Traemos para la sección, Pensamiento, del blog Ancile una nueva entrada sobre la interesante temática de la metáfora (y la retórica) en los procesos creativos, bajo el título: La metáfora y el logos en el proceso creativo.
LA METÁFORA Y EL LOGOS
EN EL PROCESO POÉTICO CREATIVO
En virtud de todo lo anteriormente establecido podemos
hablar de la metáfora integrada en el sutil lenguaje del poema abriendo una
dimensión noológica, donde el logos
(entendido como la palabra que se sitúa más allá de la razón en su discurso)
nos conecta con lo más profundo e intuitivo de nuestras conciencias.
Paradójicamente la poesía nos muestra, nos enseña, nos ilustra a veces con
vehemencia que nuestra búsqueda de significado es algo capital en nuestras
vidas, acaso mucho más importante que esa proverbial busca, batida, exploración
que hacemos muchas veces de nosotros mismos. Y digo que es paradójica esta
iniciativa porque la poesía, a través de recursos como la metáfora nos hace en
verdad olvidarnos de nosotros mismos para ser más esa criatura genuina que
instintivamente siempre quisimos ser.
Las sociedades de nuestro tiempo parecen pertinazmente
obcecadas en frustrar aquella necesidad primordial de todo ser humano: entender
el significado de nuestras vidas, siendo este, sin embargo, uno de los baremos
más fiables de equilibrio y salud mental en la vida de los hombres. Motivación la
del sentido que va más allá de la de búsqueda del principio del placer
freudiano o del esfuerzo por la superioridad. La espontaneidad, la naturalidad,
la inocencia del que afronta el reto vital creativo es especialmente visible en
la poesía; el sentido, el significado es el que aporta felicidad (felicitas, de félix, fértil, fecundo, y dad,
cualidad de), y la metáfora nos
enseña que la consecución de la misma no es en realidad una pesquisa inacabable,
acaso la testaruda busca de aquella no sea sino una forma de impedirla, cuando
en verdad se trata de un gozoso encuentro que está ubicado en el ejercicio
vital de la creación.
EL vacío existencial tan propio y tan extendido en
nuestros días necesita para su superación un progreso y una evolución que
exceda definitivamente el adoctrinamiento positivo, reduccionista que nos
describe como simples máquinas biológicas y psicológicas (mecanismos reducidos
a un sistema adaptativo de control, cuyos valores se definían como
restricciones homeostáticas en un proceso de estímulo y de respuesta) que no
tiene en cuenta lo más primordial y humanitario, que es la lucha contra esa
frustración existencial que puebla sociedades y conciencias en nuestro mundo.
Sin duda la poesía y la metáfora como instrumento esencial de la misma, pueden
enseñarnos muchas cosas al respecto, como que es muy necesaria una rehumanización
de las terapias y a alejar la visión del hombre de la óptica mecanicista que
nos observa como máquina reducidas al buen funcionamiento de sus engranajes,
sino como una entidad consciente (que acepta y entiende la dinámica de su parte
inconsciente), libre y responsable.
Francisco Acuyo