Algunas reflexiones sobre lo irracional en poesía, para la sección, Pensamiento, del blog Ancile, bajo el título general de, Lo irracional poético y el sustrato del infinito.
LO IRRACIONAL POÉTICO
Y EL SUSTRATO DEL
INFINITO
Al igual que la música, el ritmo –la eufonía- del verso se sustenta en
el silencio que, en definitiva, está antes que cualquier sonido. El valor
métrico es fundamental en el poema, como también lo será su significado, el
cual, a su vez, estará inevitablemente trabado a la ausencia del mismo. Como
aquello que es perceptible claramente, lo estará a lo que no es visible.
EL
sustrato lógico racional del discurso lingüístico, así como el del literario
obedecen a unos principios de orden (gramatical, sintáctico), sin los cuales su
alocución podría ser ininteligible. En el caso de la poesía, estos principios
lógico conceptuales y de referencia concreta no son, sino del todo
imprescindibles, sí variables y en contradicción real o aparente con ellos. La
cuestión es que los significados poéticos, en muchos casos, trascienden la
conformación lógico racional del concepto, y se extienden a los ámbitos de lo
irracional y lo simbólico.
De
manera análoga a lo que acontece en matemáticas, cuando esta nos dice que: la verdad conforme a la cual nada existe
salvo lo que es actual parecería contradicha por una circunstancia: la
existencia de los números irracionales[1],
sucede en la poesía. El irracional irrepresentable mediante el número entero,
parece hijo del azar o, mejor aún del caos. La imposibilidad de representación,
nos recuerda al momento irracional del poema, pues se
sitúa más allá del
discurso lógico conceptual, si origen o matriz de una realidad distinta o mucho
más amplia.
La irracionalidad del número dícese que no
tiene realidad actual porque no puede ser mostrado el infinito conjunto de
todas sus cifras. La irracionalidad poética tampoco puede ser descrita en tanto
que se alimenta de la viva realidad de lo inconsciente, lo orgánico, lo vivo,
lo simbólico irreductible a una razón actual o referente o a un orden cósmico
numérico sujeto a una ley o medida cifrable. La poesía vive el número como la proporción en lo diverso[2]
que interacciona entre el límite de lo medido y el infinito de lo creativo
inconmensurable, que se resiste a una concreción definitiva.
El
límite y lo ilimitado conviven en la poesía como principio ineluctable,
amparado este siempre en lo indefinido, si es que en verdad es potencia
creativa, continuo que fluye a través
del número (métrico) y la razón gramatical (sintáctica), aunque en realidad sea
imposible computar el infinito, si es que el continuo es innumerable.
Acaso
sea la poesía el ámbito en el que mejor se puede contemplar que, la relación es el vínculo de las cosas[3],
porque en verdad es el en continuo donde se produce la genuina poiesis y donde la paradoja, la
ambigüedad, la relación entre contrarios es más evidente y, al tiempo, más
invisible y donde el misterio del infinito se hace más innegable y real, aun
cuando no sepamos describirlo con la herramienta de la dialéctica, de la razón
y la lógica.
La
palabra poética es la transcripción más genuina del infinito en tanto que aúna
la razón delimitadora del número y sus límites, y el símbolo irracional donde
lo ilimitado habita y se hace acción. Seguiremos abundado sobre esta y otras
cuestiones afines en próximas entregas del blog Ancile.
Francisco Acuyo