POEMAS
ME HE TATUADO UNA SERPIENTE….
Me he tatuado una serpiente en mi pierna con tu nombre y a veces siento que está viva, como tú,
y asciende mis muslos hipnotizada por algún Himno a la belleza,
y se desliza, pontífice de un rito que no suelo entender, pero me sigue, como si de pronto
mi voz fuera un salmo penitente,
y entonces tú me obedeces, mártir de tu fe en mi cuerpo,
y asciendes un poco más hasta llegar a la antesala de mi sexo,
allí donde esperas la vehemencia de tu nombre, el sentido de ser tú el llamado y no otro,
tú en comunión con tu nombre a la espera de mí.
Doscientos años de vida tiene tu nombre y sin embargo,
tatuado en mi pierna se ha hecho serpiente y a tientas busca mi cuerpo.
Cada vez que te nombro profano un instante tu reposo y te obligo a que duermas junto a mí,
a que asciendas mis muslos tal y como ahora te digo,
así, lentamente, con la falsa detinencia del deseo que se retracta por miedo a no verse ennoblecido,
con la imprecisión de una mano inexperta que finge un control que sólo yo poseo.
El baile de la serpiente sobre mis nalgas es perpetuo.
La serpiente descalza baila en la antesala de mi cuerpo antes de morir en mí.
La música que ahora emite mi mano bífida en un coro desentrañado.
La serpiente se arrodilla desnuda en la antesala de mi cuerpo antes de morir en mí,
Y le grito que es ahora,
el instante de ahora y no un milímetro después que ahora dejas conmigo,
como si conocieras la estrategia de varias dosis de veneno sobre mi sexo.
Ahora y sólo ahora, repito.
Pero la serpiente arrastra sus pies descalzos por la antesala de mi cuerpo antes de morir en mí,
ahora y sólo ahora y no más tarde, repito,
Ahora,
en la tenue frontera de mi cuerpo dividido en dos mitades reconciliadas.
Ahora,
con todos mis nombres, los que yo te doy y te pido que pongas sobre mí.
Ahora,
con la blasfemia del último canto en la divina estampa de los deleites.
Ahora bendigo mi nombre con tus dedos de mi mano.
Ésta es mi prisión delicada.
No me salvéis.
Aquí yacerá la que pudo haber sido Ophelia.
Inventadme un epitafio que se oculte bajo el musgo.
Llegó mi hora de descansar.
Fragmento de La prisión delicada (2007)
TAN POCO ESFUERZO
Tan poco esfuerzo en dormir sabiendo que tras la noche siempre acude puntual
la mañana incuestionable.
Tan poco esfuerzo en esperar las estaciones, que siempre serán cuatro aunque se asocien.
Tan poco esfuerzo en prescindir de tus amigos, que ya cuelgan de sus esposas, como llaves
que giran en un único sentido.
Tan poco esfuerzo en aceptarlo todo y no pensar en si acaso giráramos la mano hacia el otro lado,
abriríamos la puerta de salida.
TU VOZ VACÍA
Porque tu voz ya no es sonora,
a veces me llamo por mi nombre con tu voz,
Cierro mis ojos vehementes y me pronuncio.
Entonces llegas sonoro a mi pecho
y te protejo con mis manos
para que no te me escapes de nuevo.
Sólo un instante, el mismo que te desapareció,
instante de bola de fuego que me traspasa
dejándome un hueco en el tórax,
como una ventana abierta que me despierta
con el repetido sueño de buscar la manta con los pies.
Porque tu voz ya no es sonora,
a veces me llamo por mi nombre con tu voz
y aún lloro tu muerte inventada.
Mi rostro se posa sobre tu lápida
y te escribo un epitafio con mis lágrimas
e insomne te velo con el riguroso luto
de mis ojos oscuros, de mis ojos enterrados
en vida bajo la tumba de mi almohada.
Me muero de frío,
la ventana está rota,
no hay manta a los pies de mi cama
y sin embargo, aún sueño que regresas
y me hablas al oído.
Y HACIA DÓNDE
Ya no sé quién soy sin la memoria de ti,
me siguen tus espejos, tu infinitud
fantasmagórica. El cielo modela nubes
con tu rostro, la lluvia siente empatía
de mi tristeza y en los libros que no leo
sólo se habla de ti.
Hacia dónde huir,
en qué cueva suicidarme devolviéndome
a la tierra que me parió aborto de gusano,
despojo de culebra o trozo de piedra.
Hacia dónde huir, si en mi huída
me persigue tu recuerdo,
la lenta huella de mi podredumbre,
el rastro paulatino de mi sangre
cuajándose en el fango.
Me descompongo con los martillazos
de un puño invisible que me apalea,
despacio, repetidamente despacio
hasta hacerme el picadillo
que alimenta al desahuciado.
EL TONEL DE LAS DANAIDES
Después de ti, todo era molesto,
molestaban las caricias que sobre mi cuerpo
ansiosas confluían.
Entonces deseé ser menos humana.
No tener piel, para no sentir que otras manos,
no las tuyas, me tocaban.
No tener boca, para que los labios de todos
no encontraran la entrada a mi infierno,
al infierno que quema su lenguas innecesarias.
No tener ojos para no desviar la mirada
que no te reconoce en sus rostros.
No tener pubis para que no me buscaran
a tientas los penes vendados,
que torpemente chocan contra mi muro.
Entonces deseé ser menos humana
y se me puso la piel de madera,
y pedí ser aún menos humana
y se me fue ensanchando la boca
hasta hacerse tan grande como mi cuerpo,
y aún pedí ser menos humana
y se me fue holgando la vagina
hasta hacerse tan grande como mi cuerpo.
Pedí, yo pedí, pedí ser menos humana
y entre todos me han convertido
en el tonel sin fondo de las Danaides.
NO HAY QUE OLVIDARSE
No hay que perder el hábito,
no hay que olvidarse, amar es obligatorio,
es un deber fisiológico,
amar para que los ojos no se nos den la vuelta
de mirarnos el ombligo,
amar para que nuestros brazos no se queden
raquíticos de no abrazar,
o amar para que por los suelos
no se arrastren caídos,
amar para que no se desgaste la misma mano
y llegar al fondo de la cuestión.
No hay que olvidarse, amar es obligatorio,
es un deber profiláctico,
amar para prevenir la hipocondría,
amar sanando el dolor ajeno,
amar para que fluya la corriente
y no se nos queden los líquidos estancos,
amar para entrenar al corazón
y subirle los biorritmos.
No hay que olvidarse, amar es obligatorio,
es un deber dialectológico,
amar para aumentar el vocabulario,
y traer antónimos, para que el odio y sus sinónimos
no sean mayoría,
amar para que el músculo de la lengua
no quede anquilosado,
amar para segregar saliva y pronunciar mejor
las consonantes bilabiales,
o amar para llevarles la contraria.
Pero repito, no hay que olvidarse
Pero repito, no hay que olvidarse,
amar es obligatorio, es un deber evolutivo,
amar para preservar la especie humana
de tener los ojos blancos, muñón de brazos
o manos descalzas,
amar, al fin y al cabo, para que siga viva la leyenda
de que una vez amamos los humanos.
En la salud y en la enfermedad (2004)
贷款 PRÉSTAMO
我不属于在何人。
我调幅并非矿。
在活借了我,
但是她将把我还给自私
的死亡的相子。
Yo no soy de nadie.
Por no ser, no soy ni mía.
La vida me tomó prestada,
pero me devolverá a la urna
de la muerte usurera.
离开马可 DEJAR HUELLA
他上楼了飞。
她跟随了他更慢。
孩子上升了第一步,他问:
这马可是谁的?
Él subió las escaleras casi volando.
Ella le siguió más despacio.
Cuando el niño subió su primer escalón preguntó:
¿De quién es esta huella?
记得 RECORDAR
她向前看,
她返回了,向前看。
她躺在上,
翻下lian ,向前看。
那 shi ,她站起来了,她镜子里看自己,
她回头看。
Ella miró de frente,
se giró y miró de frente,
se tumbó y miró de frente,
se puso boca abajo y siguió mirando de frente.
Después ella se levantó, se miró en el espejo
y volvió la vista atrás.
键忘 OLVIDO
键忘不存在。
她忘记 了她的名字。
今天她在逛,她看街道,她感到激动。
她忘记 了她的名字。
或许她不记得,
但是键忘不存在。
El olvido no existe.
Ella olvidó su nombre.
Hoy paseando vio una calle y se estremeció.
Ella olvidó su nombre.
Quizás nunca lo recuerde,
pero el olvido no existe.
声音 VOZ
声音在寂静里,
当我看时,我讲话,
我看见的按静的上午。
En el silencio está la voz.
Hablo cuando miro,
callo cuando veo.
过去 EL PASADO
每天我起来,我不知道在晚上发生什么。我张开我的眼睛,我想:
我不做什么了? 过
每天晚上我睡觉,我不知道在白天发生什么,我想:
我不做什么了?
Cada día me levanto y no sé que ha ocurrido durante la noche. Abro los ojos y pienso:
¿Qué me he perdido?
Cada noche me acuesto y no sé qué ha ocurrido durante el día. Cierro los ojos y pienso:
¿Qué me he perdido?
诗 POESÍA 峙
峙是和水并且喝醉,
峙㖷发烧并且在水下唱歌了,
峙是感冒了,
峙是吃并且饿,
峙是我的;
我饿。
La poesía es beber agua y emborracharse,
la poesía es tener fiebre y cantar bajo la lluvia,
la poesía es acatarrarse,
la poesía es comer y tener hambre.
La poesía es mía;
yo tengo hambre.
Poemas del libro La caja china escritos en chino y traducidos al español y publicados en el blog: http://lacajachina.blogspot.com (ambas versiones son de la autora)
HAZME ESCRIBIR QUE AMO A LOS HOMBRES.
Cuando leas esto, yo que ahora soy visible,
me habré vuelto invisible.
Entonces, tú serás compacto y realizarás mis
poemas volviéndote hacia mí.
Hojas de hierba. Walt Whitman
Hazme escribir que amo a los hombres.
Amar al hombre por el hombre.
Como un animal inmune a los fusiles.
Sé que no he de temer al domador de los labios ni al trapecista que torpemente trepa la punta de su lengua para escuchar el eco de los aplausos.
Sé que no he de temer a los falsos tolerantes que llaman insolidaria a la razón de otros.
Sé que no he de temer a los traficantes de cerebros ni a los blanqueadores de la carne y las venas de carbón.
Porque he de amar al hombre por el hombre,
en la escenografía impuesta por los coreógrafos de los números mal calculados.
en el verde apagado de los árboles drogadictos,
en la verticalidad de las casas anoréxicas que adelgazan sus paredes con el ayuno de las visitas y sacuden sus manteles por los balcones para que nadie crea que han cenado solos.
Aún así,
he de amar al hombre por el hombre.
Transitar los estratos de las calles como un vagabundo que deja su canto en Central Park a cambio del poso de los labios en el vino.
Ser una malabarista urbana danzando con los astros en los semáforos verdes frente a rostros helándose sobre el felpudo de la hierba enterrada.
Ya sé que no se detienen los coches aparcados.
No se detienen porque los pies de los transeúntes se han mimetizado con las ruedas.
Y aún así,
he de amar al hombre por el hombre.
Podría llamar alma a la maquinaria de los átomos,
conciencia a la manivela que mueve los brazos y las piernas,
hombre, al hijo bastardo de la vida y de la muerte peleándose por su custodia en el juicio de las sombras.
O quizás,
podría llamar hombre al terrorismo de las células,
alma al talento del redentor,
sociedad al voto amañado en el referéndum del espíritu,
y conciencia a la vieja honra abandonada en los andenes.
Porque aún no puedo amar al hombre por el hombre despego las hojas entre la hierba aglutinada.
Leo un poema donde se habla del hombre, el alma, la sociedad y la conciencia y salgo a la calle.
Busco una explicación en la maleza de los parques.
Pero no la encuentro.
Aún así sigo buscando, como ordena el mensaje en el tapón de un refresco.
Y al final lo encuentro.
El amor está en lo invisible, ahora lo entiendo, como el bálsamo que dejan los pinos en los entierros o la exhalación de los incensarios en las catedrales.
Por eso y pese a todo,
he de amar al hombre por el hombre.
Está escrito en la conciencia de cada hoja y en toda la hierba.
Inédito
Beatriz Russo