Presentamos para la sección de pensamiento de nuestro blog Ancile un
interesantísimo trabajo de Gabriela
Santa Arciniegas, colaboradora de este espacio y amiga nuestra, sobre la
escritora brasileña Clarice Lispector, concretamente sobre su novela Perto do coraçao selvagem, y las reminiscências
andróginas en su escritura. Entrada pues muy recomendable que aconsejamos para
su lectura atenta y detenida reflexión.
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Gabriella Santa Arciniegas |
ESCRITURA ANDROGINA EN
“PERTO DO CORAÇAO SELVAGEM”
DE CLARICE LISPECTOR
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Clarice Lispector |
Hace ya casi un siglo
desde que Virginia Woolf propuso el concepto de escritura andrógina en su obra Una
habitación propia, y han sido ya varios sus seguidores así como sus
detractores. Ha habido incluso quienes han propuesto el tema de la escritura
gay. Clarice Lispector está dentro de las mencionadas para este último
concepto. En este trabajo nos proponemos traer a colación algunos de los
autores más importantes que han trabajado la androginia desde el sicoanálisis y
la sicología, así como desde la literatura, para ir cerrando el objetivo de
nuestra cámara hasta lograr enfocar el panorama particular de la autora
brasilera y su novela Perto do coraçao selvagem.
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Virgina Woolf |
Comenzando
por hacer una breve mención biográfica y literaria, hay que recalcar que en
Brasil no hubo un movimiento modernista, sino tres, que se subsiguieron desde
comienzos del siglo XX casi hasta hoy. Cada uno de estos movimientos
conllevaron experimentos, juegos, cambios, rupturas, en materia de la creación
literaria. Clarice Lispector hace parte de la tercera fase del modernismo
brasilero. Lo importante de su obra Perto
do coração selvagem es que, en contraste con la estudiada
durante el curso Literatura y Género, que es su última novela, Perto…
es su primera, publicada a los 17 años. Y aún siendo esta edad bastante
temprana, ya la autora tiene un estilo definido, osado, íntimo, del cual ella
misma dice que es un "no-estilo". A ella el acto de narrar nunca le
preocupó. Ella decía que mientras “unos cosen para afuera, yo coso para
adentro”. Muchas veces fue comparada con V. Woolf y con James Joyce con el
fluir de conciencia y el monólogo interior, sin embargo, ella misma confesaba
no haber leído nunca a estos dos autores. No le interesaba seguir a nadie. Le
interesaba únicamente escribir. Escribir, romper, develar, decir lo verdadero.
Llegar hasta los linderos del lenguaje, mirar hacia el vacío en que la palabra
ya no es posible, y estando ahí, escribir ese abismo. Por toda esta osadía, la
autora fue y sigue siendo, catalogada como escritora femenina, feminista,
intimista, psicológica.
En esta novela, la
vida de una mujer llamada Joana es contada desde la infancia hasta la edad
adulta, por medio de una fusión temporal entre el presente y el pasado. La
infancia junto al padre, la mudanza para la casa de la tía después de la muerte
de éste, la ida para el internado a causa de la falta de empatía con su tía, el
descubrimiento de la pubertad, el primer amor que fue su profesor, el
matrimonio con Otavio. Todos estos hechos van pasando por la narrativa, pero lo
que queda en primer plano siempre, es la geografía interior de Joana. Inquieta,
se pregunta siempre, a cada instante, y se entrega a aquello que no comprende,
sin recelo de romper con todo lo que aprendió, para inaugurarse en una nueva
vida. Ella vive en una eterna pregunta, y nunca, al igual que el personaje de
Macabea en A hora da estrela, de la misma autora, encuentra la respuesta.
Quizá porque lo que precisa no es saber,
pues de alguna manera ya lo sabe todo, cuando se refugia al fondo de sí misma:
lo que le preocupa es que no puede decirlo. Y esta capacidad de vivir en el
no-lugar y el no-tiempo del sí misma,
donde tampoco hay lenguaje posible, la aleja de tener una vida como la de
cualquier mujer, por eso su esposo termina en brazos de otra, y ella termina en
un ir y venir con un personaje a quien ella llama simplemente “el Hombre”, a
quien le dice: "No quiero nada de tu
vida pasada, ni tu nombre, ni tus sueños, ni escuchar tus sufrimientos, el
misterio aclara más que cualquier revelación...". Joana atraviesa las
protagonistas, no solamente de las novelas posteriores de la autora, sino que
influye en los reflexivos, cuestionadores personajes femeninos que pueblan la
ficción actual.
Ahora, pasando al
tema concreto que nos ocupa, la escritura andrógina, vamos a señalar como punto
de partida, El Banquete, en los diálogos de Platón, en el cual,
Aristófanes habla de un mito en que eran tres los géneros de los hombres:
masculino y femenino, y otro, cuyo nombre era el andrógino. Era toda una
especie de seres redondos, cuyas espaldas y costados formaban un círculo;
tenían cuatro brazos, cuatro piernas, dos rostros sobre un cuello circular, y
sobre estos dos rostros una sola cabeza; tenían cuatro orejas, dos órganos
sexuales y todo el resto duplicado también. Caminaban erectos igual que hombres
y mujeres, pero podían ir hacia delante o hacia atrás, según lo desearan. Se propone
entonces que los andróginos fueron
castigados por los dioses y condenados a estar separados como hombres y
mujeres, buscando siempre, en el opuesto, su completud. Esta figura es tomada
por el sicoanálisis cuando Freud plantea la posibilidad de que en el interior
síquico de cada ser humano coexistan los dos sexos. Lo que le da a cada hombre
o mujer su característica genérica, tiene que ver, como se ha estudiado por
sicólogos, sicoanalistas, sociólogos y antropólogos, involucra, como dice Rómulo Lander, cinco
elementos básicos de la organización sexual humana:
1.
Lo real
sexual: el
cuerpo (lo biológico), lo que se
refiere a los órganos sexuales internos y externos.
2.
La
identidad sexual (sexo de asignación): Varón, hembra, y
estados intersexuales. Refiere al sexo asignado por los padres, al significante
que atraviesa al sujeto. Esta identidad sexual es precoz, aprendida e
irreversible.
3.
El género
sexual cultural (arbitrario): se refiere a los atributos masculinos
y femeninos asignados por una cultura determinada en un momento histórico dado.
4.
La
escogencia del objeto del deseo sexual: tiene que ver co las
preferencias sexuales del individuo: heterosexual, homosexual o bisexual.
5.
La esencia
inconsciente del género sexual: la estructura de género sexual
inconsciente. Refiere a la esencia de la masculinidad y feminidad.
El
género sexual cultural está relacionado con la
adquisición de un conjunto de valores culturales adscritos a cada uno de los
sexos. Esto incluye conductas, profesiones, gestos, actitudes, ideales,
prejuicios, considerados por una sociedad dada, como apropiadas para cada sexo.
Funcionan como organizadores sociales de
la vida futura del sujeto.
La teoría freudiana
nos sirve para sustentar algunos comportamientos y pensamientos del personaje
de Joana, quien dice estar hecha para el mal y presenta algunos comportamientos
masoquistas hacia su esposo, en el sentido de la pasividad y de un efecto
boomerang en que la pulsión, de tanto esperar a ser llenada en vez de buscar
llenarse, termina devolviéndose al sujeto del deseo, en este caso, Joana. Sin embargo, el mismo personaje logra liberarse de esa relacion
masoquista y alcanzar otro tipo de vinculo en que ella si es capaz de llenar
sus pulsiones de una forma que ella misma plantea.
Jacques Lacan se
devuelve al mito del andrógino de El Banquete de Platón, atrás mencionado en este trabajo, y hace la sabia
observación sobre éste, diciendo que es verdaderamente un desafío al tiempo,
que nadie ha intentado descifrar; completa con cierta comicidad: “Yo lo voy a
intentar”. Lacan cuenta su versión del mito así:
“Desde siempre, en cada nacimiento ha
ocurrido, y ocurre cada vez, que se escapa algo así como una sustancia
inmaterial que se desliza al exterior, que se pierde en esa rotura primordial,
y que se expande por la atmósfera. De esa primera rotura surge aquella
sustancia, a la que en principio se la podría llamar Hommelette (que condensa al Hombre en sentido genérico y al omelette), y luego hablando más
propiamente ‘laminilla’, como aquella sustancia que se ha perdido en el inicio,
y que en el intento de recuperarla nos empuja a las acciones y los actos, al
amor, a la sublimación. (…) Ni bien surge en cada nacimiento, los sujetos
luchan contra esta sustancia, le ponen trampas, intentan dominarla o educarla,
sin conseguirlo jamás, porque la laminilla no es dominable, y es inmortal. (…)
esta sustancia es muy escurridiza, que puede deslizarse por los dedos, y
alojarse quien sabe donde...”.
Lacan llama a esta
interpretación, el mito de la laminilla.
Y la diferencia respecto de Aristófanes y de los autores post-freudianos que
han hablado del concepto de la libido, es que no se la plantea como un campo de
fuerzas, sino como un órgano. La
sexualidad se ve como órgano del
cuerpo que participa de la pulsión y
del significante. Un órgano es “algo que actúa
como un todo (…) un todo que se ajusta a una acción determinada”.
Hablar de la libido
en estos términos conduce a la idea de un sujeto definido por sus actos, que se
presentan como un todo. “La libido es esa
laminilla que desliza el ser del organismo hasta su verdadero limite, que va
más allá que el del cuerpo –y completa más adelante—: “El territorio del cuerpo es mucho mas que su superficie biológica”.
Citemos las palabras
de Virginia Woolf, quien medita sobre el tema de la escritura andrógina en su ensayo Una habitación propia:
“Quizá Coleridge se
refería a esto cuando dijo que las grandes mentes son andróginas. Cuando se
efectúa esta fusión es cuando la mente queda fertilizada por completo y utiliza
todas sus facultades. Quizás una mente puramente masculina no pueda crear,
pensé, ni tampoco una mente puramente femenina. Pero convenía averiguar qué
entendía uno por «hombre con algo de mujer» y por «mujer con algo de hombre»
hojeando un par de libros.(...) Coleridge quiso decir
quizá que la mente andrógina es sonora y porosa; que transmite la emoción sin
obstáculos; que es creadora por naturaleza, incandescente e indivisa”.
Woolf,
como dice Francisco Fuster G.:
“No pretende fomentar la dualidad
hombre-mujer, sino redefinir la feminidad proclamando a la vez que una mente de
altura debe ser andrógina”.
Esto será tomado por Simone de Beauvoir, quien, en su extenso ensayo El
segundo sexo, recalca en la escritura andrógina al decirnos que el
hombre no es masculino y la mujer no es femenina. Nos preguntamos, despues de estas reflexiones, que es la mujer? Que es
el hombre? Sobre las polaridades, tanto se nos ha dicho, y se nos sigue diciendo,
sobre lo masculino y lo femenino, que hasta lo hemos universalizado. Pero de
Beauvoir nos hace pensar que es una costumbre maniquea esta de los occidentales
el estigmatizar a los seres humanos como una cosa u otra. Cada vez que ponemos
un adjetivo al lado de un sustantivo, estamos tergiversando las cosas, pues
como dicen, "la verdad está en los ojos de quien la mira". Ahora que se ha logrado construir una etnografia para casi todas las
ciencias humanas, nos damos cuenta que el concepto hombre y el concepto mujer,
cambian de acuerdo a las diferentes culturas del mundo. Un habitante de la isla
de Papua, un tucano del Vaupes, un esquimal, un angolano, cada uno nos define
de forma diferente lo que significa pertenecer a uno u otro genero. Lo que importa no es el adjetivo, lo que tiene sustancia es el sustantivo.
Pero no el sustantivo que divide: "mujer", "hombre". El
sustantivo que une: humanidad. Precisamente un
ejemplo de union, de fusion, de totalidad, es el sustantivo androgino.
Para entrar en materia, en la literatura de Lispector, esta
característica de la mente andrógina es la que corresponde con el sustantivo naufragio,
como lo dice Elena Bisso en el
siguiente fragmento: “Seguir la prosa
de Lispector es una experiencia de cierto naufragio. El lector va con la
narradora, y se deja llevar en una expedición sin mapas, con la brújula de la
búsqueda que ella hace (…) Aunque dicen que
se anticipó al monólogo interior joyceano, su escritura no está desmembrada.
Ella ha dicho que era una escritura en pura libertad”. Naufragio y libertad son cifras (tomando el término de Borges) de
la androginia. Y para conseguir estos dos conceptos, el mayor trabajo esta en
el lenguaje.
En la novela Perto
do Coraçao Selvagem la androginia se da particularmente en el lenguaje,
en la percepcion, en la absorción del entorno
o como dice Bisso, “la absorción
creciente del tu por el yo”.Gracias al uso
libre, náufrago, poroso, que Clarice hace del lenguaje, esta novela encarna en
un personaje femenino los cuestionamientos acerca de la cultura, de las leyes y
creencias existentes, a través de la única ley a la que Joana responde --y aquí
agregamos otro concepto--: el deseo. Queremos
reproducir un diálogo en que la Joana niña es interpelada por los conceptos de
mal y bien:
- Bueno es vivir… --balbució ella--. Malo es…
- …?
- Malo es no vivir…
- Morir? – preguntó él.
- No, no –gimió ella
- Qué es, entonces? Dime.
- Malo es no vivir, solo eso. Morir es otra
cosa. Morir es diferente de lo bueno y lo malo. (pg. 48).
A traves de esa porosidad de pensamiento y esta libertad de lenguaje,
los valores
morales del mundo adulto son cuestionados para ser transgredidos. Hay una parte
de la novela en que Joana sin dudar decide robarse un libro en un almacén, ante
la presencia de la tía, solo porque se le ha dado la gana. Así, ante los ojos
adultos de su tía, Joana está encarnando el mal, la víbora, como la
llama la propia tía. Pero para Joana es
solamente una manifestacion del deseo, por una parte, y por otra, una de las
formas de cuestionar elo establecido a traves de las acciones.
Ni el
padre ni los tíos ni la profesora ni la mayoría de los personajes que interactúan
con Joana en la novela, logran abarcar la hondura de su psiquis. Esto es porque
ella se relaciona y percibe los conceptos de una manera totalmente inusual para
el común de los miembros de su sociedad. Como cuando le pregunta a la
profesora: “Quería saber: después de ser
feliz qué pasa? Qué viene después?“. Tampoco percibe los objetos como le
han dicho que los perciba. La relación que establece con éstos es mucho más
natural, más despojada de leyes:
“Entre ella y los objetos había alguna
cosa, pero cuando agarraba esa cosa en la mano, como a una mosca, y después
observaba –aun con cuidado para que nada escapase– sólo encontraba su propia
mano, rosada y decepcionada. Sí, yo sé, ¡el aire, el aire! Pero no había caso.
No se explicaba”. (pg. 6)
La mayoría
de los personajes de la novela se identifican con su concepto cultural y social
de género. Joana en cambio no le teme a explorarse a sí misma enfrentándose a
todos sus “defectos”, sus temores, sus deseos. En cuanto al cuerpo, el cuerpo
no es tomado como el contenedor del alma quizá, ni es tomado por lo que se ve,
sino que es tomado de una forma que resulta ser incluso más que metafísica:
“No puedo creer que tengo límites, que
soy recortada y definida. Me siento esparcida en el aire, pensando dentro de
las criaturas, viviendo en las cosas más allá de mí misma. Cuando me sorprendo
en el espejo no me asusto porque me encuentre fea o bonita. Es que me descubro
de otra forma. Después de no verme durante mucho tiempo, me olvido de que soy
humana...” (pg. 49).
Y así como
el cuerpo no es la verdad de ella, y así como ella vive tan al fondo de sí
misma como para olvidar su realidad corpórea, así el lenguaje le es ajeno, a
veces inconciliable con la verdad que la posee y le da la certeza sobre lo que
son las cosas en su más honda esencia: “Nada
puedo decir aún dentro de la forma. Todo lo que poseo está muy profundo dentro
de mí”. (pg. 50). Entonces, lejana a su
humanidad, a su cuerpo, a
los otros, es también lejana a su
feminidad, y su pensamiento divaga por lo más abstracto, libre, libre de toda
atadura, con su mente andrógina: “Es
posible ser más allá de lo que se es – mientras tanto yo me sobrepaso aun sin
delirio, soy más que yo casi siempre” (pg. 11). Realmente el pensamiento
está más adentro de todo: “Sobre todo en
eso de pensar, todo era imposible”. (pg. 26) Y así como su pensamiento –El pensamiento— es andrógino, el amor
también lo es, en cuanto dualidad, contradicción: “Piedad es mi forma de amor. De odio y de comunicación. Es lo que me
sostiene al mundo”. (pg. 12)
Para ver
al andrógino en la novela de Lispector, entonces, hay que verlo, no como la
unión de opuestos, sino como la ausencia de todo. El andrógino aparece como el
habitante de las fronteras, que no pertenecen a nadie, ni a nada, ni tienen
nombre, ni edad, ni sexo. Materia indivisible, verdadera, esencial, divina,
como el dios del que habla Joseph Campbell antes de la división y
diferenciación de los elementos y de los sexos: la
materia primordial. A ella quiere llegar Lispector en todo sentido. Entonces,
miremos estos cuatro puntos fundamentales de la novela:
1.
La androginia en la mente que no es lo
mismo que la androginia del cuerpo, sino que se refiere a la porosidad psíquica
que permite a la autora percibir el mundo y percibirse a sí misma desde el ser,
no desde el constructo que ya existe cuando venimos al mundo y que se confunde
con realidad. Esta porosidad se parece un ejercicio de dibujo, que consiste en
pintar con la mano con que no se escribe, viendo únicamente el objeto a pintar,
sin mirar el papel y sin separar el lápiz del papel. Este ejercicio aparta al
dibujante de las leyes de la geometría, la armonía, la perspectiva, y le da la
verdadera dimensión de las cosas, re-adaptando su cerebro, y sus ojos, a ver. Así, la androginia a la que se refiere
Woolf convierte la mente en un
receptor absoluto, totalmente pasivo, vaciado de pre-conceptos, y lo
posibilita para percibir las cosas como realmente son. Implica un ritual casi
zen que vacía la mente de imágenes, de creencias, de constructos, y deja al
cuerpo totalmente pendiente de sí, de lo que es, de lo que sus sentidos
perciben.
2.
El andrógino, no como una mezcla en uno u otro grado de lo femenino con lo
masculino, sino como un tercer género que
re-inaugura la humanidad desde la evaporacion
de los
con-ceptos y pre-ceptos culturales y sociales. Aquí lo que hay es multitud y al
mismo tiempo ausencia. Por eso es que Joana siempre se mantiene al margen de
todo, incomprendida por todos, susceptible de
perder el interes por la vida establecida. Joana no es como los personajes
de Beauvoir, que a pesar de su inconformidad no son capaces de salir del
cubículo en que los han metido. Joana funda su propia realidad y funda la que
su deseo le dicta.
3.
El andrógino como resultado de la ruptura de todos los preceptos. El
andrógino como mundo perfecto e
incomunicable. La desaparición del mundo construido y la fusión de todos
los opuestos en una materia indisoluble que se encuentra al fondo del
pensamiento.
4.
El
lenguaje andrógino en que se disuelven las palabras mismas, y en
que es posible saberlo todo sin poder comunicar nada. Esa laminilla que
menciona Lacan, que se desprende del sujeto y de los objetos, y se vuelve
inaprensible por el lenguaje establecido.
En
conclusión, Joana al llegar a su adolescencia toma una decisión totalmente
consciente y racional: enamorarse y buscar un hombre para compartir su vida.
Sin embargo, se aburre de esa relación tan inconciliable y tiene que buscar un
destino que se le acople como ser complejo, asexuado pero sexual, en encuentros
casuales con “el hombre”, sin nombre, sin pasado, sin presente, sin sueños, sin
futuro, sin compromiso, sin nada que pertenezca al mundo equívoco en que vive
su cuerpo, tan ajeno a ella, a su ser.
Gabriela Santa Arciniegas
BIBLIOGRAFÍA
Lispector,
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http://www.filestube.com/5735c281069a1f5203ea,g/Clarice-Lispector-Perto-Do-Cora-o-Selvagem.html
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http://nuestrohammam.blogspot.com/2008/03/clarice-lispector.html
Mousinho
Magalhaes, Antonio; La extraña lengua de Clarice Lispector, Revista
Ámsterdam Sur en http://www.desk.nl/~sur/surnuto01.html visitada el 9 de
septiembre de 2009.
Woolf,
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Fuster García, Francisco, “Cerrando la puerta”. Sobre la vigencia de Una habitación propia y el feminismo woolfiano en la revista A Parte Rei No. 48. noviembre de 2006, publicado en http://serbal.pntic.mec.es/AParteRei/fuster48.pdf visitado el 28 de noviembre de 2009
Barreto, Ivana, Clarice Lispector:
bem perto do coração selvagem da vida en
Notas.-
[7]
Fuster García, Francisco, “Cerrando
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woolfiano en la revista A
Parte Rei
No. 48, de Noviembre de 2006, en http://serbal.pntic.mec.es/AParteRei/fuster48.pdf, visitado el 28 de noviembre de 2009.