando prestigio, y decimos que tónica más átona hace troqueo, v. gr. monja, y jamón da yambo (Góngora hizo el famoso palíndromo “tordo doctor”). Mentira secular que no sabemos cuántos siglos más va a durarnos.
Segunda carta a Dolaria, Antonio Carvajal
Gregorio Silvestre

Todo esto viene a cuento de que Pedro de Cáceres afirma que Gregorio Silvestre fue el primero en ajustar en España el endecasílabo por yambos, pero sin decir en qué consiste ni aducir ejemplo alguno aunque, eso sí, remite a Cristóbal de Castillejo, lo acusa de no saber distinguir once de doce y duda de los endecasílabos de Juan de Mena. Y aquí se arma el verdadero lío. Pues como no hemos oído hablar ni a griegos ni a romanos ni a castellanos del siglo XV, ¿cómo mediremos esta estrofa de Mena (que cito por la edición de 1566 en Alcalá y en casa de Juan de Villanueva y Pedro de Robles, en vida, pues, de Gregorio Silvestre y, por tanto, quizá al alcance de Pedro de Cáceres) y que leída con los hábitos de hoy nos da endecasílabos?




11        Vi luego los montes hyperboreos                    1-2-5-10

            armenia y scythia con toda albania                 

11        y aun por cuanto prolixo seria                         2-4-7-10

11        dexo mas otros rincones de hebreos               1-2-4-7-10

de los capadoces y los amorreos 

11        y de nicea do juntada fue                                 4-(6)-8-10                              

la synodo santa que libro la fe,

11       de otros peores que los manicheos                   1-4-10

 

Deduzco que el primer verso es endecasílabo porque no debe haber hiato en el diptongo romance -ue- y la consonancia pide -éos, como “seria” consuena en -ía con “Albania” (ojo, que podría ser rima al ojo, como las hay en Dante, y consonancia en caída como en otros casos propuse tiempo há, pero no); y en cuanto a los dos versos que no he señalado como endecasílabos, al sétimo basta con aplicarle la pauta de Nebrija de suprimir la primera sílaba de uno de los dos hemistiquios, preferible la del primero, y en los tres versos finales aplicar la “compensación” del verso agudo con la sílaba del siguiente, como se trampea con las coplas de Manrique (correctamente, dicen), así:

y de nicea do juntada fue__la                          4-(6)-8-10

synodo santa que libro la fe__de                     1-4-8-10

otros peores que los manicheos,                     1-4-10

Segunda carta a Dolaria, Antonio Carvajal
Cristobal de Castillejo
con lo que evito el hiato “de-o”, necesario para que suene el dodecasílabo docesiglero, y mantengo el diptongo de “fue”, de acuerdo conmigo mismo al medir “luego”, hago las sinalefas como si el texto fuera de hoy (ya/ún) y me quedaría sin resolver el 2º verso, si no fuera porque tengo amigos nacidos y hablantes y poetas en comarcas de la antigua corona de Aragón que hacen sinalefa con la conjunción “y” medial entre vocales al pronunciarla casi como una e muy tenue. O sea, mi querida Dolaria, que si me lees con el respeto debido a mis años y con la fe con que solemos venerar a los extranjeros que se inventan los metros de Berceo, Mena y todos cuantos tuvieron pluma en mano antes de Garcilaso, Juan de Mena escribió muchos endecasílabos entre los que hay algunos que pasarían por yámbicos.

Y aquí vuelvo a Pedro de Cáceres, que aduce un elogio de Barahona de Soto a Gregorio Silvestre sacado de los tercetos de su epístola al poeta organista y que inserta en esa su edición tan estupenda que a veces tiene aspecto de olla podrida (el potpurri, que a muchos nos sabe muy bien). Barahona y Cáceres atribuyen a Rodríguez de Mesa (más conocido por sus nombres de pila, Gregorio Silvestre, como le pasaba a mi amigo Manuel Urbano) la novedad de “poner medida en los versos toscanos que hasta entonces no se les sabía en España”. Y pues ya estaba España sembrada de versos con su conteo ajustado de once sílabas, por todas partes y en sus diversas lenguas, en la corona de Aragón desde Asías March, en la de Castilla desde Íñigo López de Mendoza, en la de Portugal por lo menos desde Sá de Miranda, y en Italia Pietro Bembo implantaba por modelo a Petrarca, la novedad yámbica que Barahona de Soto y Pedro de Cáceres celebran como primicia en Gregorio Silvestre no deja de tener su mérito. Contar sílabas con los dedos y al llegar a 10 poner en tal posición una con acento demuestra que se sabe enumerar, pero no supone que la línea así marcada merezca el nombre de “frase música” que usaba Miguel Agustín Príncipe para solucionar el problema de qué hacer con la sílaba (o dos)  átona final, aunque no supiera evitar el enojo del antecompás, la anacrusis que no acaba de convencer pese a la autoridad de Navarro Tomás y el antecedente de Nebrija. Así que lo fácil es decir que el ritmo del verso español es yámbico o trocaico según las trampas que hagamos, si no nos da por el dáctilo o el espondeo de las gaitas , que tampoco tenemos muy claro el pito que cada quién sopla.

 Barahona de Soto explana méritos de su venerado poeta (y músico de tecla) para culminar

                                   [en] que por vos los versos mal ligados           4-6-8-10

                                   de la española lengua e italiana                        4-6-10

                                   serán con la medida encadenados.                  2-6-10

¿Dónde está la buena liga de los versos de Barahona? Los números lo cantan, en la acentuación permanente en 6ª y 10ª. ¿Qué hacemos con los acentos de 2ª, 4ª y 8ª? Declararlos armónicos, ajustados a cadencia y, en definitiva, eurítmicos. ¡Pero no hay ningún yambo! Sí los hay, por ejemplo, en este soneto del celebrado maestro:

 

Ausente yo de vos los elementos

y los que no lo son me hacen guerra,

amor, infierno, cielo, mar, y tierra,

inventan para mí nuevos tormentos.

 

La vida se me pasa en pensamientos,

no veros es el mal que más me atierra

deseo me consume, y me destierra;

por vos me hace amor beber los vientos.

 

A mis orejas oigo: ¡qué mancilla

haber aqueste mozo enloquecido,

que tan perdido anda y tan penado!

 

Respondo yo que en mí no es maravilla

que estoy ausente yo, y de amor herido

de quien tiene de mí poco cuidado.

(Silvestre, 360v)

Subrayados están, marca con el pie o con la mano la pares y lo comprobarás por tres sentidos al menos (la vista que lee, el oído que recibe, el tacto del golpeo). Esta prueba sensorial demuestra que la poesía es materia, digan lo que digan los demás.

Me quedaría tan pancho diciendo que, como anotó Paul Valéry antes de recuperar el decasílabo francés (idioma donde es modelo el verso macho<masculo) las cadencias básicas son 4+4+2 y 6+4, por lo que se admiten como armónicos (ajustados a medida) los que presentan las cláusulas 1+3 y 2+2 (=4), 1+5, 2+4, 1+3+2 y 3+3 (=6 ). Y este ajuste de cuentas nos lleva a preguntarnos por qué se considera antirrítmico el acento de 7ª en el endecasílabo, pues si todos lo llevan es armónico y si contrasta con uno de 6ª también lo es, aunque el dáctilo genere una contracadencia del yambo, como hace el gran ajustador de medidas Gregorio Silvestre en el soneto transcrito, versos 4º, 12º y final, pues son versos susceptibles de considerárseles bimembres, de modo que el primer braquistiquio sea agudo, con acento en sexta, y el segundo presente una de estos tres aspectos: 0+4, 2+2, 3+1.

Cuando te plazca hablaremos del endecasílabo gongorino con esquema 1+5 / 3+1, o sea, el de acento en 9ª. Será cuando me lo pidas y te complaceré con gusto para que bufe o “brame el eunuco”.




Antonio Carvajal

 



Segunda carta a Dolaria, Antonio Carvajal