viernes, 15 de agosto de 2025

PANCRATIUM MARITIMUN, AZUCENA DE MAR, DE ANTONIO CARVAJAL.

 Para la sección de Poesía del blog Ancile traemos el poema de Antonio Carvajal que lleva por título: Pancratium Maritimun, Azucena de mar, con un comentario de Jesús Cabezas como antecedente del poema y las fotos.



PANCRATIUM MARITIMUN,

AZUCENA DE MAR,

DE ANTONIO CARVAJAL



Pancratium Maritimun, Azucena de mar, Antonio Carvajal


 
Efectivamente, así eran. A ver si les tiro una foto a unos ejemplares que crecen por donde paseo a la caída de la tarde en la Cagaílla y te la mando. Es la pancratium maritimun o azucena de mar. Don Manuel González Ligero, quien fuera profesor de la Escuela de Artes y Oficios y un gran imaginero, la llevó a la alegoría del retablo del Santuario de la Virgen de la Cabeza donde se produjo el milagro de la playa de las Azucenas.

 

Jesús Cabezas


Del mar la mece el rumor,

le da la espuma su albor,

halla en la arena frescor 

y es la duna 

su muelle y movida cuna,

de las rocas ruiseñor.

 

No has de llamarla pancratia, 

puedes llamarla pangracia

pues tiene todas las gracias 

que se piden a la flor 

y es de la mar ruiseñor.

 

 

 

 

Antonio Carvajal





martes, 12 de agosto de 2025

CONCIENCIA Y NÚMERO POÉTICO

 Abundando y reflexionando sobre cuestiones numéricas y poesía, traemos una nueva entrada para la sección de Ciencia del blog Ancile, que lleva por título: Conciencia y número poético.



CONCIENCIA Y NÚMERO POÉTICO



Conciencia y número poético. Francisco Acuyo


La ratio y la oratio, el logos y el discurso, en poesía, pueden describirse como  axiomas indemostrables, o como la salvación de la devastación del lenguaje anunciado por Heidegger[1] por influencia, hoy, sobre todo, de la ciencia[2] y sus derivadas tecnológicas, que ignoran o eluden el enigma inicial de toda conciencia que se expresa mediante palabras, y cuyo misterio debe mantenerse y custodiarse (Parménides).

El número poético se coloca en el origen mismo de la conciencia y del pensamiento, como aquel legein (decir o hablar) que dispone al ser para revelarse en el mundo del lenguaje primero como pura designación.

El número poético puede considerarse como teorema de equivalencia que unifica todas las cosas que inciden entre la proporción y lo diverso[3] mediante la analogía, es decir el número poético (métrico -rítmico, Juan Caramuel-) debe entenderse como analógico, es decir, de proporción matemática. Se me antoja que el metro o medida del verso es un cálculo de razones donde la proporción se realiza de manera más idónea (eufónica, expresiva…) para intentar un sentido de las cosas.[4] ¿Son las razones poéticas razones numéricas que expresan la esencia misma de las cosas?[5] ¿Es la poesía y su estructura numérica la que demuestra que el alma posee los principios lógicos de todas las cosas y actúa de acuerdo con ellos, tanto cuanto ella misma se orienta hacia las cosas en su interior?[6] 

Conciencia y número poético. Francisco Acuyo
El caso es que que la poesía y su estructura numérica traducen como en pocos lugares puede hacerse la afinidad entre matemáticas y dialéctica, más allá del concepto filosófico, ya que participa de las leyes intrínsecas del número y de la aritmética,[7] aunque el desvío de la norma nos muestre la inconmensurabilidad de sus magnitudes, que pueden, en ocasiones, vincularlo a la irracionalidad numérica.[8]

Una de las vinculaciones más fascinantes deducibles del logos poético es la de su relación con el logos de lo divino, ya que cuando es verdadero se le considera por ricas y diversas tradiciones como revelación. Esta revelación algorítmica del número poético debe tomarse con cuidado, ya que su medida y cálculo no son mecánicos, pues traza equidistancia entre su aspiración trascendente y los acontecimientos en constante cambio que ofrece la naturaleza humana; esta podría ser otra de las evidencias por las que considero la poesía una ciencia de la paradoja: se mueve entre oscilaciones y variables constantes.

La poesía elabora en el proceso de su discurso la palabra eficaz para hacer posible una verdad plena y realizadora, es decir, plenamente creativa, pero en su claridad demostrable no renuncia a la profundidad de un lenguaje que se hunde y aspira (en) lo trascendente. El número poético está íntimamente relacionado con el significado de su discurso. Por todo esto es por lo que el número en poesía está vinculado con la sabiduría, si esta, a su vez, a los números y a las relaciones que indagan más allá de las mismas percepciones, las cuales trata de ajustar al número. Este saber establece una interconexión forzosa que se refleja en todo ejercicio creativo, si es que el número y la proporción son potencias precisamente de lo creativo.



Francisco Acuyo




[1] Heidegger, M.: Cartas sobre el humanismo, Pág. 19.
[2] Zellini, P.: ob. cit. Pág. 109.
[3] Acuyo, F.: ob, cit.
[4] Platón, Timeo,
[5] Proloco: Theologia platónica III.
[6] Porfirio: Sentencias, XVI,
[7] Zellini, P.: ob. cit. 153.
[8] Acuyo, F.: ob. cit.




Conciencia y número poético. Francisco Acuyo


viernes, 8 de agosto de 2025

DENTRO DE MI TELESCOPIO

 En estos día de verano y de observación astronómica, he resuelto algunas de las observaciones con una serie de poemas, de los cuales expongo alguno para la sección de Poesía del blog Ancile, este en cuestión lleva por título: Dentro de mi telescopio, dedicado al fotógrafo Leonardo Lázaro y a la artista Mª Ängeles Lázaro Guil, madre del primero.



DENTRO DE MI TELESCOPIO



Dentro de mi telescopio, Francisco Acuyo



 Para el fotógrafo del cielo Leo Lázaro 

y su madre, Mª Ángeles Lázaro Guil,

artista celeste

 


   Vi a quien entre los astros ya concilia

insondable el saber y lo cimero,

asterismos del mundo verdadero

propios de filosófica familia.

 

   A doctos asamblea en su vigilia

reuní en mi sabia cámara, ingeniero

de estrellas que volvió, siendo extranjero,

a la luz de la sombra que lo exilia.

 

   Lo dicho con palabras no me llena:

en su luz quede quieto quien observe

y vea cómo el alma se serena

 

   en el fanal de su infinito rastro,

se renueva fugaz y en su ardor hierve

con verdad numinosa por el astro.

 

 

 

 

Francisco Acuyo

 




martes, 5 de agosto de 2025

ENTRE EL RITO Y LA CIENCIA: PANSIQUISMO POÉTICO

Bajo el título de: Entre el el rito y la ciencia: pansiquismo poético, ofrecemos una nueva entrada para la sección de Ciencia del blog Ancile. 



ENTRE EL RITO Y LA CIENCIA:

 PANSIQUISMO POÉTICO


Entre el el rito y la ciencia: pansiquismo poético, Francisco Acuyo



 No me resulta extraño que la poiesis, en cierto modo, a través de sus palabras, de sus giros, de sus acepciones, de su número poético formen parte de un ritual que trata de ofrecer las realidades vivientes (¿también conscientes?)  de todo aquello que forma parte de la naturaleza, en una suerte de singularísimo pansiquismo. En virtud del funcionamiento de fenómenos retóricos como la sinestesia podemos constatar la forma alucinante de vincular los sensible, sensorial, sensitivo y concreto con la abstracción; entre lo visible y lo invisible, entre la razón de lo inmanente y lo inexplicable de lo trascendente.

Acaso también es muy reseñable algo de lo que parece olvidarse incluso el mismo poeta (muchos son los llamados, pocos los elegidos)[1]: la poesía es, sobre todo, renuncia. Renuncia a cualquier finalismo, de renuncia a lo útil, haciendo esta vertiente de abandono una realidad única. Esta renuncia poética, a veces me pregunto, si no es el ejercicio creativo que expone el límite que quiere comunicar lo incomunicable, que se sitúa entre el logos y la gracia, ya que, en la poesía, conviven misteriosamente la palabra secular y la divina. Me recuerda el número poético aquello que Plotino decía cuando hablaba de que: el número existía en el ser sin ser número, ya que el ser era todavía uno, pero al venir a la existencia la fuerza del número fraccionó al ser e hizo que pareciese, por así decirlo, la multiplicidad.[2]

No debe extrañar que el poeta intuya en el número (como lo hacía Zellini) poético la encarnación de un acto de amor divino.[3] La poesía en boca del que sabe decir se emparenta con el dictamen del profeta que previene de la restitutio ómnium, que nos lleva al reconocimiento del origen, por lo que es paradójico, no contradictorio, que el número poético (dominado -inútilmente- por el cálculo) sea el último reducto de la magia -sobre todo de la alquimia- en el mundo.

Entre el el rito y la ciencia: pansiquismo poético, Francisco Acuyo

La iteración métrica no debe reducirse a un proceso mecánico y automático por las razones aducidas con anterioridad.[4] Los modelos y algoritmos deducibles de los diferentes tipos de versos son siempre dinámicos y no siempre se pueden describir en un continuum métrico que se ajuste necesariamente al criterio de efectividad y cálculo.[5] La naturaleza deíctica (deixis) del número poético se atiene y adapta a las características del proceso lingüístico. Pero, ¿qué designan estos números poéticos? No sólo el número y lugar de sílabas o pies métricos mediante el que establecer un catálogo, de cuyo orden métrico extraer conclusiones eufónicas y expresivas del verso, ya que dicho número está informando de la deixis de la expresión poética. Este número es fundamental para reconocer(se) y encontrar(se) (en) el lenguaje poético para fundar una forma de conciencia que puede trasgredir incluso el aspecto referencial como acto lingüístico, ya que no solo define y describe objetos, ideas, pensamientos, sentimientos… sino intuiciones imposibles de describir e identificar mediante un lenguaje ordinario.

El algoritmo puede emular el procedimiento mecánico de construcción del verso. Pero también, en sus limitaciones, nos avisa que intentar un escrutinio exacto de lo que hay en su naturaleza con los instrumentos de la razón es una empresa vana. Por eso se deduce de la ambigüedad esencial de la poesía los límites mismos del discurso, pero también los de la propia ciencia.





Francisco Acuyo



[1] Mateo 22-14.
[2] Plotino: Enéadas, VI, Gredos, Madrid, 2002.
[3] Zellini, P.: ob. cit. Pág. 278.
[4] Acuyo, F.: ob. cit.
[5] Reiteramos los desvíos que aparecen en casos muy concretos y que hacen que el verso que los sufre sea especialmente expresivo.



Entre el el rito y la ciencia: pansiquismo poético, Francisco Acuyo


viernes, 1 de agosto de 2025

DESDE UN MAR DE TEJADOS, DE ANTONIO CARVAJAL

Ofrecemos para la sección de Poesía del blog Ancile, el poema de Antonio Carvajal intitulado: Desde un mar de tejados.



Desde un mar de tejados. Antonio Carvajal
Vista de Antequera desde la colina de su alcazaba


DESDE UN MAR DE TEJADOS,


DE ANTONIO CARVAJAL



con añoranzas de Edmond Cross




Plácidamente la ciudad sestea.


Recostada en el monte, por el llano

se expande y hacia el río sus pies tiende

movidos más ahora por codicia

que por necesidad. Tiene el dinero

en su aleación algo de azogue y mucho

de avaricia en sus vuelos controlados

de mano a banca y números de cuenta,

pájaro de papel que anida en pechos.


Huecos los aires, un reloj proclama

las horas. Marca el tiempo del trabajo,

de los ocios, los sueños; no la vida

ni en dobles toques tácita la muerte

sino, con dejadez, no tiempo: oficios.


Y aún es bella la ciudad.

                                                    Se yerguen

las altas torres de ladrillo esbelto,

tan moldeadas, que parecen dóciles

al suave toque de una mano lenta,

arboladuras de veleros quietos

sobre las olas y las tejas.

                                                        Se alza

más arriba la vieja fortaleza

cuyo vacío es signo de otros modos

de vivir, como quedan los conventos

vanos, las grandes casas silenciosas

y los escudos pretenciosos mudos

o borrados, que callan de sus dueños

con los nombres las vidas, y pregonan

el abandono de una gloria antigua

que nada significa aunque se escriban

libros que son la muerte de la muerte,

que no suenan, no dicen bajo el polvo

de las estanterías y los años nada

que permita saber cómo la muerte

pasa a la flor los dones del vivir,

cómo el techo tranquilo de palomas

entre los pinos fulge, entre las casas,

y si despierta el viento sólo llega

un vago aroma seco del estío.





Antonio Carvajal







Desde un mar de tejados. Antonio Carvajal